Crónica de la 16ª Mostra Africana de Barcelona

Primer día de la Mostra

La Mostra empezó ayer las proyecciones en los cines Girona, en lo que fue la verdadera puesta de largo de esta edición, y el sabor de boca que dejó en los asistentes no pudo ser mejor. Y no me refiero a los refrescos caseros de gengibre e ibiscus que se ofreció a la concurrencia, obra y gracia de Fátima, una portentosa mujer senegalesa de gran experiencia vital y don de palabra; sinó que pudimos ver dos de los trabajos que se  proyectaron y la calidad de estos fue altísima.

Empezamos la tarde con "State of Violence", de Khalo Matabane (Sudáfrica, 2010), un durísimo retrato sobre la realidad del postapartheid. Esta película de ficción, nombrada Mejor película africana en el último festival de Milán, nos acerca a la vida de Bonedi, de 35 años, empresario negro que acaba de ser nombrado director general de una compañía minera de Johannesburgo. Después de celebrar el nombramiento con su esposa Joy y unos amigos, un hombre ataca a la pareja y mata a Joy. Cuando Bonedi decida vengarse y encuentre al asesino, descubrirá que esta tragedia tiene profundas raíces con su violento pasado. El círculo de la violencia es dificil de romper y Bonedi lo vivirá en sus propias carnes.


               
No es fácil afrontar el visionado de esta película, principalmente por la dureza de su historia y su amarga y pesimista metáfora, además de una puesta en escena casi documentalista -Matabane es un reputado realizador de documentales- que no solo narra los acontecimientos gélidamente sino que muetra ciertas situaciones violentas con una gran crudeza hiperrealista que, sin duda, helará la sangre de todo espectador sensible.

Técnicamente es una película más que correcta, filmada en formato digital y con una fotografía extremadamente realista que hace aun más áspero el visionado, siendo esta una elección que refuerza la sensación de estar ante una historia desprovista de cualquier atisbo de esperanza.

Sin duda, la historia reciente de Sudáfrica es durísima y todavía queda mucho camino por recorrer. Y más aun si atendemos a lo que nos cuenta esta película, pues cuando mucho apuntan a la necesidad del perdón como único camino para el fin de la violencia, Matabane nos insinúa que ni con eso será posible parar la espiral de violencia.

La segunda y última proyección que vimos fue “Le collier du Makoko” de H.J. Koumba Bididi (Gabón, 2011), una comedia de aventuras que, con el pretexto de la tradición folclórica de Gabón, compone un relato muy entretenido y trufado de gags y personajes para el recuerdo.

En la tradición del relato clásico de aventuras a lo Kipling, en este film se entrecruzan varias lineas argumentales que representan varios conceptos, entre ellos las dicotomías tradición-modernidad, amor-odio y fraternidad-enemistad, en un relato sutilmente bañado por la idea de la naturaleza como campo para el humanismo y en contraposición al egoísmo del mundo industrializado.

Otro punto a su favor es su gran calidad técnica, siendo un largometraje de ficción rodado en formato 35 milímetros, posibilitando así que la historia cuente con unos colores muy vivos y una calidad fotográfica soberbia.

La sinopsis ya os puede dar una idea de su estilo: una reina necesita el regreso del collar sagrado de sus antepasados para devolver el equilibrio y la prosperidad a su pueblo, por lo que uno de sus vasallos lo robará de la colección de un terrateniente francés iniciando así su persecución por parte de los sicarios del ricachón galo. Mientras, un científico protector de los ecosistemas y huraño con las mujeres trabaja en la reintroducción de los leones en su país, acompañado de una alocada periodista francesa que le saca constantemente de sus casillas. La historia de todos ellos se entrelazará a través de un joven huérfano que no quiere separarse de su león y de una panda de patosos ladrones. Y de pigmeos, escorpiones, persecuciones por la selva... todo un cóctel que sin duda hará las delicias de cualquier espectador con ganas de pasar un buen rato sin complicaciones argumentales ni reflexiones profundas. En definitiva, cine de entrenimiento de calidad.


En cuanto al dia de hoy, empezaremos esta tarde con la selección de cortometrajes y remataremos la jornada con el trabajo "Plus jamais peur”, de Mourad Ben Cheikh, un documental sobre la revolución tunecina que estuvo seleccionado en el festival de Cannes. Nos vemos por los cines Girona.

 

Crónica del viernes

El segundo día de proyecciones nos deparó una buena muestra de la realidad sociocultural africana, con unas obras muy comprometidas a nivel de valores y que, en la mayoría de los casos, abordaban las distintas problemáticas de una manera directa y sin tapujos, con voluntad claramente didáctica más que reflexiva.

