Empezamos en quinto día de festival con otra de las obras más esperadas. La provocadora “The house that Jack Built” dirigida por el gran mastubador Lars Von trier y protagonizada por el recuperado Matt Dillon (poco le hemos visto el pelo últimamente), el gran Bruno Ganz (que nos volvió locos en “Unknown”) y la todoterreno Uma Thurman (“a goddess”).
Metiéndonos en lo que nos ocupa, del film poco mencionaremos a parte de reafirmar que Trier sigue fiel a sí mismo y sigue con la misma línea discursiva que ha seguido durante su carrera, buscando las reacciones reaccionarias del público, enseñar a las masas y bailar con el concepto artístico del cine.
El actor protagonista se marca un “one man show” digno de los mejores elogios y sus compañeros de reparto no se quedan atrás. En todo caso, se ame o se odie, el film tiene un buen hacer y escenas capaces de hacerte un agujero en el cerebro.
Aun recuperándonos de la película anterior, seguimos subiendo el listón alto no, lo siguiente, con la última obra del maestro Kim Ki-Duk que lleva el título-apisonadora de “Human, space, time and human” y cuya definición ya nos deja abrumados: “concebida con la intención de dejar de odiar a la especie humana”.
El planteamiento y desarrollo argumental del film es tan sencillo que camina por una explicitud sublime la cual prescinde conscientemente de los rellenos para ir directamente al cruel grano. Esta suculenta virtud hace posible las representaciones o los paralelismos planteados a través de los protagonistas, prototipos de humanos, dentro de un barco-mundo recreando los impulsos y acciones que hacen de la humanidad lo que es. Somos lo que somos, la vida es importante, se desenvuelva como sea, simplemente es tiempo de ser conscientes que qué somos y qué nos gustaría ser.
Tras el placer de poder ver “One on one” en el festival del 2014 el autor coreano nos demostró que su vuelta al séptimo arte no era ni pasajera ni superficial y se ha colocado por derecho propio como artista-pensador imprescindible como este film. Obra maestra.
Para cerrar este glorioso día qué mejor que con un clásico que cumple cuarenta añitos como “La visita del vicio” del malagueño José Ramón Larraz, al que perdimos en el 2013.
El film cuyo argumento desafía estamentos, sexualidades y moralidades enquistadas, reflejo de una época de gran efervescencia de libertades, no deja de sorprendernos incluso en un primer visionado hoy en día precisamente por su modernidad. Lesbianismo, trio no amoroso sino sexual, mujer empoderada o el desnudo primigenio son ingredientes de este gran trabajo alejado de opulencias -su carencia de una banda sonora que potencie escenas es sublime- y minimalista al extremo. Larraz deja de lado congruencias y lógicas conectivas para plantear lo que quiere sin prejuicios y con un desfogamiento encapsulado tras una paralizante dictadura. Un placer.
Con esta estupenda jornada pasamos el ecuador del festival ¡Venga un nuevo día!