Un mes de visionados de los films más interesantes del panorama actual, 31 días que nos abren la oportunidad de disfrutar de lo mejorcito del séptimo arte. El Atlántida Film Festival ha vuelto.
En su novena edición, el festival apadrinado por Filmin, la plataforma cinéfila nacional por excelencia, ha prestado de nuevo un especial interés a Europa con una selección envidiable. Démos un paseo por algunos de sus títulos destacados.
Empezamos este recorrido por “En todo momento” de Nicolas Philibert. Este instructivo documental, o mejor dicho documento, acerca de la instrucción de la sanidad francesa, en concreto de los enfermeros, es un ejemplo de cómo con mínimos medios puedes articular un explícito pedazo de vida, como si partícipes de ella fuéramos.
No en vano, estamos ante el director de “Ser y tener” y es alguien, digamos, con tablas para mostrar lo que quiere o quizás lo que necesitamos, a esas personas que nos cuidan aunqeu parezcan invisibles.
La retrospectiva de este año ha recaído en Andrés Luque, director venezolano de origen y barcelonés de adopción.
El film es consecuente con su singular protagonista, que parece por momentos anclado en el pasado y por otro avanzado a su tiempo. Contraste o combinación a tener en cuenta.
Los choques divergentes también se ven representados en la extraordinaria “FUGUE” de Agnieszka Smoczynska, protagonizada y guionizada por Gabriela Muskala.
Sólo por el principio de este film ya merece la pena darle una oportunidad. Obviamente un gran arranque que apuntala sus intenciones y presenta las líneas que firmemente consigue mantener y llevar a buen puerto.
“Fugue” habla de la disrupción, de los puntos de inflexión y sobretodo de ser consecuente con uno mismo. El tono de terror con el que es tratado no es otra cosa que la máxima expresión de la psique de la protagonista, inmersa en una trastornada pesadilla.
Y del averno al paraíso de “La isla del tesoro” de Guillaume Brac.
Un trabajo de lo más curioso en el que al espectador no le queda claro si se trata de un documental o un falso documental, pero que sin duda nos brinda escenas de realismo, algunas entrañables, otras meramente expositivas, todas enmarcadas en un parque acuático.
Dada la carencia de un posicionamiento claro en cuanto a lo que muestra: bien, mal, crítica social o aprobación. El trabajo es de cada uno para ver lo que quiera ver: una explotación perversa de la naturaleza llena de normas creadas por unos aburridos personajes o el pedazo de cielo en medio de los complicados suburbios...
Y de las afueras surge el drama de “Blind Spot”, dirigido por la noruega Tuva Novotny.
Sólo acompañamos a los protagonistas durante noventa y ocho minutos en lo que aparentemente es una vida sencilla y normal, pero al puro estilo de Haneke, el film hace un giro brutal y todo se oscurece para subir un nivel al increíble trabajo actoral, llegando a límites emocionales. Que todo el film sea un titánico plano secuencia da más fuerza al acting y a las situaciones, de las que sólo puedes escapar cuando la cámara así lo desea. Toda una inmersión al sufrimiento, la frustración y el dolor.
Dolor que han de presenciar todos los implicados en “Ciudad de los muertos” del director madrileño Miguel Eek.
Rodado en el cementerio de Palma de Mallorca, este sencillo y sosegado documental nos presenta el funcionamiento protocolario de la muerte. Desde las ofertas del encargado de las exequias (ataúd, flores, músicos...), pasando por los tanatopractores (preparaciones del fallecido), hasta los encargados de las últimas posadas de los restos mortales tenemos la oportunidad de ver cómo es su trabajo, con la obvia peculiaridad que se halla en nuestras reticencias por un tema que preferimos dejar “para el final”, aunque claro, hay trabajadores que lo tienen como el pan de cada día.
Y de tener a no tener pan en el western “moderno” y lóbrego “Rabia”, del realizador Sérgio Tréfaut.
La ausencia de color no es tan sólo una característica del metraje del film sino casi una dinámica de los personajes y acontecimientos del film. El hambre, el deshonor, la injusticia y la tragedia rodean “Raiva” y es por eso que empezar con la consecuencia no lastra para nada el film, sino que justifica lo inevitable de unas personas incapaces de zafar el cruel destino que parece seguirles generación tras generación en un lugar sin esperanza.
Pero donde sí hay esperanza y mucha energía es en “Con el viento” de Bettina Oberli.