Un claro ejemplo es el largometraje documental "Plus jamais peur”, de Mourad Ben Cheikh (Túnez, 2011), que recoge imágenes y testimonios definitorios de lo que ha sido la primavera árabe tunecina, en un acercamiento más propenso al reportaje que al documental y que, en su cercanía a los personajes, transmite la emoción y la trascendencia de tal gesta.

La llaman la revolución de los diplomados, en clara contraposición a anteriores revoluciones del país como la del pan o la del jazmín, puesto que esta vez el pueblo no se ha movilizado para reivindicar su derecho a la supervivencia sino que ha reclamado valores como justicia y honestidad. Por tanto, no es una revolución propiciada por el hambre sinó por la toma de conciencia. Como dicen en el documental, esa es la clave para tener esperanza en que esta revolución no será una más, sinó que marcará un antes y un después en la sociedad y la política del país.

Este trabajo tiene el acierto de estar pensado tanto para los propios tunecinos como para todos aquellos espectadores que tengan poca idea de la historia reciente tunecina, puesto que acompaña las entrevistas y el retrato "a pie de calle" con información sobre los precedentes de la revuelta y sus motivaciones. Quizás por ello se habla más del pasado y presente que del futuro, se indaga más en el "por qué" que en el "cómo", así que este trabajo será un buen punto de partida para los que quieran empezar a profundizar en el tema pero, para los que ya iniciados, pecará de tratar los temas de una manera un tanto superficial.

Por su parte, la sesión de cortos constaba de dos partes. En la primera de ellas se proyectaron tres cortometrajes de la escuela ESAV de Marrakech y, seguidamente, tres cortometrajes creados como ejercicio de clase dentro del Master de Escritura Cinematográfica de Saint Louis (Senegal), unos estudios impulsados por la organizadora de la mostra y tutelados por el realizador Moussa Touré.

El trabajo más destacable fue "Apnée", de Mahassine El Hachadi (Marruecos, 2010), principalmente por su apuesta por la reflexión abstracta y alegórica, en un relato bien medido en sus tiempos y cuidado en la ejecución. Así pues, su gran virtud es que en todo momento compensa perfectamente el peso emocional de la situación mostrada junto a la trascendencia de lo que sugieren dichas situaciones, con un "discurso dentro del discurso" que se descubre en un epílogo ajustado con la precisión de un francotirador. Valiente y contundente, no solo fue la mejor obra del día de ayer sinó uno de los mejores cortos que se han mostrado en las últims ediciones de la mostra. Sin duda, una certera parábola sobre el papel de la mujer en la mayoría de las revoluciones que han existido y existen.

En "Danse orientale", de Amine Smai (Marruecos, 2010), la temática era la primavera árabe en Marruecos, en concreto en Marrakech, pero esta vez narrada de una manera muy fresca e irónica. Quizás no funcionaba en todos sus lances, pero se agradece la frescura de su enfoque metalinguístico a la hora de tratar un tema tan fácilmente orientable al mero apunte de los hechos. No es un corto redondo, pero su atrevimiento posmodernista está bien medido y sabe estimular la complicidad y la comicidad en el espectador.

"L'or blanc", de Adama Sallé (Burkina Faso, 2010), fue el corto más duro de visionar. En él, de una manera muy realista, sin concesiones ni tapujos, se nos mete de lleno en la realidad de la emigración en su vertiente más trágica. Ambientado para la ocasión en el desierto del Sáraha, en relato sigue a dos hermanos que deberán cruzar este mar ese dunas con tal de llegar a Marruecos. Cuando la tragedia irrumpa, el superviviente deberá despedirse del finado, no sin preguntarse antes a sí mismo y al espectador -de manera literal- el por qué de esa lamentable situación.

En cuanto a los cortos del master, la tónica general fue la perceptible poca sutilidad de sus intenciones, muchas veces no del todo bien plasmadas a nivel narrativo e incluso empañadas por un apartado técnico en ocasiones mediocre. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que son prácticas de puesta en escena realizadas por los propios guionistas de las historias y que, por encima de todo, hay que destacar su voluntad humanista y social.

Así pues, "La fuite", de Babacar Ndiouck (Mauritania, 2011), constata la realidad de la ablación femenina en países africanos, por más que la narración peca de deslavazada y se abusa del efecto de mostrar imágenes de ablaciones reales.

Por su parte, "Songe d'une petite vie", de Bambado Baldé (Senegal, 2011), posiblemente el mejor corto de esta última serie de tres, plasma el día de un niño senegalés que vive en un barrrio de pescadores. Aislado del mundo de los adultos, en la soledad de su existencia, el relato le acompaña en su lento devenir, haciéndonos vivir una rutina que se repetirá día tras día hasta el momento en que se haga mayor y pueda convertirse en un pescador más de la comunidad.

