La maratón más esperada del año

Las doce horas cada año parecen más largas porque empiezan un poquito más tarde cada vez. A las ocho dio inicio la maratón y allí me encontraba yo con mi pijama del señor murciélago.



Antes de comenzar pudimos disfrutar de una performance espectacular en la que se colgaba con cuerdas a un señor… usando ganchos en su propia piel. Tras ello se balanceó durante varios minutos ante la atenta mirada del público.





La primera película me hizo querer gritarle a su director, “SUMMER OF 84” (François Simard, Anouk Whissell, Yoann-Karl Whissell, 2018) iba, como es tendencia últimamente, de un grupo de chiquillos en los 80 que se ven involucrados en movidas terroríficas -en este caso, un asesino en serie- me llenó de un hastío bastante evidente y me dejó con un único pensamiento: dejad de intentar que vuelvan los 80, no van a volver, ya basta de películas llenas de falsa nostalgia y el mismo argumento de siempre. Por supuesto, no se llevó ningún premio.





Las dos siguientes performances de este año consistieron en recuperar algunas de las míticas del festival y recrearlas para la cámara con la promesa de formar parte de un documental. La mala suerte quiso que una de las actrices sufriera un mareo y tuvieran que llevársela a urgencias.



La segunda película, sin embargo, trajo consigo la ansiedad y la desesperación así que no es de sorprender que se llevara PREMIO AL MEJOR GUIÓN (Pascal Laugier) y PREMIO DEL PÚBLICO A LA MEJOR PELÍCULA DE SECCIÓN OFICIAL. Y es que “GHOSTLAND” (Pascal Laugier) es una obra enrevesada y llena de giros argumentales, tratando un tema ampliamente explorado pero que siempre se puede renovar: la salud mental y la disociación de la identidad. La historia gira alrededor de dos hermanas, una de ellas escritora y fanática de las historias de terror, que se ven envueltas en un secuestro con ellas como protagonistas en su casa recién heredada en medio de ninguna parte. El guión navega los límites de la realidad y la percepción humana de la tragedia y los mecanismos de gestión de la misma. Una película intensa, desde luego.





La tercera película la presentó su directora, una señora irlandesa muy maja. “THE DEVIL’S DOORWAY” (Aislinn Clarke, 2018) es una película grabada en 4:3 bajo la premisa del Found Footage. La película sigue a dos sacerdotes que están investigando un supuesto “milagro” que ha acontecido (una estatua de la virgen María llorando sangre). La historia gira entorno a sucesos sobrenaturales, satanismo y posesiones demoníacas, pero su horroroso trasfondo está basado en una realidad: las conocidas como “Magdalene Laundries”, asilos católicos que acogían a mujeres sin hogar (prostitutas, embarazadas fuera del matrimonio, etc) y se las trataba con violencia y brutal opresión, estando sometidas al horror y casi la esclavitud. Lalor Roddy se llevó la MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO A MEJOR ACTOR con esta obra.





Y llegamos a la película sorpresa de este año… “ONE CUT OF THE DEAD” (Shin’ichiro Ueda, 2018), una película que resulta muy divertida y cachonda que gira alrededor del equipo de grabación de una película de zombies en una nave industrial de la segunda guerra mundial cuando, de pronto… ¡zombies reales atacaron! Una película con un formato curioso y divertido que se divide en varios actos y no deja indiferente a nadie, siendo el primero de todos un plano secuencia de media hora entera.





Y aquí termino, porque se me da bien dejar las cosas a medias y me fui antes de poder ver LASSO (Evan Cecil, 2018) y PUPPET MASTER: THE LITTLEST REICH (Sonny Laguna y Tommy Wiklund, 2018).


¿Qué nos deparará el festival el año que viene? ¿Quién será la inspiración de la 38a edición? ¿Se renovará el género o volveremos a sufrir la nostalgia de directores que no han superado los 80?



Por Asra Chueco