Crónica Sitges23. Primera parte



Una año más de Sitges, un año más de ilusión por el mejor cine de género del momento y unas ganas enormes de volver a pisar las salas que tanto nos han dado edición tras edición.


El 56È FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINEMA FANTÀSTIC DE CATALUNYA arranca por fin.


Empezamos la andadura de diez días por el principio, por la Inauguración: Hermana Muerte (Paco Plaza).




Con una excelente dirección, un montaje sublime y un gran amor por el cine de terror clásico Plaza toca la maestría en esta esperadísima precuela de “Verónica”. La elección del 4:3 en el formato ya es un indicativo contextual y de estilo que marca sus intenciones. La textura le da el tono adecuado para cada momento, desde el prólogo del celuloide vintage, hasta el final más “noventero”. El guión no se queda atrás, cerrando todas las líneas y derivando en un perfecto link con el film que “precede” argumentalmente. En resumen una elección maravillosa que demuestra cómo el cine español de género mantiene su ascendencia al virtuosismo del género.  



El contrapunto decepcionante del día llega con Suitable Flesh (Joe Lynch).






Este filme inspirado directamente en los noventa es capaz de emular todo aquello que no lo hizo épico, una carencia intencionada de perspectiva de género, estereotipadas actuaciones, un guión sin fundamento ni consecuente y oportunidades perdidas de jugar con lo planteado. Lo más sorprendente es que no se esconde en este sentido. 


Aparte del desastre sacado de una forma de hacer que no debería salir de su tumba, no sabe aprovechar lo más interesante que propone, el intercambio de sexos. Tras regalarnos una retahila insoportable de estertores en el que un ente “malvado” posee los cuerpos de les protagonistas, debemos creernos que un ser de cientos de años no solo es masculino (me perdí “el sexo de los demonios 1.0”),  sino que nunca habia habitado una mujer, regalandonos el insoportable paseo de manos sobre el cuerpo de Heather Graham. En resumen, un desperdicio de Barbara Crampton.



La necesidad de un baño, aunque sea de sangre llega con la doble sesión vampírica: En attendant la nuit (Céline Rouzet) + We Are animals (Thijs Bouman ).






La sesión, enmarcada dentro del sello Woman in fan nos presenta en primer lugar la historia de una familia aparentemente normal que acaban de mudarse a un pequeño pueblo relativamente aislado de la urbe. Pronto averiguamos el porqué de esta decisión, lidian con  la enfermedad de su primogénito, una afección que el mundo no asimilaría ni intentaría entender. La necesidad de sangre para alimentarse. La pulsion adolescente por ser parte del grupo, por vivir las experiencias que la edad demanda unido a las suspicacias de la comunidad y la ansiedad parental ante acciones cuestionables que se ven forzados a hacer precipita el desenlace, uno que nos recuerda a la desesperanza existencial de grandes clásicos del subgénero. Más que correcta metáfora de la incomprensión a la diferencia.








Satisfechas, seguimos con la segunda película de la sesión que guarda ciertos paralelismos con la anterior: la integración respecto a la supuesta normalidad y los actos “ilícitos” derivados del amor. El hecho de que el vampiro protagonista tenga inclinaciones homosexuales sin duda le da un toque especial y diferencial, pese a que en esta ocasión la moralidad es más cuestionable. 




La segunda jornada del festival empieza a lo grande con la última obra de Hayao Miyazaki, How do you live.





Emocionante pase en el que nos vemos las caras con todo el imaginario del fundador de Ghibli. A modo de recogida de todos sus trabajos anteriores, los elementos van apareciendo por doquier autoreferenciándose y consensuando una vida interior que durante más de medio siglo ha llegado al corazón de más de medio mundo. Nausicaä del Valle del viento, El castillo en el cielo, Mi vecino totoro, Kiki, Porco Rosso, La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro, El castillo ambulante y Ponyo, todas representadas bajo la estela del trabajo anterior El viento se levanta, tan cercana a su persona. 


Un film redondo en el que el humanismo del genio de Miyazaki sale a la luz con fuerza y determinación, como baliza ante un mundo que parece desmoronarse. A través del concepto de la superación del duelo del joven protagonista, sublima el hilo argumental hacia cómo vivimos, cómo compartimos este pequeño planeta y hacia dónde queremos ir como especie. Deja a un lado la desesperanza de su última película, deja aun lado la fantasía utópica y simplemente nos hace una pregunta. Por su parte, él se quedará en el barco y hará lo posible para navegar enfrentándose a vientos y mareas de destrucción. Nos pone los pies en la tierra y qué fantástica podría ser. Gran bocanada de aire cálido.






La sorpresa -y muy agradable- del día la tenemos con la película Club Zero.





Esta sátira cómica que aborda el consumismo impacta desde su estilo de dirección, frio y por momentos bizarro, permitiéndose el acercamiento y el alejamiento de la acción con planos fijos perturbadores, un peculiar diseño de producción -que bien nos recuerda a la filmografía de Wes Anderson- y un guión lo suficientemente potente como para crear la controversia y la reflexión.