Por último, "Ruer dans les brancards", de Daouda Idi Diawara (Mali, 2011), trata de concienciar sobre el problema de la contaminación ilegal de ríos, a tavés de una historia narrada de manera muy esquemática y que no conjuga bien el tiempo de sus imágenes con el de su narración de voz. En cualquier caso, al ser un trabajo orientado a una comunidad muy específica, guarda un gran valor didáctico fácilmente entendible por pequeños y mayores, sea cual sea su nivel educativo.

 

Crónica del fin de semana

Lleno total en muchas de las sesiones de este fin de semana, en una clara muestra del inmenso interés que despiertan en la ciudad condal propuestas de este tipo. Sin duda, la organización de la mostra ha vuelto a hacer un gran trabajo de programación, una selección a prueba de bombas de cualquier crisis que, tras cuatro días de proyecciones, ha puesto punto y final a los dieciséis años de historia de esta gran celebración del cine africano.

Como tantos otros espectadores habituales, sumándonos a su amplia familia de adeptos, esperamos que esta despedida sea solo un breve paréntesis y que, dentro de unos pocos años, podamos volver a sumergirnos en una de las cinematografías más desconocidas por occidente. Por el momento, solo nos queda darle las gracias de todo corazón a la asociación Ull Anónim, no solo por todos estos años de buen cine sino por su tesón y constancia en acercarnos la cultura africana. Hasta pronto; ha sido un placer.


Respecto a las obras que hemos visto durante este fin de semana, una de las que más no ha gustado ha sido "Notre étrangère", de Sarah Bouyain (Burkina Faso, 2010) , una largometraje de ficción que trata con mucha sensibilidad la perdida de las raíces africanas por todas esas generaciones que han crecido en occidente sin apenas contacto con sus familias, por ejemplo aquéllas que de bien pequeñas han sido adoptadas por familias europeas, como es el caso de la protagonista de esta película; mas también de aquéllas que han venido a occidente a trabajar y viven el día a día en un mundo que no alcanzan a comprender, en una sociedad que no les deja vivir más que al margen.


                                                 
Galardonada con el Premio Oumarou Ganda a la primera obra (FESPACO Burkina Faso, 2011) o el Gran premio del Festival d’Amiens (Francia, 2010), su historia nos acerca a la vida de Amy, una joven mestiza que vive en Europa y que decide regresa a Bobo, en Burkina Faso, para buscar a su verdadera madre, de la que no tiene noticias desde que a los ocho años se separó de ella. Pero al llegar solo encontrará a una tía con la que no puede hablar sin ayuda de una traductora y con el misterio sobre el paradero de madre, en una ciudad que le resulta extraña y en la que no consigue encontrar sus supuestos arraigos. Por su parte, Mariam, una mujer burkinabé de 45 años, limpia oficinas en París y hace años que no es más que una sombra furtiva que bordea la vida...

Técnicamente bien filmada, con aire costumbrista y muy buena inmersión en la sicologia de sus dos protagonistas, dos mujeres que estan inmersas en un mundo que les resulta alienado, la directora tiene el acierto de saber plasmar los tiempos de ambas experiencias vitales, que acaban siendo las del espectador. Aquí nadie tiene más razón que otros, por lo que la invitación a la reflexión es certera y honesta. Y es que ninguno de los personajes del film es culpable de nada, pues el relato es sabio a la hora de no meter en escena a los responsables de las realidades mostradas, pero sus acciones pueden ocasionar amargura a las personas que les rodean y, sobre todo, a ellos mismos; esta es la lección última del relato, plantearnos el por qué de esas situaciones de sufrimiento y el profundo desarraigo que hay detrás de ellas. Todos son inocentes, pero tienen su parte de responsabilidad en el asunto.


También nos resultó muy especial "Koukan Kourcia", de Sani El Hadj Magori (Níger, 2010) , una especie de documental ficcionalizado que, con el propósito de hablar sobre la emigración desde Níger de las últimas décadas, nos acerca a la figura de Hussey, una aclamada cantante que en los años 70 animó con sus canciones a la marcha de sus compatriotas hacia otros países, en busca de un futuro mejor para ellos y las familias que dejaban atras. La historia se situa en la actualidad, un una realidad en la que esos emigrantes nunca volvieron. En ese contexto, el realizador del documental convence a Hussey para que le acompañe en un largo viaje hasta Costa de Marfil, con el propósito de reencontrarla con los nigerinos exiliados para que les cante y con ello les convenza de volver a su país.


                                             
Lo más especial de este trabajo es contemplar el poder de la música en esa sociedad, en un registro sentido, vigoroso y vocalista comparable a nuestro cante jondo. No es menos especial la figura de Hussey, una mujer de tremenda personalidad y una voz incomparable. Por último, cabe destacar también el íntimo retrato que hace de las gentes de níger, de las que se explica poco pero se expresa mucho. Galardonado con el Prix UEMOA (Fespaco 2011) y como Mejor documental en Milán 2011.


