El TIFF arranca motores

Por fin da comienzo la 30th edición del Festival internacional de cine de Tokio (TIFF). Por falta de tiempo y horarios no podemos asistir al pase del film que abre este año 2017, Fullmetal Alchemist (鋼の錬金術師), pero alejándonos de los focos de la gala de presentación y alfombra roja nos encontramos con dos obras de la sección “Special Screenings”.


La primera de ellas “Our Blue Moment (パンとバスと2度目のハツコイ)” de Rikiya Imaizumi, que como ya viéramos en 2015 con “Their Distance (知らない二人)”, parece aficionado a trabajar con estrellas de la música en este caso con Mai Fukagawa, ex-miembro del grupo Nogizaka46, y Kenjiro Yamashita, componente de los J Soul Brothers.



El director vuelve a mostrarnos una historia que perfectamente podría ser un caso real en la sociedad actual japonesa ¿Realmente las decisiones que tomamos en la vida son las correctas y/o hacemos lo que queremos? ¿El amor y el matrimonio tiene una edad de caducidad para la mujer? ¿Hay quién nace para estar solo? Éstas y otras preguntas podrían definir el estado “social” de una sociedad cada vez más cerrada. Por el lado técnico, gracias a unos planos largos y localizaciones bien pensadas, el film logra transmitir esos sentimientos sin siquiera un guión muy extenso en palabras y eso es precisamente lo hace más auténtico.


Para segundo plato tenemos una comedia con chistes al más puro estilo japonés (笑ゲイン) pero con un toque a lo Europeo que recuerda a “Oscar” (1967), protagonizada por Louis De Funès. Masafumi Nishida, guionista mayormente (“Nobunaga Concerto”, 2016), dirige su segundo film con “The Stand-In Thief (泥棒役者)” basado en la obra con el mismo nombre en 2006 que el mismo Nishida escribió y dirigió.

 



Hajime Onuki (Maruyama Ryuhei, “Eight Rangers”, 2012), que ahora tiene una vida normal junto a su novia Misa Fujioka (Takahata Mitsuki, “Evergreen Love”, 2016) es de nuevo obligado a delinquir por su Senpai de secundaria. El plan se les escapa de las manos cuando, en una casa objetivo en cuestión, empiezan a confundir a nuestro protagonista con el propio dueño, un escritor de cuentos infantiles, o incluso por el editor de éste. Con esta premisa sólo nos queda esperar que las carcajadas vengan solas, y no nos defrauda; el film tiene un ritmo constante en el que no decaen los gags, a cada uno más loco que el anterior, formando cada vez más lío en la casa. En definitiva, un guión muy ingenioso que junto con una dirección de actores muy bien definida, la hacen una obra muy completa. Una película que sin duda hará las delicias de los amantes del género y, por supuesto, del humor peculiar que tienen los japoneses.

 

 Con estas pequeñas reseñas de hoy nos despedimos. Mañana nos espera una gran velada en el Teatro de Kabuki, esperamos que os guste.    



Por Santiago Maroto