La mayoría de aventuras juveniles no retratan un gran paso de madurez o algún tipo de aprendizaje, sino meras aventuras con peligros de los cuales se sale ileso y se tiene un buen recuerdo. Jeff Nichols (Take shelter, 2011) ha escrito y dirigido una gran excepción que muestra como Ellis, interpretado por Tye Sheridan (The tree of life. Terrence Malick, 2012), vive una experiencia de la cual aprende una gran lección sobre la vida, los sacrificios y el amor.
A pesar que gran parte de la acción se centra en el personaje que da título a la película, representado por Matthew McConaughey (Killer Joe. William Friedkin, 2011), éste es visto a través de los ojos del joven Ellis y sirve como guía de la arriesgada aventura que vivirá. Ambos personajes están correctamente escritos e interpretados y en ningún momento actúan de manera incoherente o forzosa. Todo es verosímil y el proceso de evolución del joven protagonista se aprecia de principio a fin.
Entre el reparto de personajes secundarios se encuentran Reese Witherspoon (This means war. McG, 2012), Sam Shepard (Black Hawk down. Ridley Scott, 2001), Sarah Paulson (American horror story. Brad Falchuck y Ryan Murphy, 2011), Michael Shannon (Boardwalk empire. Terence Winter, 2010) y el joven debutante Jacob Lofland. Cada personaje cumple su función en la historia, y su respectivo intérprete, actúa más que correctamente, sin que ninguno desentone ni estropee el conjunto.
Con tal reparto, Nichols se sirve de otras herramientas como una fotografía que muestra el sur de Estados Unidos como algo bello, esperanzador y libre; un adecuado montaje que ayuda a que las más de dos horas de cinta sean amenas y durante éstas transcurran numerosos sucesos; o una banda sonora sutil que acompaña a los personajes en pequeños momentos y hace un buen uso de los silencios.
Sin ningún tipo de alarde o pretensión, Mud muestra correctamente cómo Ellis aprende una gran lección al mismo tiempo que nace la leyenda de Mud, personaje que tampoco lo conoce todo y que se nutre de la misma experiencia que vive el joven protagonista. Con un ritmo lento que va acelerando poco a poco, encaminándose a una resolución tensa y con acción muy bien rodada, el visionado de la cinta merece la pena por ser un ejemplo más de que el cine independiente puede dar mucho de sí.