La semana pasada tuvo lugar en Badalona la sexta edición del Cryptshow Festival, una apología al género de terror que, a diferencia de otros festivales, no sólo contiene cortometrajes. Documentales, música, literatura, cómics, pinturas y cintas de terror de distintas décadas completaron los cinco días de uno de los festivales más humildes para los amantes del fantástico, el terror y la ciencia-ficción.
DIA 1 - APERTURA Y CROWFUNDING
La sede del festival, El Círcol, acogió la mayoría de proyecciones durante toda la semana. Tras la presentación oficial del evento por parte de Toni Benages i Gallard, ilustrador, dibujante, pintor y director del festival, The changeling (Al final de la escalera, 1980) fue la primera proyección, siendo ésta gratuita. Todo un clásico del género de casas encantadas que sirvió para abrir el apetito ante una sobredosis de material fantástico. Acto seguido tenían lugar dos eventos al mismo tiempo: Por un lado, se proyectó la cinta japonesa Fasshon heru (La casa cachonda del terror, 2010), en la cual tres compañeros van a un salón de masajes para terminar viviendo una masacre repleta de erotismo y amputaciones. Un ejemplo del actual gore japonés para echar unas pequeñas risas. Por otro lado, en el restaurante Can Frai tuvo lugar una interesante mesa redonda sobre el crowdfunding organizada, además de por el festival, por la web de cine fantástico Judex. Entre los invitados se encontraron representantes de las empresas Kifund, Goteo y Joinmyproject.
Después de esos eventos para abrir boca, empezó la primera sesión de cortometrajes que competían por los premios Sierra Circular. El primero fue La granja, con caras conocidas como la de Pepo Oliva (Compañeros, 19982002) o Juanma Lara (Camino, 2008). Uno de esos títulos que demuestran que, más terrorífica que cualquiera amenaza sobrenatural, está la de la locura humana. El siguiente, Last seen on Dolores Street, estadounidense, resultó ser una de las tantas vueltas de tuerca con final fantástico. La última víctima, con Macarena Gómez (Sexykiller, 2008) y, de nuevo, Juanma Lara, fue el primero de una larga lista de cortos ante los cuales hubo que prestar máxima atención. Esto quiere decir tanto que algunos tenían un mensaje entre líneas como que otros dificultaban su propia comprensión. Una de las primeras sorpresas fue el cortometraje inglés Bobby Yeah: veintitrés minutos de stop-motion onírico y surrealista con influencias de Eraserhead (ídem, 1977), cuyo autor lleva un gran palmarés a sus espaldas.
La segunda sesión contuvo Vadim, de origen austríaco, y fue el primero en mostrar un hogar maldito. Intercambio, drama de terror protagonizado por Víctor Clavijo (Al salir de clase, 1997-2002), trató el tema del hambre durante la guerra y sus horribles consecuencias. Fase terminal fue uno de los pocos en abarcar el género zombie, aunque de manera bastante realista y con reminiscencias de 28 weeks later (28 semanas después, 2007), añadiendo drama a la historia pese a su previsible desenlace. Alastor, de Rafa Dengrà, director del Festival Fantosfreak, que se está celebrando durante esta semana, fue el aporte de sobredosis fantástica y de terror al festival. Finalmente, Io sono morta, de origen francés, fue el último corto del día con otra vuelta de tuerca en su desenlace. Como despedida, el equipo de The Crypts realizó una serie que, del mismo modo que la web series Splatter (ídem, 2009) de Joe Dante y proyectada en el año pasado, invitaba al público a decidir qué personaje moriría en la siguiente entrega. Aquí, dicho personaje siempre sería un miembro del equipo acabado el festival.
DIA 2 - TENEBRAEH!
El segundo día del Cryptshow Festival fue el más rico en contenido. La sesión se abrió con el pase gratuito de The monster of Nix (ídem, 2009), mediometraje musical de animación del artista alemán Rosto. Con un estilo de animación bastante curioso, que integraba imágenes reales en un entorno realizado por ordenador, la cinta cuenta con colaboraciones de la talla de Tom Waits y Terry Gilliam. Acto seguido, tocó el turno de Buenas noches, dijo la señorita pájaro, un giallo español dirigido por César del Álamo, director de Mí (ídem, 2009). La película, bastante humilde, juega con los tópicos del género que triunfó durante la década de los setenta. Entre el homenaje y la parodia, y gracias a un reparto medianamente aceptable, durante cien minutos se puede disfrutar de una historia con subtramas que no tiene mucho que envidiar a la producciones subvencionadas que inundan la cartelera.
