Estamos en la recta final del festival y empezamos este octavo día con una nueva versión de las aventuras del mítico ladrón Lupin. “Lupin the third” se basa en un manga, que a su vez, toma el mítico personaje creado a principios de siglo en francia.
Algunas versiones modernas de personajes clásicos dejan mucho que desear, pues su descontextualización acaba por destruir su esencia misma. Esto no ocurre en el caso que nos ocupa, pues, si bien hay un exceso de tecnología, Lupin, interpretado por Shun Oguri (curiosamente doblador de Conan, el detective), es perfectamente retratado. Esta cinta de acción cubre con una nota alta las expectativas de cualquier espectador aportando buenas dosis de robos imposibles, un ritmo trepidante, comedia y cierto toque de romanticismo. Todos los ingredientes para pasar un buen rato.
Y siguiendo con la dinámica de la diversión, qué mejor elección que el último trabajo del director de “Clerks”. Kevin Smith vuelve al ataque con “Tusk”, una comedia negra y muy ácida que plantea la bizarra obsesión de un psicópata con las morsas. Poco más hay que desvelar de la trama del film para no arruinar sorpresas. Lo que sí es digno de mención es que, tras una época algo dispersa, nos encontramos a un director que desde “Red State” ha ido refinando su estilo presentando un producto certero, con la medida justa de terror, comedia y crítica social.
Por añadidura, la elección del elenco actoral no puede ser aleatoria, un excepcional Michael Parks, un reencontrado Haley Joel Osment y un sufridor como gusta que sea Justin Long son los cabeza de cartel y demuestran que sus papeles parecen escritos para ellos.
Lejos quedan las gamberradas de Bob and Jay; aunque sin perder ese humor, ahora tenemos las pesadillas adultas, todo un paso hacia adelante.
El paso de la infancia a la madurez es uno de los más importantes en el ser humano, hay muchas dudas y ciertos misterios que se descubren, pero nunca es algo tan extremo como ocurre en el film danés “When animals dream”.
Los miedos de una pequeña comunidad, la tendencia a ocultar lo diferente y la aceptación de la propia identidad confluyen en este intimista trabajo del director Jonas Alexander Arnby en su debut en la pantalla grande.
El animal que todos llevamos dentro es difícil de mantener a raya, sobretodo si lo externo no parece hacer otra cosa que reclamarlo a gritos. Si para rematar la situación sabes exactamente qué te depara el futuro, las opciones parecen reducirse por sí solas. La protagonista de la película es forzada de algún modo a decidir el camino a seguir de manera súbita e irremediablemente.
“When animals dream” es un film muy bien fotografiado, con una sobriedad en dirección muy adecuada y unos efectos especiales o maquillaje especial envidiables. Toda una recomendación.
Otra gran recomendación es la comedia de vampiros “What we do in the shadows”, sí, comedia de chupasangres en forma de falso documental. La pasada edición del 2010 otro film similar, “Vampires”, recolectó buenas críticas; sin embargo, este mockumentary neozelandés lo ha superado con creces con un humor inteligente al tiempo que fiel a los diferentes mitos que acompañan a los no-muertos.
El planteamiento es de lo más original, un grupo de vampiros de diferentes edades comparten piso, la convivencia es grabada -a modo de documental de estilo libre- por un humano. Desde el que lleva años in fregar los platos hasta el huraño nosferatu los compañeros de piso parecen estar algo descolocados con respecto al tiempo en el que viven y siguen anclados por temperamento y conocimientos a la época en la que fueron convertidos; sin embargo, parecen apañárselas bien.
El componente de criaturas fantásticas no se reduce a los vampiros, sino que -como guiño seguramente a la saga adolescente- volvemos a ver la dualidad con los hombres lobo y sus consiguientes chistes.
Imprescindible para amantes de las criaturas de la noche y para todo aquel que tenga ganar de pasar un buen rato.
Otro de los films que han creado más expectación en el festival ha sido “Alleluia”, dirigida por Fabrice du Welz y protagonizada magistralmente por nuestra Lola Dueñas.
Lo que en un principio parece una historia de amor incondicional, trasciende sus límites y llega a los extremos más sangrientos. A medida que avanza la película, hace lo propio la locura de la protagonista convirtiéndose en un monstruo difícil de entender, tanto como su compañero, cuya falta de moral es puesta a prueba hasta el final.
El terror del film no está en las acciones de los personajes principales tanto como en el pensamiento que aparece en la mente del atónito espectador ante la posibilidad de convertirse en alguien parecido. El amor es un sentimiento cuyos límites son insospechados cuando se desata, no en vano el refrán: “en el amor y en la guerra todo vale”, la cuestión a plantearse es cuál es tu “todo”.
Seguro que Lola Dueñas ha pasado por este proceso mental pues su actuación es impecable, con una evolución perfecta y, de tratarse de un film estadounidense, ya estarían haciendo figuras en miniatura de ella.