Arranca el festival con la ultima entrega de la saga rec dirigida por Jaume Balagueró por cuarta y -según se rumorea- última vez. Esta secuela traslada la historia del brote infeccioso a un barco en medio del océano siguiendo con la historia que dejó en la segunda entrega, aportándo más información del origen del contagio.
De nuevo, la protagonista femenina es Manuela Velasco, una asidua contra las hordas zombies nacionales. Junto a ella tenemos un gran elenco destacando a Ismael Fritschi, en el papel del friki informático, así como a Héctor Colomé, encarnando al científico “loco”.
Teniendo en cuenta la saga, estamos, probablemente, ante la más floja de todas sus predecesoras ofreciendo un guión trillado y poco original así como una dirección poco acertada.
Los fallos de guión son abundantes y casi todo el metraje se vuelve predecible derivando en un producto aburrido y meramente comercial.
Todo lo contrario hemos encontrado con la excelente producción australiana “The babadook”. En el film, los terrores nocturnos se hallan en toda su expresión y conforman un guión cuidado al detalle. Se trata de una película de suspense psicológico en el que una familia ha de lidiar con un proceso de duelo sin cerrar. El día del nacimiento del pequeño protagonista, su padre muere de forma brutal en un accidente de coche. Su madre, interpretada por una Essie Davis en estado de gracia, sufre de insomnio y su complicado vástago no le alivia precisamente su día a día. Tras leer una noche un cuento infantil bastante tétrico, madre e hijo empiezan a distanciarse de la cuerda realidad para adentrarse en un pozo psicológico muy oscuro.
Hay un gran trabajo en los pequeños detalles del film, el uso de los miedos más comunes en el ser humano dan fe de ello, por ejemplo la caída de dientes o la presencia de insectos. A la par van los efectos de la falta de sueño que padece su protagonista como la irascibilidad o la ineficiencia de la capacidad cognitiva. Todo lo cual concluye en un desenlace algo abstracto pues si bien hay explicaciones físicas para lo que ocurre, se deja la duda de que haya otra explicación sin que nada en el film te lleve a ella.
Jared Harris protagoniza esta mezcolanza entre posesiones y casa encantada de título “The quiet ones”. Si bien esta presentación ya sugiere su potencial interés, nada más lejos de la realidad. Irremediablemente tu mente extraña al “Caso Warren” de James Wan y la comparación es odiosa. Mientras en el film que nos ocupa la recreación de los sesenta se limita al atrezzo, en aquel, contextualizado en los 70, era un pieza más del estilo de las imágenes así como la actuación de los impecables actores; mientras el desarrollo de los personajes del film es abrupto y carente de lógica a partir de la segunda mitad (momento en el que el film se empieza a perder absolutamente) en el excelente film de Wan todo estaba más que bien atado en ese sentido. El único punto que podría haber sido de interés, el uso de terapias psicológicas experimentales que mataron a mucha gente, no se aprovecha en absoluto derivando en un drama familiar, para inri, trillado.
Empezando con la sección de Noves Visions, nos adentramos en un drama de Corea del Sur que ataca directamente a la violación. Con un montaje en el que a medida que avanza la historia vas desgranando el pasado de ese presente.
Estigmatizada y rechazada por quienes la rodean, la víctima, esta persona fuera de la norma deviene la disgresión y el elemento a esconder o tapar, repitiéndose la traición a la que su cuerpo fue sometida, pero esta vez a mayor escala. Crítica pues de la sociedad, el film no tropieza con excesiva emotividad en sus escenas, cosa que le añade crudeza al tiempo que la aleja de una visión dramático-artificiosa más común en el cine occidental.
La constante presión que recibe, Gong Yu, la protagonista, la lleva a buscar límites vitales que ningún adolescente debería siquiera imaginar.
En definidas cuentas, un film sobrio y contundente, alejado de desenlaces milagrosos o giros de guión sacados de la nada.
Para finalizar el día “Child of god”, anarquía en estado puro tanto delante como detrás de la cámara en este trabajo realizado por el también actor James Franco, el cual se guarda un pequeño papel en el film.
Este curioso proyecto sigue los pasos a un hombre que vive fuera de la sociedad en el bosque y su devenir entre la locura y el asilvestramiento autoinfligido. Por muy crudos que son los hechos y aunque acabe siendo la historia de un asesino en serie, es inevitable el pensar que siendo una persona totalmente fuera de la sociedad no tiene porqué seguir sus normas morales o legales, y siguiendo por esa lógica, se le tendría que cambiar la etiqueta de criminal por la de meramente animal, el que sigue sus instintos básicos.
Esta primigenia se ve plasmada también en el estilo naturalista de dirección, recreándose en demasía en determinadas escenas, acentuando el estado de ánimo así como la situación vital del protagonista. En resumen, creando veracidad. Todo esto denota una carrera potencialmente brillante para el autor. Habrá que seguirle la pista.