Rueda de prensa de Marta Montes, directora y protagonista de Sexión continua


 

 


Marta Montes se expresa con franqueza, sin medias tintas ni subterfugios, y por encima de todo destila pasión por el cine, la misma que desprenden sus películas. Sexión continua, de nuevo con su alter ego Martanuelle, abrió el festival B-Retina9 el jueves 19 de septiembre. En la tarde del domingo la directora atendió largo y tendido a los medios acreditados.






-La película nace de una necesidad vital y personal: sentir que podía hacer cosas con un equipo técnico nuevo, distinto al de Delirio profundo. En principio iba a ser solo un tráiler de tres minutos, de un giallo, pero con Miguel Guirado lo convertimos en un corto de 16 minutos, titulado Molicie. Es muy experimental y tiene que ver con un momento particular mío muy loco. De hecho, todas las historias tienen que ver conmigo, salen del estómago, por así decirlo.


-Proyectamos Molicie en Los Ángeles, donde hay un grupo de aficionados hispanoparlantes que reivindica las pelis españolas e italianas de los 70. Adoro especialmente a Alfonso Carrillo, es maravilloso estar tan unidos pese a tanta distancia, y es por nuestra pasión por el cine. Me animó a hacer cosas muy visuales, he recuperado el amor por el cine clásico, el mudo, el expresionismo, buscar lo visualmente chocante, y me vino la idea de hacer una película de episodios, al estilo Alfred Hitchcock presenta o Historias para no dormir. 


-Los móviles me provocan cierta perturbación, pero tienen cámaras de calidad y hay programas de edición gratuitos buenísimos. Trabaja con los medios que tengas, por mínimos que sean. Si tienes algo que contar grábalo, o si no simplemente graba lo que veas en la calle, el cine empezó así. No has de complacer a un productor, te puedes permitir ser experimental. Ahí está el futuro y la salvación del cine, no en seguir el dictado de las grandes compañías con su corrección política y el buenismo. Imaginación al poder!!


-Festivales como B-Retina son el reducto para los que experimentamos. Y estamos todos en el mismo barco, cualquiera que ruede me merece respeto. No me voy a reír porque hagas una nave espacial con una caja de galletas, la falta de medios te obliga a usar la imaginación. La serie B siempre ha sido marginada, pero ha reinventado el cine “A” muchas veces. El A, el B y hasta el Z se retroalimentan. Una nazi exploitation no existiría sin Portero de noche. Y cualquier serie B suele estar muy pensada estéticamente, no se busca lo cutre, se va al grano pero siempre hay una autoría. La palabra clave es libertad: tienes las ganas y una historia que contar? ¡Pues sal a grabar!!





-Emmanuelle negra para mí es un referente, de hecho la llevo tatuada. Ya que me expongo visceralmente me resulta más sencillo si utilizo un seudónimo, por eso me inventé lo de Martanuelle. Ya que no me dan el papel para hacer de Ágata Lys o Nadiuska, pues me lo doy yo misma. Me gusta hacer guiños con los títulos, La historia infinita alude a La historia interminable aunque la trama homenajea a Picnic en Hanging Rock, y es un corto muy especial para mí porque actúa mi hijo. La referencia de Martarella también es obvia, es el que tiene una narrativa más lineal, es una historia sobre explotación sexual, muy dura y chunga de ver. Cualquiera de los cortos podría tener vida propia, con Miguel usamos el concepto de cine orgánico: si quisiéramos podríamos tomar una de las historias y hacerla mucho más larga.  


-Me gusta que las pelis tengan mi sello personal, que los exteriores, cierta arquitectura urbana de los 70, esa época que me fascina, te den la pista clara de que es un corto o película mía, aunque luego te guste más o menos. Y se trata de ser atrevidos, estimular la mente, no dar todo masticado. Amo el cine, junto con la música son mis dos grandes pasiones, y cuando van juntas ya es el orgasmo. Trato de que os interese lo que hago, mientras me lo permitan las ganas y sobre todo el tiempo. Son proyectos personales, pueden ser fallidos, pero siempre salen de las entrañas. En exteriores incorporamos cosas imprevistas. Recuerdo en Emmanuelle en América cómo en el plano de los créditos a ella se le planta delante un tipo por la calle, ¡y lo dejaron tal cual! Se entiende porque el metro de celuloide iba caro, ahora con el móvil puedes repetir lo que quieras.


