Sitges 2012-Dia 7

          Es posible que durante una misma edición de un festival, un director estrene más de una obra; no lo es tanto, que se tenga la oportunidad de ver el trabajo de un padre un día y el de su hijo al siguiente. “Antiviral”, la opera prima del vástago de David Cronenberg, ha sido el primer film del día. En una sociedad futura absolutamente volcada en la superficialidad, el famoso se ha convertido en un producto consumible hasta niveles físicos extremos. El intento por cualquier tipo de comunión con la élite social se traduce en contraer sus enfermedades y comer derivados de ellos mismos. Se busca una unión física completa, una incursión en el cuerpo a nivel celular. Para acercarse a esta idea, el director opta por espacios antisépticos en los que irrumpen la sangre y las enfermedades creando un tipo de violencia silenciosamente rabiosa. La sociedad de consumo queda al descubierto como parte de una rueda difícilmente parable en la que sus engranajes se componen de adictos sin cerebro dominados por la economía.

Brandon Cronenberg logra, con su primera obra, ponerse a la altura de los primeros trabajos de su padre, diferenciándose de éste por una estética más fría y la creación de un ambiente algo más perturbador, y, aunque no quiera ser comparado con éste, es el mejor inicio que se podría hacer.

          Para contrarrestar la profundidad del anterior film, una comedia muy refrescante: “Grabbers”. El argumento, a simple vista, es algo estereotipado: en una tranquila isla irlandesa aterriza un meteorito cuyo contenido irrumpirá letalmente en las vidas de los habitantes; sin embargo, el resultado es una simpática película que nos saca la risa en más de una ocasión gracias a un guión lleno de referencias al género y prejuicios nacionales. Aunque se ha promocionado como una especie de “Gremlins”, se debe puntualizar que tan solo hay un plano en el que se alude directamente al film; en realidad, “Grabbers” está más cerca de “Los Critters” con un poco de “Alien”. Por lo que respecta a la parte técnica, el uso de planos circulares y múltiples escenas rodadas con steady cam le da al film una gran naturalidad. En conjunto, todo un divertimento, que, en contra de lo esperado en un mundo cada vez más políticamente correcto, aboga por el alcoholismo.      

 

          “The weight” es el resultado de un cúmulo de incoherencias argumentales y carencia de talento tras la cámara. Teniendo en cuenta, sobre todo en esta época de recortes, el gran esfuerzo que requiere la producción de un film, el hecho de que este tipo de proyectos vean la luz es casi insultante para el público. Un tema tan serio como es alcanzar tu propia identidad es tratado con morbosidad, frialdad y falta total de empatía. Queda patente que el responsable de la película no entiende lo que tiene entre las manos y, por lo tanto, es incapaz de transmitirlo en imágenes, creando un producto aburrido e insustancial.

          La temática de la presente edición del Sitges film festival es “El fin del mundo”. En este sentido, en Brigadoon se han propuesto diversas charlas de las que destaca: “Imatges de la fi del món: motius visuals del cinema apocalíptic” conducida por el crítico de cine Gerard Fossas. En poco más de 45 minutos se han expuesto los símbolos o la iconografía común en películas de dicho género dando un rápido repaso a films como “Godzilla”, “La invasión de los ultracuerpos”, “The road”, “Los cazafantasmas” o “Fukkatsu no hi”, como ejemplos del tema. 


          Hay muchos tipos de apocalipsis, pero en “Caterpillar” podemos vislumbrar tanto el físico como el psicológico. Dirigida por el transgresor e irreverente Kôji Wakamatsu, esta incursión en la historia de Japón pondrá en carne viva a más de uno. Contextualizada durante los últimos años de la segunda guerra mundial, el director cuenta la historia de un héroe de guerra que vuelve al hogar privado de extremidades. A partir de entonces, se convertirá en un ser dependiente atormentado por los crímenes de guerra. La metáfora está servida.

Para el país nipón, la incursión en la guerra fue una decisión ambiciosa que culminó con la lección más amarga en la historia de la humanidad. Los pasos que les llevaron hasta ese momento no deben ser olvidados, la historia que no conviene recordar es siempre ignorada o rechazada por el poder, pero, sin ésta, perdemos la oportunidad de convertirnos en una gran especie, de ser realmente humanos.

 

          Otro día se acaba, pero no sin antes disfrutar del último trabajo de Tim Burton. En esta ocasión, este director, obsesionado con la ausencia y la totalidad de color, adapta un cortometraje propio basado en Frankenstein. Tras la muerte de su querido perro, Víctor se propone devolverlo a la vida usando su proyecto de ciencias. El problema vendrá cuando todos sus compañeros quieran imitarlo.

“Frankenweenie” es un excelente trabajo de animación en el que el amor por el género aflora en cada fotograma. Sin ánimo de spoilear, sólo decir que las referencias a los clásicos son introducidas con gran talento y no es necesario conocer la inspiración para disfrutarlo. El largometraje supera al corto con creces y de seguro este se convertirá en otro pequeño gran clásico dentro de la filmografía del realizador.

 

 



Por Silvia García Palacios