Crónica de la Casa Asia Film Week 2014

Cine asiático por doquier

 

     El pasado mes de noviembre se celebró la nueva edición del festival de cine asiático organizado para Casa Asia, el “Casa Asia Film Week 2014”, este año con gran participación de oriente próximo y algunos grandes del cine asiático como son Corea y Japón. Pasearemos por algunas de las maravillas que se pudieron ver en el certamen.

 

     El festival se inauguró con el film Japonés “Seven Weeks” (“No No Nanananoka”), dirigida por Nobuhiko Ôbayashi y basada en la novela, con el mismo nombre, de Kôji Hasegawa, que se estrenó el pasado mes de Mayo en todo Japón. La película nos cuenta la historia de Suzuki Mitsuo tras su muerte. Durante las siete semanas de velatorio, se van descubriendo pedazos de la vida, un tanto dramáticos a la par de bellos, de este médico amante de la poesía y la pintura. Gran trabajo con un guión que pone tu corazón en un puño, ayudado por una genial banda sonora y un montaje de estilo teatral muy acorde con el aura de la historia, en definitiva, una obra maestra que no querrás que acabe nunca. Por mucho que la duración sea de tres horas, se hace todo lo contrario a larga pues el alma de un poeta plasmada en imágenes te adentra en elevados parajes como si de un sueño del que nunca quisieras despertar se tratara.

    Costándonos salir del ensueño provocado por la inauguración nos disponemos a viajar no muy lejos del país nipón, hacia Tailandia, con otra de las obras propuestas por el festival. “The Teacher’s Diary” (Nithiwat Tharathorn, 2014) nos sumerge en la historia de dos profesores que, en un momento delicado de sus vidas, deciden ir a enseñar a una pequeña escuela flotante alejada del agitado e impersonal ajetreo de la ciudad. Por sus connotaciones románticas, este film nos puede recordar a la coreana “Il Mare” (Lee Hyun-Seung, 2000), con la conocida historia de la casa del lago y su buzón lejos de las leyes del tiempo, que ya fuera versionado por el cine americano en “La casa del Lago” (Alejandro Agresti, 2006); aún así, nos sorprende gratamente gracias a un reparto excelente y a una banda sonora que pone los pelos de punta, todo ello dejando una increíble sensación como si flotáramos en una nube hecha de corazones.

    Para finalizar nuestra pequeña cata, nos acercamos a la cinematografía coreana con dos films totalmente distantes en argumento y género.

 

    El primero, una comedia con toques dramáticos que mezcla lo mejor de dos grandes obras del séptimo arte: “La vida es bella” de Roberto Bengni y “La milla Verde” de Frank Darabont. “Miracle in cell No.7”, escrita y dirigida por Lee Hwan-Kyung, nos cuenta la historia de un padre con la mentalidad de un niño y la cuidadora de éste, su hija pequeña mientras se enfrenta a una injusta acusación por homicidio. Estar encarcelado y sentenciado a muerte no cambia la mentalidad de nuestro protagonista, que, intentando reunirse con su hija de nuevo, genera grandes dosis de humor y nos demuestra que estamos ante un guión y una dirección brillantes. Dos horas de entretenimiento y diversión que pasan a la velocidad de la luz y hacen que el drama sea un fuerte golpe pero soportable por tal entrañable y conmovedora historia.



     El segundo film, no menos importante, es una obra escrita y dirigida por Jae-rim Han y protagonizada por el ya mundialmente conocido Kang-ho Song (The Host, 2006). “The Face Reader” nos cuenta la historia, como el título dice, de hombre experto en el arte de la fisiognomía al cual la gente acude para saber su suerte futura. Su vida pasa desapercibida alejado de la sociedad hasta que es reclutado por el emperador para intentar descubrir si alguien de la familia pudiera rebelarse contra el príncipe, una vez el primero haya muerto por causa de una larga enfermedad. El gran despliegue de localizaciones y arte, que consiguen recrear exactamente la época, te adentran por completo en una era en donde la codicia puede más que la sangre, dejándote perplejo al contemplar que, en la sociedad actual, nada ha cambiado y que la gente con un mínimo de poder no le importa lo que le pueda pasar al pueblo. Jae-rim Han toca de esta manera uno de los problemas más grandes de la humanidad y, sin pelos en la lengua, expone sus pensamientos a través de la gran pantalla de la mejor forma que puede, artísticamente hablando.




Por Santiago Maroto