Pistoletazo de salida del Sitges 2017

El festival de Sitges empieza la gran fiesta en su cincuenta aniversario con la proyección de “La forma del agua” del celebrado director mexicano Guillermo del Toro.


El film, una sencilla fábula ambientada en américa del norte durante los años de la guerra fría. Con reminiscencias claras tanto a Amelie así como a Splash, Del Toro vuelve a rodearse de su imaginario para adentrarnos en una historia de amor imposible. Con una factura impecable el director sabe rodearse de grandes profesionales y de unos actores excepcionales para crear su nuevo mundo aunque el film no profundice en ningún tema en particular ni cierre temas que abre aparentemente de forma arbitraria y por un claro oportunismo argumental.


Lo más destacable del film son las escenas acuáticas así como la “escena del baile” (que denominaremos así para evitar spoilers). En estas hay un despunte de fantasía y magia romántica realmente interesante.


Seguimos el día con la decepcionante  y aburrida “Science fiction Volume One: The Osiris Child”.

Un trabajo australiano con tantos fallos que enumerarlos podría resultar tan tedioso como la propia obra, tan sólo comentar que más que un film perteneciente a la sección oficial bien podría ser el trabajo fin de carrera de mi sobrina. Incluso las interpretaciones son tan nefastas que es imposible meterse en la película, una que pretende ser la primera de otras partes. Quizás lo peor sea el diseño de los pretendidos monstruos que están arrasando la colonia, unos seres sedientos de sangre que provocan menos miedo que un cachorro, un desacierto difícil de digerir.




Acabamos el primer día de esta especial edición del festival con “Mayhem”, una gamberrada con todas las letras que pone en imágenes una de las fantasías más reiteradas para todo aquel que tenga un trabajo gris, esclavizante y para la postre amoral. Un bufete de abogados sufre el brote de un virus que elimina el raciocinio y libera sus más primitivos instintos y emociones, la libertad de actuación está al alcance de todos y la venganza es una buena excusa.

Aun con un guión original, el film se reitera en esquema y escenas de tal forma que de una buena comedia negra deviene un pasable entretenimiento que culmina sin pena ni gloria y vanagloriando un sangrado relativamente sin sentido en pro de él mismo.

 

 



Por Silvia García Palacios