Entrevista a Luis Colombo, director de Crotón el Grande



 



-Sensaciones de esta premiere mundial en B-Retina? ¿Cómo surgió la oportunidad de estrenar en este festival?

-Muy satisfecho, en general percibí que la película gustó, mucha gente se me acercó para preguntar por escenas. En cuanto a lo de estrenar aquí, me llamó Sabina Pujol, me sorprendió, desconocía la existencia de este festival pero ví que la película encajaba perfectamente. Espero volver en próximas ediciones.

-Antes de la muerte de Naschy habían rodado un 25% del film. ¿Hasta qué punto es su película?

-He tratado de ser fiel al guión de Paul, no podía desguazarlo ni desvirtuarlo, he sido respetuoso, aunque por ejemplo consideré que había un exceso de escenas oníricas y eliminé alguna que consideré que no encajaba. Sí incluí por ejemplo las vivencias imaginativas del protagonista cuando entra en coma y sufre fiebres tras ser herido en el río.


-La mezcla de géneros estaba en el guión de Naschy?

-Sí, el argumento principal de amigos en un circo ambulante, saqueadores de tumbas para robar joyas a los muertos, la entrada de un tercer personaje, la chica que distorsiona la realidad, que luego los dos amigos traten de matarse el uno al otro… he sido fiel a la historia principal, he tratado de enriquecerla por ejemplo con lo de la trama nazi, pero no deja de ser periférica.


-Seguro que se lo pasó en grande con su cameo como Von Kafren.

-Claro!! Me lo inventé, igual que lo de “ratitas, ratitas, pronto caeréis en la trampa!!”, es que realmente es muy cafre el personaje.


-Hay un salto al agua que homenajea la mítica escena de Dos hombres y un destino.

-Sí, y se rodó en cuatro escenarios diferentes: en el plano corto inicial el trío protagonista salta apenas un metro, luego hay un general en el que quienes saltan al vacío son especialistas del parque Terra Mítica, y finalmente en Campello rodamos los dos planos de la entrada al agua.







-Comenzó grabando para el No-Do en los 70 y tras décadas en TVE y Canal 9 conoce al dedillo tanto la costa como el interior levantino.

-En Alicante, por ejemplo, tenemos grandes escenarios naturales. En las Fuentes de Algar (Callosa d’en Sarrià) rodé Comando Terrorista (1990), lo hicimos pasar por la jungla nicaragüense.

-Por qué ha tardado tanto en estrenarse la película?

-No ha sido por tema económico. Cuando ruedas serie B, los actores, para poder vivir, suelen tener otros trabajos, has de rodar cuando puedes, frecuentemente en fin de semana, cuesta hacerles coincidir. Tardas años en rodar y montarla porque en la edición piensas “cómo no se te ocurrió este plano?” y si puedes lo haces a posteriori. Es como una paella: añades unas gambitas, un poco de sal… siempre uso este símil culinario.


-Ha ido asumiendo progresivamente más funciones en el cine, hace años que ya produce y dirige.

-Soy operador de cámara y director de fotografía, no soy el típico director intelectual que ha estudiado y ha escrito libros sobre cine. Salvando las distancias, llegué a la dirección como lo hizo Kubrick, que también era cámara. Es un paso lógico y coherente, pues el cámara controla el encuadre y el acting, la gramática de contar una historia no es complicada: plano general de diálogo de tres personas, luego planos cortos, algún plano detalle significativo y ya tienes la escena montada.


-¿Hasta qué punto no contar con sonido directo es un problema?

-Yo soy de la vieja escuela, lo doblo todo, el sonido original sirve como referencia pero no como sonido definitivo. Esta película la rodamos en verano, en el bosque el sonido de la chicharra es muy fuerte, era imprescindible doblarla, y añadir efectos de sonido del agua del río, el viento, etc. Si vas a un estudio de Barcelona o Madrid te cobran 25.000€, y realmente no lo necesitas: coges un vestidor, lo forras con gomaespuma y ya tienes una cabina. Pones un micro direccional y hace un sonido cojonudo. 