Previamente a las sesiones de cortometrajes a competición, se entregó el premio anual Cryptonomikon en la librería Saltamartí, muestra de que el festival también apuesta por el casi olvidado género del relato corto. Entrando la noche comenzó la tercera sesión, que se inició con Voice over, compuesto por tres historias paralelas y con un desenlace muy emotivo. Nexo fue uno de los pocos que realmente inquietó. Con una sola localización, una idea simple y con la tecnología como medio, logró crear tensión a pesar de su corta duración. Splitting the atom fue uno de los que desconcertó. Éste no fue más que el videoclip de un single Massive attack, pese a que la línea entre cortometraje y videoclip es discutible. Last Christmas, al más puro estilo clásico, utilizó el terror y lo fantástico para crear un drama entre un niño y lo único que resta de su familia: su abuela. El último, Armadingen, de procedencia alemana y veintitrés minutos de duración, fue uno de los que más gustó al público. Mostró el fin del mundo que, visto por un anciano que no ha llevado muy bien los últimos años de su vida junto a su mujer, resultó ser de lo más interesante.
La cuarta sesión de cortometrajes fue una de las más variadas y, sobre todo, divertidas. El hijo 10, de producción nacional, reflejó con toques de humor y crítica los problemas de poder comprar un niño a la carta, escogiendo desde el género hasta su nivel de inteligencia. El falso documental The centrifuge brain project mostró, con grandes dosis de humor y unos efectos especiales perfectos, la evolución de diversas instalaciones en parques de atracciones desde los setenta hasta la actualidad. Sin duda, fue la proyección que despertó más risas durante todo el festival. El corto canadiense Attack of the brainsucker, ambientado en la década de los cincuenta, se centró en la obsesión de una niña con el cine de ciencia-ficción de la época. El peso recayó en la drástica y verídica solución que sus padres aplicaron. Decapoda shock, de Javier Chillón, también aportó comicidad al festival homenajeando las clásicas historias absurdas sobre mutaciones. Por último, Paths of hate, espectacular sorpresa polaca en forma de animación, retrató el camino que el hombre ha ido siguiendo durante siglos odiándose mutuamente y ansiando la muerte del prójimo.
Para terminar el día, tras otro capítulo de la mini serie Kill the crypt en la cual volvió a morir el mismo “personaje”, el grupo musical tenebraEh! entró en el pequeño teatro de El Círcol. Mediante instrumentos tales como saxo y piano o bajo, contrabajo y guitarra, el grupo debutó enriqueciendo el clásico de Tod Browning The unknown (Garras humanas, 1927). La experiencia mereció la pena, pues actualmente es prácticamente imposible disfrutar del arte del cine al unísono del musical.
DIA 3 – MOLINS CONTRA FANTOSFREAK
Viernes 13, tercer día del festival en el cual se pudieron ver más de veinte cortometrajes. La primera proyección fue una película, del mismo modo que en los días anteriores. El último fin de semana (ídem, 2011), de Norberto Ramos del Val, fue un cruce entre el slasher y el thiller psicológico. La cinta lanzó el mensaje de que, antes que una amenaza ajena a nosotros nos destruya, probablemente nosotros mismos nos habremos encargado de eso. Con la participación de Marian Aguilera (Los hombres de Paco, 20052010), Javier Albalá (Pelotas, 2009-2010) y compartiendo curiosamente a las tres protagonistas en Buenas noches, dijo la señorita pájaro, la película sólo tuvo el pequeño defecto de contener un planteamiento de extensa duración. Después tocó el turno de Sudor frío (ídem, 2009), de nacionalidad argentina y que, pese a una premisa absurda, logró tensar el ambiente con la nitroglicerina como protagonista.
Ese día se proyectó La muerte de Otilia Ruiz , con Aitana Sánchez-Gijón (The machinist, 2004), que supo a poco, al acercarse más al género de cine negro que al fantástico. Amor sacro contó una de tantas historias sobre el nacimiento del Anticristo, pero siendo éste hijo de una monja interpretada por Manuela Vellés (Secuestrados, 2010). Waffle no fue más que una pequeña anécdota con la típica familia loca. Leyenda, dirigido por Teixidor (Ayte. dirección en Eva y Le moine, 2011), fue uno de los más aplaudidos por su alto nivel de violencia perpretada por una niña de diez años. Y Overflowed, de director barcelonés y rodado en China -y en chino-, mostró la historia de cómo un hombre es capaz de sentir culpa por destruir su creación. Un giro a la usual imagen futurísitica del ser humano tratando a máquina como seres no vivos.