La analogía está servida. Si el primer mundo “deja de comer” aun tenemos una oportunidad. La cuestión es la enorme convicción que requiere el ir “contra natura”, contra los estamentos, contra toda “lógica”. Quizás se necesita una mente sectaria para lograrlo. Por el momento, seguiremos meditando sobre esta obra y las posibles implicaciones que infiere, es posible que un día sea capaz de comer vomito si así lo decido. 



Seguimos con Wake Up, del colectivo perpetrador de las aplaudidas Turbo Kid y Verano del 84, François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell.




Correcta pero bastante decepcionante, el último trabajo de los canadienses se queda en película sin más de género, un kill ‘em all que no destaca en nada, que no parece tener un mensaje y que se convierte en un mero divertimento para profanos en el género. Ni siquiera la estética es un punto a defender, nada más alejado de sus anteriores aciertos.


Un grupo de jóvenes se adentran en un alter ego de “Ikea” para realizar un acto activista ecologista/animalista. El estereotipado malote del segurata se dedicará a cazarlos uno a uno cual lo que quieren proteger y tal parece que hemos de divertirnos con la extinción de las víctimas, cosa que me hace pensar en qué lado de la batalla están los creadores…





Una nueva luz solar nos ilumina en este caluroso Sitges y nos da por seguir el recorrido tenebroso de Where The Devil Roams de manos de la familia compuesta por Toby Poser, Zelda Adams y John Adams. Los Adams.





Maravillosa sorpresa gótica de folk horror americano. La familia de cineastas nos brinda esta guinda sórdida y oscura sobre una madre, padre e hija artistas en su intento de perfeccionar su número dentro del mundo del circo itinerante. Estos supervivientes viven según sus propias reglas, unas terriblemente sangrientas que representan el horror en la época de la Gran Depresión norteamericana. Rodada cual road movie, When the Evil Roams es un excelente y retorcido trabajo estético que se adentra en la maldad pura con toques fantásticos y deriva en un desenlace apoteósico.



Continuamos asombrados por el impacto de las imágenes del film anterior y pasamos a ver una inédita Retrospectiva de la homenajeada del Festival: Siesta (Mary Lambert).




 


Con un elenco completamente de lujo y protagonizado por una exuberante Ellen Barkin este filme es un perfecto representante del estilo de los ochenta con sus obsesiones enfermizas, pasiones extremas y un misterioso crimen. Empero, la inagotable y bizarra carrera del personaje principal es un viaje difícil de digerir aunque tenga todo el sentido argumental del mundo, la locura impresa es un componente complicado de dominar. A destacar el papel del recientemente fallecido Julian Sands a quien la directora dedicó sentidamente el pase. 



Fuerza bruta: Sin salida es la siguiente elección del día. Vuelve el Bud Spencer coreano para repartir golpes sin cuartel. Ma Dong-seok deja a los malotes sin escapatoria posible. 




Dirigida por Lee Sang-yong, en lo que parece una saga que traerá muchas entregas,  el film se nutre de la imponente figura del actor protagonista en una historia de policías y villanos prototípica. La introducción de las escenas cómicas despista ante la carencia de coreografías espectaculares a las que nos tenían acostumbrado con entregas anteriores del portento asiático, empero es un espectáculo disfrutable sobretodo con una sala de cine a reventar de fans.

  


Acabamos otro día con la brasileña Propriedade de Daniel Bandeira y los creadores de la recordada Bacurau.



En la línea de su anterior obra, el film es un clamor en pro del obrero versus los caciques, del pobre sobre el rico, el que da y el que toma.


El acierto más grande es poner el peso de la tensión en una persona aparentemente “inocente”, la mujer del dueño de unas tierras que se ha enriquecido gracias al abuso de los trabajadores de ésta y que ahora pretende venderlas y dejarles en la calle. En un momento de tensión entre ambos bandos, ésta se refugia en el coche blindado temerosa de las represalias de la turba. Esta separación física aparentemente tan simple ejemplifica también la división entre clases y plantea una analogía clara. Ella es parte del problema, ya que lo secunda, y por lo tanto, y en este caso, el enemigo. El desenlace es tan drástico como inherente.




Amanece en Sitges y nos encaminamos hacia el auditori del Melià para ver Omen (Bajoli).





Esta maravilla producida a varias manos entre Bélgica, El Congo, Países Bajos, Alemania y Sudàfrica es un film coral cuya historia principal nos narra la visita del primogénito, afincado en Europa, de una familia tradicional congoleña en aras de pagar la dote y presentar a su esposa. Podría tratarse de un reencuentro trivial si no fuera porque éste está “marcado por el demonio” y su mera presencia preocupa a todos en demasía.


En paralelo otras historias igual de significativas, desde la batalla de poder entre bandas callejeras de niños, las relaciones de pareja que no se aceptan -ya sea por homosexualidad o por xenofobia-, hasta la historia vital de la madre del protagonista. Todas ellas historias que acaban teniendo un nexo de unión y conforman un retrato de una sociedad con sus demonios y sus exorcismos.