-En muchas películas y series españolas, si no pones subtítulos te pierdes.

-Hay una moda en el cine español que es el susurro, a veces retrocedo cuatro o cinco veces y sigo sin saber qué coño han dicho! El sonido es un mundo, como la cámara y la iluminación, pero a poco que sepas, te coges un direccional a 30 cms de la boca, grabas la frase y luego sincronizas con DaVinci, Premiere o el programa que sea. Cuando rodábamos en 35 mm había sonido directo, pero también se doblaba en estudio. Hombre, por ejemplo una road movie en USA, en coche o en moto, hay sonidos que debes respetar, pero los diálogos, donde le pasas la información al espectador, se tienen que entender.


-Crotón se va a proyectar en más sitios, ¿confía en que se edite, llegará a plataformas?

-Intentamos colocarla, estamos en conversaciones con plataformas como FlixOlé, Prime, Netflix y Filmin. Lo intentó con todas mis películas, pero no por hacer dinero, sino porque lo que quiero es que se vean. En Prime tengo Las aventuras de Moriana, una comedia murciana con Terele Pávez, sobre el tema del desahucio.






-Dijo que Paul Naschy era como un niño grande jugando a hacer cine. ¿Cómo fue trabajar con Jess Franco?
-Era otra historia totalmente diferente, Jess sabía mucho más sobre los aspectos técnicos y sobre dirección de actores. Cada uno a su estilo, curiosamente acabaron cada uno con más de 200 películas..


-Trabajó con Sáenz de Heredia, Berlanga, López Vázquez, Landa… y Vin Diesel!!
Cada uno tenía su personalidad. Empecé con Landa, que era sumamente humano y cercano. Vin Diesel está como una regadera, pero también es muy buen tipo, lo conocí en la Ciudad de la luz, rodamos dos semanas pero no encontró financiación para su Aníbal. Mala gente no he conocido, la gente que se dedica al cine no puede ser mala persona, el cine se lo impide.


-¿Qué pasó en la última etapa del fantaterror de origen setentero?

-Formamos el Naschy Team, queríamos hacer una o dos películas al año, pero al morir Paul, el alma del proyecto, la cosa quedó en nada. De hecho no soy especialmente fan del terror, y no me hace gracia que me den sobresaltos en el cine. Me tira más la aventura, la intriga o la ciencia ficción que el terror puro y duro.

-Y la Historia también le atrae desde siempre.

-Lo pasó en grande buscando historias, escenarios, indumentaria... El vestuario suelo acabar comprándolo, sale más barato comprar que alquilar. 33 años de oscuridad me gustaría proyectarla aquí el año que viene. Es serie B pero bien rodada y con buenos actores, provenientes del teatro la mayoría. Es la historia de Saturnino de Luca, alcalde progresista de un pueblo de Albacete en abril del 36. Se refugia en la cuadra de la casa del cura, para evitar que los fascistas y el cacique del pueblo le fusilen. La historia la tomé de Los topos, el libro de Manu Leguineche.


-Y Monjas a la sombra, su última película, también tiene base histórica.

-Sí, ambientada en la época de la Inquisición. En las familias, cuando tenías dos hijas la primera intentabas casarla con el marqués, y ponías la dote, pero para la segunda no había dinero y solía entrar en un convento, incluso con sólo 11-12 años. Los conventos acababan siendo prostíbulos, el monje confesor se follaba a todas, protegido por la Iglesia, las pobres monjas eran de usar y tirar. Nacían bebés a menudo, muchos nacían muertos, si no, los mataban, y los enterraban en el huerto del convento. Saqué la información de actas de la Inquisición, una monja acabó denunciándolo todo. 



-Su más reciente proyecto es autobiográfico.

 

-Un proyecto muy bonito basado en mi experiencia, una comedia sobre un equipo de rodaje en los años 70, buscándose la vida sin un duro, casi todo basado en mis vivencias y las de mi colega Antonio Mayans.


 




Por Manel Calpe