El cuarto día del festival escogemos un wuxia para iniciarlo. “”Sword master” 3D, film producido por el prolífico productor Tsui Hart, es una historia de espadachines ambientada en el medievo chino que se permite entre combate y combate algo de crítica social. Nada original pero que no se desprecia cuando el atractivo vendible del film es la acción. Por ese sentido, el final apoteósico, en vez de tintarlo con el bien y el mal, es decir, el bueno contra el malo, en realidad es una demostración de amistad absoluta que deja un sabor de boca excelente. Por supuesto, la tridimensionalidad de visionado da un contrapunto más de espectacularidad y se agradece que las escenas de espadas lo aprovechen notablemente.
Seguimos con el día oriental para ver el film “Ancien and the magic tablet” que como su nombre indica dará ciertos poderes a una tablet. Con un argumento difícil de digerir en el que los sueños han de suplir la carencia comunicativa del padre de la protagonista la cual acusa de tener una mente con pensamiento mágico infantil, el film no logra llegar a los básicos del subgénero (película de animación familiar/teenager). No empatizas lo suficiente con los protagonistas, con lo cual, por mucho que incluso tengan un peluche muy simpático, no te acaba pareciendo entrañable y además la historia no se desarrolla con la fuerza necesaria como para engancharte. Aceptable.
Para acabar la jornada, nos regalamos un Seven chances de la mano de Gary Sherman (“Poltergeist”, 1988), el cual nos acompaña durante el festival. “Death Line” (títulada infaustamente en américa como “Raw Meat” y nefastamente en español como “Sub-Humanos”, las apuestas están abiertas), narra la investigación que sucede tras unas desapariciones en el metro londinense.
Las grandes bazas del film son la presencia de un Donald Pleasence en estado de gracia (literalmente), la aparición arrolladora de Christopher Lee y un argumento contundente. Originalmente planteada como una feroz crítica social, el film fue desdibujando dicha intención a medida que se fue creando, empero, los rastros que quedaron son suficientes para poder apreciarlo y queda patente como los denominados “infrahumanos” son las verdaderas víctimas en una sociedad que usa a sus congéneres como instrumentos y es capaz de encerrarlos y tirar la llave sin miramientos. Una maravilla del género.