Entre sesión y sesión tuvo lugar la presentación de Avantgarde, una colección de DVD que recopila los mejores cortometrajes nacionales, empezando por los de más años de antigüedad para terminar con los más actuales. Después, prosiguió la proyección de cortos a competición con Metal creepers, un homenaje-parodia al gore de los noventa bastante divertido. The external world, del animador David O’Reilly, supuso un paréntesis de diecisiete minutos repleto de sketches hechos como Maya que dejaron a todo el público riendo mientras no se les quitaba la cara de desconcierto. El corto, que rebosa humor absurdo, ha recibido más de treinta premios en múltiples festivales durante los tres últimos años. En Martyris, stop-motion de origen mexicano, se pudo ver a un niño santo protegiendo a distintos personajes estrambóticos aunque no recibió mucha acogida por parte del público. Bunny the killer thing, de procedencia finlandesa, también quiso jugar con el slasher dándole un toque de humor bizarro que no terminó de cuajar debido a su irregular ritmo. La cuerda fue una clásica historia corta de terror con moraleja final y Flúor transmitió la obsesión de una persona hacia su dentadura.
Después del tercer capítulo de Kill the crypt, en el cual murió por tercera vez el mismo miembro del equipo, la acción se trasladó al restaurante Can Frai. Ahí, como en las batalla de gallos en el mundo del rap, tuvo lugar una batalla de programadores. Los enfrentados fueron Roger Sàbat, programador del Festival de Cine de Terror de Molins de Rei y Rafa Dengrà, director del Festival Fantosfreak. Sin embargo, a fin de cuentas todo pareció una excusa para pasarlo bien y llenar la noche con carcajadas mientras ambos proyectaron, consecutivamente, cortometrajes como El ataque de los robots de Nebulosa-5, Michina mechina, Mamá, Literalmente, Usted está aquí, The quiet, Suena mal y tiene eco, SuicidArte, Alimañas de Teutonia, El tren de la bruja y, como bonus track, la canción verídica Los putos traterrestres. La mayoría pasaron por festivales hace años, de modo que circulan por la red y algunos merecen la pena ser vistos para echar unas risas.
DIA 4 – SPLINTERED
Las tres últimas sesiones de cortos se proyectaron el sábado. La sexta comenzó a las 12 de la mañana, de modo que con el desayuno en el estómago se vieron algunos de los mejores participantes de todo el festival. El primero, Cross road, jugó con la famosa leyenda entre músicos de jazz acerca del pacto con el Diablo para conseguir talento y fama. Realizado en animación 3D, tuvo un final bastante original. ¿Por qué desaparecieron los dinosaurios?, que mezcló animación 2D e imagen real, hizo un análisis sobre las mayores incógnitas de la vida y el resultado de conocer su respuesta. Inquietante, con David Fernández (Pelotas, 2009-2010), fue otra de las historias sobre casas encantadas con final ambiguo. Refugio 115, ambientado durante la Guerra Civil Española, tuvo a la oscuridad como antagonista, pese a que recordaba en exceso a Darkness (ídem, 2002) de Jaume Balagueró. Cargols!, trabajo de final de carerra de Geoffrey Cowper (Arròs covat, 2009-2011), fue otra de las proyecciones que más gustó entre el público. Al más puro estilo de las películas de terror de los ochenta, el corto sorprendió por sus efectos especiales y guiños a otras cintas. Never ever open it fue uno de los pocos cortos que realmente consiguió asustar, creando tensión durante su duración para lograr un sobresalto en sus últimos segundos. Y A morning stroll, que recopiló tres estilos de animación, cerró la sesión haciendo una sátira a tiempos pasados, presentes y futuros.
Entrada la tarde, El Círcol proyectó el documental 30 anys de festival de Molins de Rei. Realizado por Paco Ruiz, consiguió transmitir en sólo treinta minutos las emociones de los organizadores y espectadores del festival desde su inauguración hasta su etapa actual. Le siguieron los cortometrajes fuera de competición Frankie, stop-motion de imagen real sobre un hombre y su pequeña creación, y El lamento del pescador, toda una veneración al cine y a la televisión de los años ochenta.
Tras estos, se proyectó Splintered (ídem, 2010). Su director, Simeon Halligan, asistió junto a su mujer, productora de la cinta, Rachel Richardson-Jones. Después de verla, ambos contestaron preguntas en la sala El Refugi. Según Halligan, la película es una historia de terror que “jugando con lo real y lo irreal, explica que el hombre es peor que cualquier criatura fantástica”. Pese a tener como premisa el mito del hombre-lobo, la cinta “realiza lo contrario que Twilight (ídem, 2008) y llega a criticar en segundo plano la represión católica en Inglaterra y a la Iglesia y su papel respecto a lo cometido hace décadas”. Los dos personajes antagonistas, interpretados por Stephen Walters (Hannibal rising, 2007), aterrorizan a la protagonista creando un “cuento de paso de la infancia a la adolescencia”.
