A por el segundo día en Sitges

Queremos empezar esta segunda jornada con un plato fuerte, y qué mejor que acompañar al Sr. Depardieu al mismísimo purgatorio en “The end”. El galo, absoluto protagonista de la película, hace su recorrido peculiar por un bosque del que no encuentra la salida. De una forma naturalista y carente de artificios, la brutal realidad a la que todos nos enfrentaremos estalla entre árboles, cuevas y personajes fantasmagóricos que aparecen de la nada.


Como no podía ser de otra manera, el actor es capaz de llevar -irónicamente cierto- el peso de todo el metraje y hace de una metáfora entre la vida y la muerte, un retrato costumbrista y porqué no, bucólico. El hombre-cazador es incapaz de escapar a la naturaleza y la creación lo destruye sin piedad.

Y siguiendo con la búsqueda infructuosa, “La propera pell” es otro buen ejemplo. Escrita y dirigida a cuatro manos entre Isaki Lacuesta e Isa Campo, este drama protagonizado por Emma Suárez, Àlex Monner y Sergi López atraviesa las capas de la identidad, el arrepentimiento y las mentiras.  

 

 

Madre e hijo se reencuentran tras 8 años. El joven desapareció el mismo día en que su padre falleció en las montañas del norte de españa y no recuerda nada de esa época. Desde el momento de la reunión, empieza un juego de dudas y sospechas acerca de quién es quién, qué se oculta en ese pasado y cómo enfrentarse a un futuro que romperá con todo. Finalmente, y a diferencia de un drama de sobremesa, no se trata de una búsqueda de la verdad sino de un intento de sobrevivir independientemente de ésta, pues se relativiza de tal modo, que lo único que resulta importante para los personajes es dejar el pasado donde debe estar, atrás.

Cambiando totalmente de tercio se encuentra el último trabajo de Nacho Vigalondo el cual nos sorprende con la divertidísima “Colossal”. Con la excusa de la superación de los miedos y la toma de riendas de la vida de la protagonista, el director lo extrapola a la lucha entre dos gigantes al puro estilo nipon. Y lo clava.


 

Como ya viéramos en su anterior trabajo “Extraterrestre”, el uso de de la comedia negra y los tintes de drama cáustico se unen a la perfección en un cóctel del que parece que sólo el director sabe su ingrediente secreto. Sólo a él se le podría ocurrir hacer de Anne Hathaway una alcohólica que descubre que cuando entra en un parque infantil se convierte en un monstruo enorme que aparece en la otra punta del mundo. ¿Como?! Eso mismo. Y este es sólo el principio, prepárense para llorar de la risa (evitaremos spoilers).

Como hemos dicho, la película es una gran metáfora acerca de cómo superar una adicción al darte cuenta del gran daño que puedes provocar y de cómo esto sólo puede lograrse creando ese alter ego lo suficientemente fuerte como para vencer al villano que todos llevamos dentro.

Y hablando de este mal intrínseco pasamos a “The void”, un film a caballo entre el Carpenter de “Prolife” y el clásico “Hellraiser”. Lo que en un principio parece tener la forma de un survival, se va retorciendo con la presencia de una secta demoníaca, conspiraciones generacionales y posesiones varias. En definitiva, un berenjenal del que no parece que vaya a sobrevivir nadie.


Retomando el tema del día anterior, la vuelta a la vida, cobra un sentido mucho más religioso y mucho más tenebroso, pues su consecución necesita de vidas segadas y una carencia absoluta de piedad. Un tema que en realidad se queda en la superficie, en su expresión más sanguinaria y menos filosófica que sus inspiraciones. Empero, el trabajo resultante no decepciona y si de otros trabajos hablamos de plagio, en este podemos hablar de homenaje.

Sin dejar de ser homenaje, pero tomando un punto de vista diferente tenemos la esperada  “Shin Godzilla”. Un remake de la maravillosa “Gojira” de 1954 que se atreve a retomar el miedo nuclear trasladándolo a nuestros días.


 

Unas perforaciones provocan que algo se despierte en el fondo del mar, algo para lo que ningún país puede estar preparado, un dios gigante. La rueda de la burocracia se pone en marcha y parece que el anticuado gobierno no está a la altura. Un cambio es necesario, no tan sólo de forma de gobierno (lento, inseguro) sino también en la forma de pensar (más nacionalista).

Con esta premisa, el film se concentra en el frenesí de reuniones, consejos de emergencia e investigaciones dotando al film de un montaje acelerado de principio a fin. Las pocas intervenciones de nuestro querido kaiju son verdaderamente impresionantes, aunque sin duda insuficientes, derivando la importancia del film al hecho de mostrar la necesidad de ese cambio para el pueblo japonés.

Así pues, basándose en un film en el que se apostaba por la fraternidad y por responsabilizarse con tus actos, pasamos en apenas 62 años a algo completamente diferente. Interesante.

 



Por Silvia García Palacios