Excelente film que destaca satisfactoriamente en su estética y desarrollo, llegando a cimas de perspectiva de género y comprensión del mundo.  



Nos pasamos al western con The Last Ashes.




Curiosa reinterpretación del western tradicional dirigida por Loïc Tanson que introduce el tema del caciquismo con toques de los años oscuros. En el Luxemburgo del siglo XIX existe una comunidad aislada que sobrevive bajo las normas y la moral heteropatriarcal de su líder, todo aquel que se opone a éste se enfrenta a la muerte, sin embargo, una niña escapa de las manos de Hades y vuelve años más tarde buscando venganza.


Bonita fotografía, un excelente diseño de producción y correctas actuaciones para un film que deja algo que desear sobretodo por la parte de la venganza, lenta y poco ejecutiva y que, aunque promocionado como proclama feminista y asi se muestra, no deja de poder simplificarse su argumento como un planteamiento de dominante frente sumiso. 




En esta línea y dentro del programa Woman in Fan, Appendage dirigida por la debutante Anna Zlokovic.





Body horror que habla acerca de las inseguridades personales, el film que mantiene una estructura bastante tradicional, destaca sobre todo en la exposición versus el giro de guión y en el alejamiento de la violencia como resolución final. 


La protagonista es una prometedora diseñadora de moda que se encuentra bajo mucha presión a nivel laboral y familiar, esto le provoca la aparición de un apéndice que empieza a controlar su vida, alimentándose de sus frustraciones y miedos. Sorpresivamente, más que controlar, esta “gemela malvada” pretende usurpar esa vida y empezará la carrera por no desaparecer del mapa. Los acontecimientos se precipitan cuando se desvelan estos oscuros planes y confluyen en un final en el que prima el aceptar tu parte oscura y cuidarla más que eliminarla. 




Y de eliminar, pero en este caso esposas, va La última señora Anderson (Eugenio Martín).








Un adinerado inglés es acusado de matar a sus esposas tras fallecer éstas en extrañas circunstancias, empero, sale libre de todo cargo y sorpresivamente se vuelve a casar poco después.


Las sospechas siguen señalándole y el inspector encargado del caso, interpretado por Jose Luis López Vazquez, no le quitará ojo de encima, aunque lo haga con un estilo muy a lo Clouseau. Al tiempo, parece que su nueva esposa no es lo que aparenta y entre medio hay un personaje misterioso que se ha escapado de un psiquiátrico. En resumidas cuentas un thriller bastante loco y entramado que no pasaría ningún filtro de perspectiva de género pero que es de aplaudir por su maestría a la hora de emular grandes clásicos del cine con, relativamente, pocas herramientas.




La nueva llama de un nuevo día e In Flames nos acompaña.





Dirigida magistralmente por Zarrar Kahn, In Flames es una perfecta representación de la situación femenina contextualizada en Pakistán. El film añade elementos progresiva y sutilmente acerca de la violencia inherente hacia la mujer y su pretendido papel en las relaciones íntimas, sociales y de poder que se incrementan en intensidad y acaban por producir unas llamas muy esperadas. 


La protagonista, enfocada en sus estudios, ha de lidiar con el conformismo de su madre, la intolerancia de sus compatriotas, el abuso de un familiar y un hecho traumático extremo y la forma de expulsarlo pasa por la proyección y todas las fases del duelo, culminando en un enfrentamiento maravilloso con su realidad y las vías para quemar y reconstruir. Excelente.



Excelente doble sesión con la chilena coproducida Sorcery dirigida por Christopher Murray.






Coproducida también por Alemania y México, este relato de identidades y colonizaciones con toques telúricos pone en el mapa a los Huilliches del siglo XIX. 


Controlados por terratenientes alemanes de rígidas convicciones religiosas, los habitantes de la isla han de soportar y aceptar el yugo. Tratados como cosas, sus vidas no tienen más  importancia que la servidumbre, para traer cierto balance existe la Recta Provincia, un grupo indígena que mantiene la unión con la Madre Tierra. 


La joven -y fabulosamente interpretada- protagonista busca justicia y en esa búsqueda llena de frustraciones decide abrazar sus orígenes hasta límites insospechados. Este camino traerá consecuencias, pero algunas consecuencias han de llegar en un momento u otro. Y parafraseando a una compañera periodista “mejor ser perro que colono”

 



Atardece en la preciosa ciudad que acoge el Festival y acabamos la jornada con All You Need is Death (Paul Duane).





La premisa del film es más que atrayente, la etnomusicología, y si la mezclas con género se multiplican las posibilidades. Empero, más allá del poder arcaico bien plasmado de una canción nacida antes de la historia misma, la película se pierde en el thriller y los cambios bruscos de desarrollo de personajes que, aunque parcialmente justificados, no acaban de cuajar lo suficientemente bien. Todo en aras de un final sorpresivo que no alcanza su máximo potencial.



Por Silvia García Palacios