Después del evento con Halligan y Richardson-Jones, el festival prosiguió y, de vuelta a el Círcol, comenzó la séptima sesión de cortometrajes a competición. El italiano Silence reinterpretó un poema de Poe con una lograda ambientación. Landpartie, austríaco, a pesar de ser del trillado género zombi, tuvo originalidad al ser completamente subjetivo, aunque podría haber dado mucho más de sí. La mina de oro, de Méjico, se centró en el popular miedo de las relaciones a distancia mediante chats. Le lac noir, francés, también requirió atención por parte de los espectadores. En una localización casi onírica, la fantasía y el terror se dieron la mano en una producción con una estética notable. En Ella se retrató, una vez más, la locura de un hombre y el cambio de su punto de vista. Y The yellow ribbon fue un relato con tintes folk con la popular cinta amarilla, que simboliza la espera de la vuelta a casa de un soldado, como protagonista. Su final fue ligeramente previsible pero aún así, entretuvo.
En la última sesión, la novena, se pudo ver Dirty friday, animación argentina en la que un maniático del orden delira con las posibles venganzas de su gato tras haberle castigado. CTIN! dio el último toque surrealista al festival. Con una ambientación y unos personajes estrafalarios, fue uno de los más particulares a pesar de no conseguir muchos aplausos por parte del público. El corto canadiense Romance combinó, con un toque de humor, amor y gore sin mostrar sangre y tripas en exceso: la posición de la cuchara da para mucho. En St. Christophorus: Roadkill, casi un mediometraje, se vio como un simple despiste en la carretera puede cambiar toda una noche por completo con pequeña crítica a la corrupción incluida. El último de todos, Foto, nacional, volvió a traer el género de terror puro y duro con una chica joven sola en casa acosada por una presencia a la cual sólo puede ver mediante su nueva cámara digital. Tras el visionado de todos los cortos, sólo restaba el último capítulo de Kill the crypt en el cual, por cuarta vez, se asesinó al mismo miembro del equipo.
DIA 5– LARRAZ Y CLAUSURA
El último día del festival estuvo dedicado, en gran parte, a José Ramón Larraz, director de clásicos como Polvos mágicos (ídem, 1979). Tras una pequeña presentación de él y de Celia Novia, ésta dio paso a su documental On Vampyres and other Sympthoms, centrado en la vida del director, sus días recientes y la escritura de un nuevo guión. Pese a contener numerosas curiosidades narradas por él mismo, el ritmo del documental fue lento y contuvo excesivo metraje de Las hijas de Drácula (Vampyres, 1974), cinta que se proyectó tras el documental. La película, tal y como previno Larraz, tuvo un alto nivel de erotismo lésbico adornado con hombres engañados sangrando de tanto en tanto. Pese a haber envejecido y notarse, Vampyres entretuvo lo justo.
Tras la proyección, Larraz volvió a subir al escenario y contestó cualquier pregunta que se hizo mediante divertidas anécdotas dignas de un gran narrador. Tras el homenaje que se le rindió, la entrega de premios comenzó al otorgarle un premio honorífico al director. Entre risas y diversas presentaciones, Le lac noir, de Victor Jaquier, fue la triunfadora de esta edición del festival. El cortometraje recibió los premios Sierra Circular Motroprim Concessionari Hyundai a Mejor cortometraje, Mejor director y Mejor fotografía. Last Christmas, de Geoff Redknap, se llevó dos: El Premio Kifund al mejor cortometraje, otorgado por la plataforma de crowfunding Kifund, y el premio a Mejor banda sonora.
El título que recibió el Premio del público fue Armadingen, que también consiguió que Gernot Hertel recibiera el premio a Mejor actor. Voice over, de Luís Berdejo, se llevó el premio al Mejor guión. Paloma Woolrich recibió el premio a Mejor actriz por su interpretación en La mina de oro. Y respecto a efectos, Till Nowak por The centrifuge brain project se llevó el de Mejores efectos especiales y Atelier Trompe l'Oleil, Julien Richard, Josselyn Refauvelet y Cynthia Scigliuto por CTIN! se llevaron el de Mejores efectos visuales.
Tras la entrega de premios y la proyección del principal ganador, Le lac noir, y de la serie completa Kill the crypt, el Festival Cryptshow 2012 llegó a su fin. Durante cinco días se han podido ver más de cincuenta cortometrajes de diversa índole y procedencia junto a películas, tanto clásicas como recientes, del cine fantástico o de terror y obras de arte y literatura. Más de seiscientas personas han pasado por El Círcol a lo largo de la semana y numerosos directores, productores y actores han hecho acto de presencia. El Festival Cryptshow ha vuelto a demostrar, gracias a su equipo y a sus colaboradores, que todavía hay gente dispuesta a desplazarse y emplear su tiempo con tal de disfrutar y apoyar tanto el cine no comercial como, los muchas veces olvidados, géneros de terror y fantástico.