Este día ha resultado el mas redondo de los pasados hasta hoy en el festival.
Abrimos la jornada con “Fluido”, un experimento visual sin limitaciones convencionales en cuanto a la sexualidad y el placer. El argumento es lo de menos, pero sirve para su propósito; en un futuro la cura del sida trae consigo una nueva droga que surge de las segregaciones púbicas. Ésta se vuelve ilegal y los que están expuestos a ella son perseguidos por androides. La directora, Shu Lea Cheang, experta en el campo del vídeo, nos introduce en una experiencia sensitiva donde el sexo donde, por supuesto, los fluidos tienen un papel principal y hacen que rápidamente te sensibilices positivamente ante lo que muchos llamarian porno. A destacar sobretodo el hecho de que no se centre ni haga exclusivo lo heterosexual como muchos artistas hacen cuando tocan un tema similar.
Maravillados hemos salido del pase de “As boas maneiras”, una nueva forma de ver un relato clásico que casi siempre ha sido tratado desde el terror; todo un logro. El film, dividido claramente en dos partes, la femenina y la masculina, es capaz de hacer uso de estereotipos y simbologías acerca de los dos sexos sin caer en ningún ismo ni polarizar su visión. Lo femenino es amor y por tanto la maternidad, el cuidado, la sensibilidad mientras que lo masculino es la fuerza, más cercana a la energía cazadora y la impetuosidad.
Lejos como decimos de dar connotaciones positivas o negativas, lo muestra como una realidad a asumir y aceptar, como parte de una lucha en la que h que unir fuerzas. Destacar el hecho de que no tan sólo en dirección y guión estamos ante un film redondo sino que tanto el diseño de producción, arte, música, foto e interpretación aportan momentos de pelos de punta. Sin más, tan solo un apunte final y es el paralelismo que, personalmente, acontece puntualmente con “Noé” de Aronofsky, el análisis está servido.
Seguimos con este apasionante día con Shunji Iwai y nos preparamos para tres horas de metraje con un excelente ánimo. “A bride for Van ripple” resulta un trabajo, como viene siendo usual con el realizador japonés, apabullante. Desde lo aparentemente cotidiano que podría ser definido como drama, hace aflorar temas que nos van columpiando durante toda la obra. La protagonista, una persona incapaz de ser funcional socialmente en la realidad, se escuda en lo virtual, pero ¿acaso esto es menos real? La gente contenida en convencionalismos no puede ver más allá de lo tangible, y quizás surfear en mundos digitales puede ser de alguna forma el camino a seguir para estar más contento consigo mismo y superar trabas. Empero, hay un peligro real en aquellas personas que no difieren entre esos mundos y olvida, irónicamente, que la verdad no es un parámetro usual en ellos.
En este punto, quizás el director se centra en su propia cultura y critica o pone de manifiesto su acartonamiento, superficialidad y personalidad naif. No en vano, sus personajes secundarios alternan roles tanto malvados como divinos para dejar patente que las percepciones son prejuicios y por lo tanto moldeables. La catarsis es necesaria.
La guinda la dejamos para el final con lo nuevo de los directores de “Amer” y “El extraño color de las lágrimas de tu cuerpo”. Estamos ante una evolución con todas las letras del western -esto es un western moderno y lo demás son tonterías-. “Laissez bronzer les cadavres” es un excelente trabajo capaz de innovar cinematográficamente sin dejar de lado los referentes y potenciando su impacto con neologismos narrativos en imágenes. Demostrando que sus primeras joyas no fueron casuales, los realizadores crean arte dentro del arte y profundizan en un lenguaje donde para muchos ya está todo hecho, la cuestión que nos surge tras el visionado es, ¿esta realmente todo hecho o hay una ausencia de talento, ganas, estudio y visión? Tras ver esta obra de arte belga creo que tendréis la respuesta. Imprescindible.