La excelente actriz Mélanie Thierry da vida a una granjera que junto a su pareja han decidido ser lo más ecológicos posible y tomar distancia de un mundo que parece no estar en sintonía con la naturaleza.
Empero, el espíritu de la protagonista, Pauline va mucho más allá de las tranquilas praderas y el arduo trabajo y su pasión por encima de los propios compromisos. La introspección será necesaria cuando la fuerza del viento irrumpa en su pedazo de tierra.
Lo que puede parecer un telefilm de mediodía por su argumento es en realidad un grito a tomar conciencia de uno mismo, plantear tus propósitos y desligarte de proyectos ajenos por muy bonitos que sean.
Algo que no le ocurre a la protagonista de “When the Trees Fall” de Marysia Nikitiuk, algo confundida con sus deseos y sus autolimitaciones.
Entre imágenes oníricas fruto del imaginario de una infante que quiere escapar de la realidad y una fría violencia, se hallan los deseos impulsivos de la protagonista que se siente encerrada en un presente poco halagüeño sin puntos de apoyo.
La confusión es una dinámica del film que pasa de tema en tema en ausencia de una fluidez narrativa, quizás a propósito dado el talante de los personajes, pero en todo caso, una falta a tener en cuenta en cuanto que impide una comprensión y por ende una buena asimilación de la obra.
Todo lo contrario es lo que nos pasa a los fans de la obra de Goya, los cuales son sentimos profundamente cercanos a su arte. Ahora bien, ¿qué sabemos de su muerte? “Oscuro y Lucientes” de Samuel Alarcón quizás nos ayude.
Todo vaga alrededor de la cabeza de Goya, la cual desapareció de entre sus restos mortales, historia morbosa que da pie a una investigación casi en tono de thriller en un documental que evita entrevistas y se nutre de una gran ambientación, una inquietante voz en off y nuestra aportación como espectadores ávidos de resolver el caso. Un acierto muy satisfactorio y una novedosa revolución del género.
Entre revoluciones pasea el film de Clément Schneider “Un violento deseo de felicidad”.
Un monasterio ajeno a la turbulenta refriega del París guillotinador, acaba recibiendo un destacamento de Revolucionarios ante la insatisfacción de la congregación.
Los tiempos cambian irremediablemente y así pues ha de valorar sus opciones un joven monje, el cual para mantener su pedazo de cielo en la tierra opta por abandonar su vocación y con ello crear su propio mundo. En este paradisíaco paraje, lejos de los derramamientos de sangre y las luchas sociales le acompañará en su transición la que se convertirá en su pareja, alguien sin revoluciones internas.
Y de parejas se presupone que va la fallida “EASY LOVE” a manos de Tamer Jandali.
Este estreno español nos deja entrar en la vida de varias parejas en teoría durante un intento de transgredir sus propias bases. Lo que nos encontramos es una cinta bastante moralista que no aporta nada nuevo y que, a la postre, resulta repetitivo y poco interesante.
Un tema que para muchos está de rabiosa actualidad y, por lo tanto, supuestamente interesante es el uso de las redes sociales y algunos de sus peligros y consecuencias en el contexto adolescente. Algo muy presente en “Ojalá te mueras :-)” (“Hope you'll die next time :-)”) dirigida por Mihály Schwechtje.
Sin embargo, aunque estamos ante una notable obra, no podemos dejar de pensar que ya va con retraso y que se coarta tanto en argumento como desarrollo, recordemos la excepcional “All About Lily Chou Chou” de Shunji Iwai, nada más y nada menos que del 2001, una cinta que no sólo fue capaz de hacernos navegar entre mensajes virtuales de una forma que todo el mundo emula, cambiando las reglas de la narración audiovisual contemporánea, sino que describe a la perfección esa volcánica y torrencial sensación juvenil con la que todo puede multiplicarse exponencialmente.
Recuperemos esa joya...
“Midnight Runner” de Hannes Baumgartner toca precisamente cómo la furia interna puede llevarnos a un camino oscuro.
En su sinopsis plantean la pregunta de ¿Cómo se convierte una persona normal en un asesino? Obviamente la raíz es algo equívoca, pues el protagonista no es normal, si entendemos la normalidad como la estabilidad emocional y social. La falsa creencia de omnipotencia mezclada con un sentimiento de inferioridad es lo que lleva a Jonas Widmer a perder de vista el horizonte y destruir toda posibilidad de equilibrio.
Esta contundente película carente de banda sonora, basada en hechos reales, intenta mostrar cómo la búsqueda del éxito profesional -patriarcalmente entendido- puede ser sólo una válvula de escape, un intento de compensar problemas internos no resueltos, un peligro deshumanizado para sí mismo y las otras...
