Séptima jornada del Sitges Film Festival. Todo avanti!
Cercanos a la recta final del festival empezamos el día con “Gallows Hills”, film de terror dirigido por el barcelonés Víctor García. Lo que en un principio parece ser un simple accidente, se convierte en una pesadilla sin fin para el protagonista de esta historia, cuya única intención era conseguir que su hija acudiera a su enlace con su nueva compañera. Y es que la trama, por muchos elementos fantásticos y truculentos que tenga, se reduce a una historia de amor paternal, ese amor incondicional que puede superar cualquier cosa, literalmente. Los toques demoníacos son también muy interesantes y bien introducidos, más el film peca de cierta carencia de credibilidad, a esto añadirle que se haya escogido un final abierto, no le ayuda.
El siguiente film del día es una entretenida comedia negra israelí que maneja de una forma admirable el tema del conflicto palestino, el cual introduce de forma poco sutil pero sin atisbar ofensas por ninguna de las partes. “Big bad wolves” nos recuerda directamente a "Prisioneros" (dirigida por Denis Villeneuve y estrenada en estas fechas) ya que se trata, más o menos, de la misma historia, la determinación de un padre que decide tomarse la justicia de su mano, quitándole, por supuesto, todo el dramatismo americano. En este caso, tratamos con personas rudas, de pensamientos claros y sin muchos miramientos ante sus acciones. En definitiva, mucho menos moralistas, algo de agradecer. Sin embargo, mientras la americana es en exceso lacrimógena, ésta es harto vanal para con un tema tan delicado, por muy divertidas que sean sus situaciones. Volviendo al tema central, nos quedaremos con la joya de "Lady vengeance" (Park Chan-Wook, 2005) a la espera de algo mejor, si cabe.
El género vampírico parece no tener ganas de retirarse de la oferta cinematográfica, tanto, que volvemos a vivir un auge del mismo. En "Only lovers left alive", Jim Jarmush decide que dos vampiros, en su metafórica y literal inmortalidad, sean las voces de la historia de la humanidad, el remanente perpétuo de la supervivencia y el sentido de la vida. Todo lo que está en clara decadencia más, aun, debe vivir. Los actores escogidos -Tom Hiddleston y Tilda Swinton-, la cadencia y la ambientación nos remiten agradablemente a "The hunger" (Tony Scott, 1983); sin embargo, este film dista de tener la profundidad y el efecto embriagador de aquella sin que esto desmerezca esta aproximación a un género casi siempre relegado a la sed de sangre en vez de a su vertiente simbólica.
Y precisamente de simbolismo carece, y de una forma desmesurada, el film "The philosophers". Planteado como un juego de filosofía, un grupo de alumnos deben enfrentarse a las hipótesis que su profesor les da ante un supuesto apocalipsis. Sin embargo, las constantes inexactitudes aristotélicas, unidas a un rasero moral sospechosamente reiterativo, no hacen otra cosa que constatar el hecho de que la película es una excusa barata para justificar las acciones del educador, alejándose de cualquier hilo argumental trascendental o lógico por mucho que el título del film indique lo contrario.
Empero, no hay lógica que impida que el siguiente film no se convierta en una obra de culto, no tan sólo por su evidente contenido documental único, sino también por el hecho de que está tratado de una forma muy amena, con un montaje divertido y unas entrevistas con mucho sentido del humor. "Jodorowsky's Dune" representa todo lo que pudo ser y no fue, la ilusión de un proyecto cuyo proceso traspasó su propia realización al tiempo que propició la génesis de muchas de las bases del cine fantástico moderno. La versión que el creador de la psicomagia tenía de "Dune" pasó a ser toda una joya dentro del imaginario colectivo y este documental es un contenedor con una pequeña mirilla al interior de esta increíble posibilidad. Todo un lujo.
Y de un lujo a otro dentro de la retrospectiva de Miike, uno de los grandes directores japoneses, dentro y fuera de sus fronteras. "Shield of straw" es su último proyecto y, aunque no pueda decirse que sea una obra maestra, tiene varios puntos interesantes. Un grupo de policías son asignados a la desagradable y peligrosa tarea de trasladar a un asesino en serie debido a que se ha puesto un alto precio a su cabeza. A partir de aquí, el interés reside en averiguar cuál es el límite de cada uno; el honor y la lealtad, dos pilares de la cultura japonesa se tambalean. Los paralelismos metafóricos están servidos. Puede que este director tan prolífico dé la impresión de darnos una de cal y una de arena, nada más lejos de la realidad.
Para acabar el día, tomamos un riesgo con Noves Visions y con lo que ha sido calificado como el Almodóvar francés:"Les rencontres d'après minuit". A parte de una estética de los ochenta-noventa y la presencia de multitud de tipologías sexuales, nada más tiene en común con nuestro manchego que siempre nos ha deleitado en sus obras iniciáticas con un estilo punk-cachondo que no vemos en ningún momento de este film. De hecho, el surrealismo patente crea un ambiente enrarecido que roza la incomodidad, algo, seguramente, no pretendido.