Otro trabajo que nos sedujo fue el largometraje de ficción "Microphone", de Ahmad Abdalla (Egipto, 2008) , que habla sobre la joven comunidad artística independiente que habita en Alejandría, un grupo de inconformistas que tratan de abrirse camino en una sociedad anquilosada y reacia a salirse de la ya vieja norma.


                                           
La historia sigue los pasos de Khaled, quien al volver a Alejandría después de varios años fuera descubre que es demasiado tarde para revivir la relaciones tanto con su antiguo amor como con su padre. A partir de ahí, su errancia por la ciudad le irá descubriendo una escena alternativa en la que hay artistas de hip hop que actúan en las aceras, músicos de rock que tocan en los tejados o grafiteros que atacan la ciudad en la oscuridad de la noche.

Rodada de manera muy independiente y auspiciada por los propios artistas que retrata, su estilo fresco y su vibrante retrato "a pie de calle" nos hacen disfrutar de las creaciones de este colectivo mientras descubrimos los aspectos sociales e intelectuales de los que luego serian los máximos artífices de la Primavera Egipcia.

Premiada con el Tanit de Oro (Festival de Cartago, 2010), Mejor película árabe (Festival de El Cairo,  2010) y Mejor montaje (Festival de Dubai, 2010).


Por su parte, el interesante documental "Le cri de la mer", de Aicha Thiam (Senegal, 2008) , nos mostró el problema de la emigración ilegal en Senegal, un país en donde cientos de jóvenes se lanzan al mar intentando llegar desde allí a las costas de Canarias e incluso de Barcelona, por lo que muchos de ellos perecen en el intento.

En concreto, nos muestra la lucha de Yaye Bayam Diouf, una mujer que perdió a su hijo cuando éste quiso llegar a Canarias en un cayuco. Hoy en día, en su barrio, Thiaroye dedica su vida a luchar contra la inmigración clandestina, concienciando a las juventudes locales y dando apoyo a todas las madres que han perdido a alguno de sus hijos.

Si bien el documental se centra en la experiencia de esta mujer y la cooperativa que ha montado, nos muestra también el duro testimonio de un superviviente de una de estas travesías y, en un determinado momento, deja bien claro que el problema de la emigración ilegal, que como todos sabemos es la pobreza, viene dado una vez más por los tratados de pesca que los altos cargos de ese país han pactado con la comunidad europea, unos acuerdos que se suceden en muchos otros países africanos y que, en resumidas cuentas, posibilitan a los países europeos pescar masivamente en las costas de ese continente, dejando sin peces a sus comunidades de pescadores.


En cuanto a la sección Mamá África, un espacio dedicado a aquellos trabajos que exploran las raíces africanas existentes en los países de sudamérica, fueron tres los trabajos proyectados, todos ellos documentales y centrados en Colombia.

En el primero de ellos, "Mamá Chocó", de Diana Kuéllar (Colòmbia, 2010) , se nos propone un viaje imaginario de regreso a la tierra que dejó una mujer chocoana desplazada en la ciudad de Cali, siendo en todo momento una evocación permanente de su hogar y de su deseo y lucha por volver a tener un lugar digno donde vivir. Esta mujer, que tuvo veintiséis hijos y casi cien nietos, representa pues el espíritu de los desplazados colombianos, a los que va dedicado este documental y de los que muestra las calles del distrito de Aguablanca, con sus cantos e historias sobre Chocó, su región original, desolada y abandonada a causa de la guerra. Una obra emotiva y reivincativa sobre una de las muchas tristes realidades de Colombia y otros países de sudamérica.

En "La toma", de Colectivo de la Toma (Colòmbia, 2010) , la reivindicación se basa en denunciar que el gobierno colombiano hace tiempo que entrega títulos de propiedad y licencias ambientales a multinacionales para que estas exploten sus minas de oro, sin consultar previamente a las ancestrales comunidades propietarias. Con tal fin, este documental realizado por sus propios protagonistas, cuenta el sentir y las acciones de un pueblo que ha luchado incansablemente por conservar su cultura y su territorio.

Por su parte, "Kuagros", de Rodolfo Palomino Cassiani (Colòmbia, 2010), nos explica los antecedentes y el cómo son actualmente los kuagros de la localidad de San Basilio, declarada patrimonio cultural de la humanidad en 2008 y primer palenque libre de América. Realizado por un grupo de autóctonos de dicha localidad, este trabajo resulta muy clarificador para entender su estructura y su propia evolución cultural.



Por Javier Rueda Solves