Este filme enlaza a las mil maravillas con la joya del festival, la impactante “Domestik” de Adam Sedlák.
Dos obsesiones se unen, por un lado ser madre, por otro ser el mejor ciclista del mundo. Colisionan las expectativas sociales tradicionales de hombre y mujer.
Con esta impresionante premisa que se expone con toques de cine fantástico y de terror el resultado no podía ser mejor. Y es que el film tiene la virtud de cocer a fuego lento un gran ágape sin que el proceso canse, mas todo lo contrario cree casi una necesidad de seguir viéndolo evolucionar aun sabiendo que nos dirigimos al abismo.
Todo aquel que vea “Domestik” con unos ojos bien abiertos podrá ver y entender todo lo que abarca, sus significados, sus detalles y toda una consecución de metáforas y no tan metáforas de una sociedad que está perdiendo el rumbo por mantener enquistadas unas reglas autoinfligidas que distan de la libertad o de esa ansiada y buscada felicidad.
Imprescindible.
También acercándose a esos conocimientos generacionales que hacen de nosotros lo que somos se encuentra “Young & Beautiful” de Marina Lameiro.
Este documental, todo lo que tenía que haber sido lo que Winona Ryder intentaba hacer en “Reality bites”, es una pieza sin pretensiones y llena de pureza que nos toma de la mano para conocer a unos amigos de la directora en un momento de crecimiento en sus vidas que otros podrían denominar crisis.
El documento sin pelos en la lengua tiene la virtud de exhibir las cosas como son para muchos ya no tan jóvenes y sin embargo nada decididos a darse por vencer por un statement generalizado que los esclavizaría y alienaría, si la contra es la desesperación , se llevará con una sonrisa, no queda otra.
Pero para pocas muecas está “Hellhole” de Bas Devos, una obra a camino entre la crítica social y el drama postraumático.
Tras el atentado en Bruselas sus habitantes siguen sus vidas, algunos con toda su penuria, otros en shock, muchos como si nada, pero todos diferentes de algún modo.
El agujero del infierno parece abrirse en esta capital europea, este corazón de un continente viejo y cansado, en esta asfixiante película en la que nadie parece que vaya a avanzar sin dar un cabezazo a la realidad; no hay avance, como indican sus tres pans circulares a ninguna parte, el sinsentido de un mundo que está perdiendo más que ganando.
Y si no hay nada que perder, por lo menos saber cuáles son tus orígenes como intentan los protagonistas de “El Retorno”, documental intimista de Malene Choi.
Recordándo, salvando las distancias, a “Lost in traslation” por lo que a la búsqueda en tierra ajena que anhelan sus personajes principales, el film es un entrañable relato de cómo personas venidas de diversos y lejanos países buscan a sus padres biológicos en Corea.
Varios temas se mezclan como el desarraigo, la incomprensión de no formar parte realmente de ningún sitio, el hueco biográfico, las dudas irresolutas… Todo hacia un enfangado proceso vital que puede atorarnos irremisiblemente.
Para cerrar este recorrido por el 9o atlántida Film Festival, hemos dejamos para el final una obra escogida de otro de los homenajeados del festival: “Kes” de Ken Loach.
Esta oda a la fortaleza y la superación personal dentro de las peores circunstancias, es una lección de cine en toda regla.
Con atisbos totalmente permitidos y admirados que nos remiten a los “400 golpes” de Truffaut, el director inglés sabe articular una emotiva historia de un niño y su dura vida cotidiana sin aspavientos ni florituras, dejándo en carne viva una realidad difícil de plasmar sin caer en dramatismos baratos.
A veces las cosas son como son, nos gusten o no, conocer es lo más importante para alejarnos de la inoperante y poco evolutiva indiferencia en términos humanistas.
Todo un regalo para los sentidos.
Concluimos este breve trayecto con la certeza de que hemos podido disfrutar de uno de los festivales con mejor programación del momento a sabiendas que en las próximas ediciones se mantendrá este listón, ya muy alto.
Os dejamos seguidamente el Palmarés:
Premio de la Crítica ACCEC: Chris the Swiss (Anja Kofmel)
Mención especial ACCEC: Blind Spot (Tuva Novotny)
Premio del Público: Sons of Denmark (Ulaa Salim)
Película más vista: Acid (Aleksandr Gorchilin)
Y empecemos la cuenta atrás para su primera década…