Diario de Sitges 2010 (II)

Martes, 12 de octubre:

13 Assassins - Y por fin, la película del festival. Hablo por mí, evidentemente: pero a la salida todo eran comentarios elogiosos, y en general se coincidía en que nos encontrábamos ante una de las grandes películas de Miike. En esta ocasión, el autor de Ichi the killer ha traído al festival, además de Zebraman 2, este chambara, remake de uno de Eichii Kudo. Lo que sorprende al ver el film es la extrema contención que Miike ha aplicado a su puesta en escena, particularmente si tenemos en cuenta los antecedentes del director nipón; la película nos deja algo insólito en su obra: el que el propio film parezca pedir más gore de lo que Miike le da. Después de una primera mitad pausada, en la que nos encontramos con el magnífico talento de Takashi Miike cuando se lo toma en serio, llega la acción, un brutal tour de force que nos ha tenido vibrando en las butacas. Incluso al final se atreve con un guiño al western crepuscular. Mericidísima ovación. Nota: 8.

The Shock Labyrinth 3D - Shimizu nos decepciona con un J-Horror ramplón, cuyo argumento incluye sin demasiado orden todos los elementos habituales del terror japonés; y un guión que provocó algunas risas en la sala por sus salidas de tono un tanto ridículas. Además, a pesar de que el 3D no llega al nivel de mediocridad de Amphibious, se nota claramente que es una de esas películas infladas a 3D para aprovechar el tirón presente. Nota: 4,5.

Black Death - Muy correcto film ambientado en la Edad Media que nos presenta el conflicto, un tanto trillado ya, entre las fuerzas de la fe y las del humanismo. La puesta en escena es francamente buena, aunque en ocasiones podemos ver que es más producto de una buena planificación que de un presupuesto boyante: un mérito a tener en cuenta al valorar el film. La dirección de Christopher Smith (DesmembradosTriangle) es adecuada, y el guión no comete errores de coherencia. Sin embargo, la película sufre de una falta de ambición terrible, que deja la historia en una mera anécdota: apenas podemos empatizar con los personajes, y además, el principal hecho de la historia, el encuentro con el pueblo buscado, sucede demasiado tarde. Sin embargo, sobresale entre la gran cantidad de films mediocres que se han proyectado en esta edición. Nota: 6.

 

Outrage - El regreso de Kitano tras su trilogía de la autodestrucción -cuyas dos primeras películas, efectivamente, fueron calamidades-, nos devuelve al Kitano que tanto nos sorprendió hace veinte años con sus yakuza eiga: y no sólo eso, sino que el director nipón decide eliminar cualquier atisbo de poesía para ofrecernos el film más crudo de su filmografía desde Boiling Point. A partir de un incidente insignificante -el juramento de hermandad entre un yakuza y el jefe de la familia rival, que indispone al primero con su actual jefe- observamos la degradación de los códigos ancestrales que han regido a la mafia japonesa, y la violencia extrema y sinsentido a la que arrastra: la misantropía de Kitano, detrás y delante de la cámara, preside el espectáculo. Outrage es un carrusel de asesinatos triviales, donde el asesino pasa a ser, en pocos minutos, la víctima. A pesar de que el film no es, ni mucho menos, una obra clave en su carrera, quizás apunta hacia una nueva dirección, la de un Kitano mucho más pesimista y violento, si cabe, que el anterior. Nota: 7.

Miércoles, 13 de octubre:

Easy Money - A primera hora, se proyectó este film sueco a rebufo de todo el nuevo cine negro europeo, que con films como Un profeta y Gomorra ha triunfado tanto entre la crítica, con premios en los grandes festivales, como entre el público, recaudando cantidades bastante respetables. Como los films anteriormente mencionados, Easy Money apuesta por acercarnos a los bajos fondos del mundo moderno mediante la cámara en mano y una puesta en escena sumamente cercana y verosímil. Sin embargo, más allá de sus aciertos formales, que como comentamos son producto de una nueva manera de hacer género más que de los aciertos de su director, Easy Money es una película vulgar: sus personajes y sus situaciones están tremendamente trilladas. Nota: 5,75.

 

My Joy - Negrísima fábula sobre la Rusia contemporánea, que es, según nos indica el film, inevitable fruto de su terrible pasado: las vivencias en el presente de un camionero ruso extraviado se mezclan con las experiencias de un soldado soviético en la II Guerra Mundial. El film está poblado por situaciones y personajes cínicos y malvados hasta la alucinación: niñas prostitutas, militares corruptos, mendigos ladrones; aún así, por muy grotescas que resulten las escenas del film, estas no dejan de transmitir una desasosegante sensación de realidad. Quizás por ello resulte una obra que destaca respecto al resto de la Sección Oficial Fantástic, al estar más cerca de un film de temática social que de una película de género. Tanto formal como argumentalmente, My Joy bebe directamente del que probablemente sea el film más importante producido en Europa del Este desde Tarkovsky: 4 meses, 3 semanas y 2 días. Probablemente por ello nada de lo que dice nos suena demasiado a nuevo: Cristian Mungiu ya ha explorado los territorios que atraviesa este film, aunque los suyos no eran tan descarnados, ni tan irreales. Nota: 6,5.