-Aunque parezca paradójico, Sexión continua es muy poco erótica, sería más porno, en el sentido de que he desnudado mi alma. No hay escenas de tetas, salvo una, y muy delicada, porque considero la sutileza visual más valiosa que lo explícito. Echo de menos que vayan de la mano erotismo y morbo, lo irreverente, aquellas escenas en películas de Eloy de la Iglesia, como en El sacerdote, con Simón Andreu y sus ensoñaciones con el personaje de Esperanza Roy. O Bestialidad, una historia terrible de zoofilia entre una mujer y un perro. La serie B no está reñida con el arte y ensayo, con la inquietud por el apartado visual. Corremos el riesgo de autocoartarnos, de caer en la complacencia y el buenismo para poder encajar en las plataformas.





-Me gusta que me conmuevan en el cine, que me llegue la historia, me da igual el presupuesto, y con las películas actuales me cuesta cada vez más. Ves la cartelera y se te cae el alma a los pies. En Italia en los 60 y 70 existía el subgénero de las lacrima movies, antes del boom de Kramer contra Kramer. Eran películas con familias rotas, niños con enfermedades mortales, todo desgracias, iban mucho más lejos que ahora. Veo demasiadas ganas de complacer, obsesión por la inclusión, y me lleva a preguntarme, por ejemplo: Freaks de Tod Browning era inclusiva? Ahora si metes discapacitados en una película, como se hace en las empresas para desgravar, sería inclusivo o sería insultante para esos discapacitados? 


-No es fácil conjugar el arte con el negocio, llevo tiempo reflexionando sobre esa relación, y viendo de nuevo clásicos de Greta Garbo, pelis como Casablanca, el cine de Bergman, la Nouvelle Vague. Quiero hacer una comedia sobre gente como nosotros, visceral, apasionada, que quieren hacer una película pero el productor les dice cosas como que tiene que salir un perro para poder vender mejor la peli. En blanco y negro, casi en tiempo real, algo entre Bogdanovich y Woody Allen. 






-Almodóvar es un buen ejemplo de cómo llevar la transgresión al terreno comercial. Se ha empapado de los más marginales y luego ha hecho taquillazos mainstream. En ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Hay una escena con Chus Lampreave muy parecida a la charla en la cocina entre Antonio Mayans y su hija en Camino solitario de Jess Franco. Son de la misma época las dos. Jess Franco hacía muchas películas al año, pero no era cine cutre, conocía muchísimo el medio, colaboró con Orson Welles en Campanadas a medianoche y Don Quijote, en su exilio trabajó en Francia y Alemania. También era muy visceral, conjugó muy bien su pasión por el cine y la comercialidad.


-A veces caemos en lo de “como no le gusta a nadie, me gusta a mí”. Aunque no sea fácil, hemos de intentar ser transgresores, buscar un revulsivo, pero también que lo que hagamos llegue a la gente. Delirio profundo cuenta una historia jodida de una familia desestructurada, pero utilizo códigos audiovisuales comprensibles, es peligroso quedarse estancado en el ghetto underground, es un arma de doble filo. Me gustan las comedias que cuentan un drama. Me encanta el humor negro de los 50-60, y películas como Atraco a las tres. Curiosamente, series como ANHQV contaban a veces historias jodidas a través de ese tipo de humor. Pero ahora, Torrente es humor negro? No lo sé, se mete con muchos temas pero no tiene nada que ver con Berlanga o Azcona.





-Lo habitual con las películas de poco presupuesto es este formato festivalero de un solo pase, como si fuera un bolo de teatro. Me gusta que las veáis en cine, igual que me pillaba pelis en el videoclub, la sensación de que no poseías algo, o que en todo caso podías grabar de la tele o la radio en el momento de la emisión, era muy excitante. En FlixOlé tienes la historia del cine español al alcance de la mano, pero es tan apabullante el catálogo que no sabes ni qué ver. Reconozco que es una visión muy romántica y poco productiva, la gente busca una buena distribución y hacer dinero, aunque a menudo se hacen películas presuntamente taquilleras y luego no va nadie al cine. Siempre esperas que tus películas puedan tener carrera comercial en salas, pero es muy complejo. 

 

-Mi madre hacía ropa, me ponía unas prendas que yo detestaba, pero luego con los años he rebuscado en los armarios para recuperarlas. Con mi hijo adolescente he plantado una semilla importante. Le llevo mucho a la Filmoteca, se rió mucho con Plácido. Y le gustó Oz, un mundo fantástico, una versión de la historia muy negra y turbia. Aún no le interesan por ejemplo Fulci o los zombies, pero es bueno que haga su propio camino. Ahora vamos al cine y estamos mirando el móvil, la atención no dura tanto, es la época de Tik Tok, aunque curiosamente la tendencia es hacer películas largas. Las nuevas generaciones disponen de herramientas muy potentes para contar historias, se trata de utilizarlas de forma artística en medida que se pueda, deconstruir el cine para salvarlo es cosa de todos, y festivales como éste ayudan mucho.



Por Manel Calpe