Un martes con dos platos fuertes

Un martes con dos platos fuertes: lo nuevo de los creadores de Amer y Drive.

                El director de la aclamada “Drive”, película a competición en la edición del 2011 y que ha conquistado a todo amante del género, vuelve con este sugerente título: “Only god forgives”. Más densa, más dura y más histriónica, la película es un descenso a los infiernos sin paracaídas y sin posibilidad de huida. Con esta trama, holga decir que estamos ante un trabajo asfixiantemente embriagador e increíblemente hipnótico. Las escenas son coreografiadas al detalle por Nicolas Winding Refn bajo el hiperbólico trabajo del director de fotografía Larry Smith sin dejar respirar a los espectadores ni un instante. En conjunto, un saber hacer consistentemente envidiable.

          

                Tras esta incursión al averno, una versión del mito de Orfeo del director de “Cure” con “Real”. ¿Qué es real y qué no lo es? Esa es la pregunta que no deja de hacer la película y que el director maneja muy bien. En este film onírico, las escenas se van sucediendo cual poesía gracias a sus imágenes y su banda sonora, atrapándote en un universo metafísico muy particular. A pesar de la reputación de su director, Kiyoshi Kurosawa, la película no queda lastrada por su ritmo lento gracias a guión consistente, y las dos horas de metraje pasan como si de un sueño se tratara.

                    

                Los creadores de “Amer”, una de las piezas más extraordinarias del cine de la última década, son los responsables de “L'étrange Couleur des larmes de ton corps”, film que en esta edición forma parte de la Sección Oficial. En la misma línea conceptual que su antecesora, junto con ese particular uso de colores básicos, este trabajo potencia aun más la creación de sensaciones e impresiones pupilares dentro de una historia resquebrajada por la locura y la carencia clara de una narración lineal. Con guiños a los grandes surrealistas del cine, el filme es llanamente una oda a la imagen cinematográfica. Imprescindible.

               

                 Por contra, prescindible es “Coldwater”, un pretendido thriller disfrazado de drama adolescente poco emocionante y nada empático. El director de la que en su día ganara el premio del Jurat Jove 2011, no ha conseguido repetir en esta ocasión la impresión que causó hace un par de años con “Bellflower”, un film mucho más personal y atrevido. Por mucho que se trate de una historia basada en hechos reales, no logra más que la pura indiferencia del espectador así como una sorpresa encontrarla en la sección Noves visions.

  

              Tras esta decepción volvemos nuestros pasos hacia el prado para la maratón de “Abductee” y “Proxy”. La primera, una versión japonesa de “Cube” muy notable donde la tensión se siente desde el primer momento conectando, a flor de piel, con cada una de las sucesivas escenas. Se trata de una mezcla experimental de terror y fantástico que en el mundo manga no podía faltar. La segunda, con un buen maquillaje y un trabajo de fotografía muy aceptable ha sido, no obstante, un tanto anodina. Resulta un compendio de escenas más cercanas al videoclip que al formato de película con un sentido difícil de desentrañar.

                

 



Por Silvia García Palacios