 

Viernes, 15 de octubre:

The perfect host - Habilidoso artificio de guión que muy probablemente sea inferior al cortometraje que lo originó. Partiendo de la arquetípica situación del secuestro en casa, y usando una ya trillada vuelta de tuerca a lo "bueno-que-no-es-tan-bueno-y-malo-que-no-es-tan-malo", el film intenta sorprendernos; tarea en la que fracasa miserablemente. Más allá de un guión que trata de aparentar más de lo que puede ser, el resto de la película apenas es correcto: actores decentes con los que uno, por lo menos, simpatiza; fotografía de muy poco mérito artístico; y podríamos seguir. Pero, al menos, uno se entretiene. Nota: 4,5

 

Monsters - En su primera sesión, esta película de Gareth Edwards había recibido el aplauso general de la crítica. Sin embargo, a nuestro entender Monsters tiene muy poco que ofrecer: una buena dirección, que funciona de una manera particularmente eficiente en las escenas románticas; y una pareja de actores muy eficaces, particularmente la preciosa Whitney Able, quizás la actriz más guapa que hemos podido ver en este festival. Sin embargo, debemos recordar que Monsters es una película de ciencia-ficción, que con un argumento muy parecido al de District 9, intenta hacer un discurso antibelicista y antiamericano añadiéndole aquello de que lo importante es el interior: ustedes ya saben. El problema es que esa capa del film es demasiado naif, y uno acaba aborreciéndola. Eso sí: como versión romántica y cámara en mano de Hacia rutas salvajes, el film funciona. Nota: 6.

Uncle Bonmee Who Can Recall His Past Lives - La Palma de Oro desembarcaba en Sitges, acompañada de su director y de su productor, para hacer su estreno en España. Y qué podemos decir: no es, como decían los chicos del Cahiers, la mejor película de la historia del cine; cosa evidentemente harto difícil. Tampoco es un engaño, como afirmaban los críticos de ciertos medios generalistas, y parte del público de la sesión, que parecía creer que las vidas del tal tío Bonmee iban a ser dirigidas por Robert Rodriguez y protagonizadas por Steven Seagal y Sylvester Stallone. Las claves formales del film son las de siempre en el cine de Apichatpong Weerasethakul; incluso temáticamente el film está muy ligado a su obra anterior, particularmente a la magnífica Tropical Malady. Sin embargo, Uncle Bonmee es, con mucho, la película más perfecta de su autor; tanto que ahora mismo me parece difícil que este pueda superarla: uniendo de nuevo el mundo moderno que entra en la Tailandia contemporánea con los mitos que tienen estatus de realidad para los habitantes de las zonas rurales, Weerasethakul funde en una sola mirada dos percepciones del mundo a priori antagónicas. Y en esta ocasión, extrae de esa mirada la emoción pura: una de las primeras escenas del film, en la que Bonmee se reencuentra con su mujer muerta y su hijo desaparecido, probablemente será uno de los mejores momentos cinematográficos de esta década que empieza. Nota: 8,5.

Let Me In - Siendo una de las películas más innecesarias de la historia reciente del cine, a un servidor le cuesta atacar a este habilísimo remake creado por Matt Reeves, el director de la polémica Monstruoso. Y es que Let Me In está muy bien dirigida, y lo que en este caso resulta todavía más importante: es un remake que sabe jugar muy bien las cartas de su modelo, pero de una manera distinta. Así, lo que en Let the right one in era un final circular que daba un nuevo sentido a la presunta historia de amor entre una niña vampiro y un niño humano, aquí es el centro de la narración. El film difiere también respecto al original sueco en ser mucho más directo y violento; así, la famosa escena de la piscina, que nos sorprendió tanto hace dos años al introducir unas gotas de gore en un film que hasta ese momento era tremendamente frío, en la versión de Reeves se convierte en un auténtico -y muy conveniente- baño de sangre. Para maś adelante dejamos el análisis del sustrato político del film, con un Reagan omnipresente, que parece sugerir una lectura política, que en el primer visionado, se nos hace difícil -¿el hombre (niño) se gira hacia el Mal (el vampiro) cuando el Estado le ignora (divorcio paterno, bullying...)? ¿Es Reagan la solución a este problema o, por el contrario, simboliza el Mal?-. Nota: 7



Por Cristian Planas