Cine Fest Brasil (II)

 

Esta semana hemos podido ver los cuatro films que nos faltaban, de entre los que ha destacado con luz propia el documental "El Hombre que Embotellaba Nubes", de Lírio Ferreira, pues siempre es un verdadero placer asistir al visionado de cualquier largometraje -documental o de ficción- que trate sobre algún aspecto de la cultura musical de Brasil, ámbito muy arraigado a la sociedad de dicho país que se traduce en una gran cantidad de ilustres estilos y artistas representativos de este gran fenómeno.

 

En el film que nos ocupa nos encontramos ante un completísimo documento audiovisual que, articulado sobre la figura del artista Humberto Teixeira, traza un exhaustivo recorrido por el Baiao, según muchos el origen del gran despertar de la moderna cultura musical brasileña. La conexión entre Teixera y el Baiao es fácil pues el primero fue el gran impulsor de ese estilo y, junto a su inseparable Luiz Gonzaga, llevó este ritmo norteño -sinónimo en Brasil de gente humilde y campesina- no solo a todos los estamentos y realidades de su país sino a impregnar a buena parte de los músicos del escaparate mundial de la época.

 

Técnicamente el documental es impecable, trufando su profuso metraje con numerosos materiales tales como imágenes de archivo de la época, entrevistas ad hoc, conciertos en directo, diversos tipos de animación, fragmentos de films... Si a toda esta gran cantidad de recursos le sumamos, como no podía ser de otra forma, una banda sonora simplemente exquisita solo nos queda añadir que este trabajo no solo hará las delicias de los iniciados sinó que sin duda captará nuevos adeptos a la "causa" del Baiao.

 

Igualmente amena, aunque mucho más liviana en intenciones y resultado, fue "La Mujer Invisible", de Cláudio Torres, comedia romántica al mejor estilo de las majors americanas que nos muestra como el cine mayoritario también tiene su espacio en la cinematografía brasileña. Por tanto no podía faltar una producción de este tipo en el Cine Fest Brasil de Barcelona.

 

Así, La Mujer Invisible es una producción que intenta hacer reír a todo el mundo -mediante la comedia de enredo- y algunos de sus gags, a la vez soeces y sofisticados, lo consiguen. Además, la trama no se queda en un mero vehículo para las bromas, sino que también deja unas pinceladas sobre la relación entre autor y obra, e incluso logra que los personajes sean capaces de llevar sus desgracias personales con gracia, evitando así la tendencia al melodrama que vuelve ridículas muchas comedias románticas americanas.

 

Sin embargo, Mujer invisible no es más que un entretenimiento gracioso, que se disfruta con la misma facilidad con que se olvida.

 

Más interesante -a la par que pretenciosa- resultó la estimable Romance, de Guel Arraes. Programada siempre justo después de Mujer invisible, Romance ahonda en la trama metaartística, abandonando a cambio la perspectica cómica, cuya trama gira alrededor de la historia de amor de Ana y Alfonso, que se inicia cuando ambos interpretan Tristán e Isolda.

 

Con este punto de partida, el film nos habla de diversos dilemas habituales en la familia y el trabajo: ¿el trabajo o el amor? ¿mi pasión o un trabajo más lucrativo? Además, vemos los bastidores de los mundos del teatro y la televisión, aunque en todo esto el film nunca tiene mucha profundidad, más allá de un par de detalles hacia el final que recuerdan a la reciente Los Abrazos Rotos, de Pedro Almodóvar.

 

Sostienen al film unas buenas interpretaciones, con actores que ya habíamos visto en otras películas del festival, como Andréa Beltrao (Verónica) o Vladimir Brichta (Mujer invisible), además de una buena fotografía que destaca especialmente en las escenas nocturnas y los fragmentos de las obras o películas interpretadas.

 

Por último, la película que más controversia género fue "Última Parada 174", de Bruno Barreto, sórdida trama "callejera" que nos entretuvo con su dramatismo tanto como nos indignó con su utilización banal de la triste realidad de las favelas.

 

Que el fin justifica los medios es una cuestión ética que divide en dos al ser humano, a quienes lo apoyan y quienes lo enfrentan. A nivel cinematográfico también podemos aplicar esta regla a la hora de evaluar este film, pues la propuesta de Barreto es un sórdido relato de construcción dramática simplona y esquemática, pretendiendo justificar su existencia en una puesta en escena que copia a otros éxitos de similar temática y misma cinematografía y, peor aun, queriéndole sumar al conjunto una especie de hiperrealismo de reflexión social a todas luces trasnochado, traicionado desde la propia propuesta de plagio comercial y, sobre todo, tan estéril como emocionalmente pornográfico.

 

Por tanto, despues de asistir a su proyección, uno sale golpeado por la dureza de la realidad que retrata y emocionado gracias a los resortes nada sutiles y muy sensacionalistas de su guión, reflexionando sobre la cruda realidad de las favelas y al mismo tiempo sobre la explotación temática que está convirtiendo esta clase de ambientación en un subgénero con un cierto sello de prestigio, reconocimiento que se ampara en el realismo de lo mostrado como una especie de neorrealismo alla brasileira. Mas los italianos se tomaban muy en serio lo que hacían y anteponían el fondo a la forma, el servicio a la comunidad al estrellato mediático, fines antagónicos a un film como el que nos ocupa, destinado al lucimiento de su director y que utiliza un problema social como mero ariete que ha de derribar el muro emocional del espectador.

 

¿Es lícito enarbolar la bandera de un problema social cuando en realidad se traiciona y se reduce a mero artificio, mas aun cuando se pretende seguir aparentando lo primero, en pos de hacer más comercial un simple relato de entrenimiento? Dependerá de cada uno que la respuesta sea positiva o negativa. Para mí no lo es.

 

Por último, ayer por la tarde se celebró la gala de clausura del 4º Cine Fest Brasil y, como culminación del acto, se hizo entrega del gran premio del certamen, llamado Lente de Cristal y decidido mediante las votaciones del público asistente en cada una de las proyecciones.

 

El pronóstico se cumplió y el film ganador fue "El Narrador de Historias", de Luiz Villaça, precisamente el largometraje que más había unificado la opinión de público y crítica, gracias a una emotiva historia de amistad y superación personal -con tintes de reflexión social- y una calidad técnica y de puesta en escena del gusto más cinéfilo.

 

En definitiva, la valoración final del 4º Cine Fest Brasil es altamente positiva, principalmente debido a que la selección de films ha sido muy interesante y, como ya dijimos anteriormente, ha conseguido abarcar el amplio espectro de la cinematografía brasileña.

 

Es cierto que el cine de Brasil sigue siendo difícil de ver en nuestras carteleras -y en las de casi todo el mundo- pero gracias a certemenes como el que nos ocupa podemos decir que al menos no nos es extraño ni lejano, mas es rico en matices y tan interesante como el que más. 



Por Javier Rueda y Cristian Planas