“Carmilla” es la elección para dar el pistoletazo de salida del tercer día del festival.
Dirigida por Emily Harris y basada en la obra que dio “origen” al relato de vampiras, va mucho más allà de lo esperado.
A la luz de las velas, no necesita de muchos artilugios para rodar con contundencia una historia notablemente ambientada y excelentemente escrita. Todo transcurre a través de insinuaciones, encorsetadas frustraciones, temores morales y las creencias que todo esto genera: la maldad de la mano izquierda, la sinistra; la belleza como fuente de malignidad; o el librepensante que no se coarta y se expresa, sin duda un diablo corruptor de almas “puras y dignas del señor”.
Un maravilloso trabajo que introduce el despertar sexual entre personas de un mismo sexo dentro de una sociedad viciada por unas normas y unos prejuicios difíciles de esquivar.
Con este buen gusto en la boca continuamos el día con “Breve historia del planeta verde (brief story from the green planet)” de Santiago Loza.
Preciosa metáfora que nos habla de cómo los extraterrestres existen, aunque no los hayamos visto nunca y quizás no son tan diferentes como pensamos.
Partiendo de la base de que une trabajadore sexual vuelve a su lugar de origen tras el fallecimiento de su abuela y emprende su última voluntad junto a sus mejores amigos, a saber, regresar el cuerpo del alien que le había hecho compañía durante años a su casa, esta película Argentina es capaz de solventar lo bizarro del argumento para convertirlo en una entrañable historia de comprensión de lo diferente.
De hecho, lo más probable es que los verdaderos aliens sean aquellos que prefieren el odio, lo normal, lo que se separe del sentimiento más humano, del amor incondicional, no es de extrañar que se pueda desear la evasión de un planeta así de verde.
Cerramos una jornada más con una apuesta por un film que retoma uno de los episodios más oscuros y morbosamente famosos de los estados unidos de América.
Mary Harron presenta “Charlie Says”, en principio un filme basado en las declaraciones de tres integrantes de la secta de Manson que participaron en varios asesinatos, las cuales llevan desde los sesenta en prisión y desgraciadamente, seguirán en ella.
Con una clara intención de poner de manifiesto la clara dominancia machista del líder homicida, la directora consigue el objetivo aunque pecando en la excesiva aparición del mismo durante, también, excesivos flashbacks.
La intención es de agradecer, pero lejos de poner a las chicas como víctimas de una sociedad incapaz de comprender la verdadera libertad que crea hombres con delirios de divinidad patriarcal, las acaba destrozando en vida con un sentimiento de culpa que sólo comprende alguien que ha abandonado su yo loco.
Aunque su última escena está fuera de lugar, se trata de un trabajo bien hecho, aunque desgraciadamente demasiado americano.