Tras la creación del primer cómic ilustrado por Mark Millar (Wanted, 2008) y después de tres años de la primera -y exitosa- entrega dirigida por Matthew Vaughn (Stardust, 2007), aterriza en las carteleras de todo el mundo la secuela, esta vez, de la mano de un Jeff Wadlow (Rompiendo las Reglas, 2008) que, siguiendo la obra de Millar, ha intentado continuar con el nivel que dejó su antecesora.
En esta segunda entrega partimos del punto donde acabó la anterior película, nos encontramos con Chris D’Amico, Christopher Mintz-Plasse (Supersalidos, 2007), tratando de vengar la muerte de su padre a manos de nuestro héroe y convirtiéndose en el súper-villano “MotherFucker”; Dave Lizewski “kick-Ass”, Aaron Taylor-Johnson (El ilusionista, 2006), intentando dejar, como prometió a su padre, de ser ese icono ídolo de masas pero a su vez peligroso; y a Mandy Macready “Hit-Girl”, Chloë Grace Moretz (La invención de Hugo, 2011), intentando mantener a los chorizos a raya siguiendo el legado de su Padre, el que fuera “Big Daddy”. Jim Carrey (La Máscara, 1994) es quien pone los galones en esta segunda parte, interpretando al Coronel Barras y Estrellas, en un papel tan pequeño que roza el cameo.
No es casualidad que el tema paterno esté muy presente en la trama, ya que en la anterior entrega la vertiente educadora estaba muy presente. En esta, el concepto de legado cobra una gran importancia en cada uno de los personajes. Mientras “MotherFucker” quiere seguir los pasos de su progenitor en la senda del crimen, “Hit Girl” y “Kick ass” intentan resolver sus conflictos emocionales surgidos de la promesa realizada a sus padres y sus valores como defensores de la ley; todos quieren responder a las expectativas sin dejar de ser ellos mismos, tópico de la adolescencia que la película aborda muy bien.
Otro detalle a comentar, por lo que al guión se refiere, es que no le tiembla el pulso a la hora de plantear una crítica social. De una manera irónica, el estereotipo de la mujer americana se ve atacado haciendo entender que la sexualidad no es parte de la mujer, sino un arma para conseguir lo que quiere. El personaje de Mindy Macready “Hit girl” es quien nos ofrece, durante su época de instituto, esta reflexión de la mujer dotada, sin embargo, de cierta comicidad. De hecho, cabe destacar la actuación de Chloë en esta parte del film, convirtiéndose en el gran atractivo del mismo junto con el villano extravagante, dejando en un merecido segundo plano al protagonista el cual aporta una actuación pobre y repetitiva.
Por otro lado, no nos podemos olvidar de la acción en una película de superhéroes. En el caso que nos ocupa, se nota que al director le gusta lo que hace y lo plasma de una forma brillante. Dominar este apartado es crucial en cualquier saga de este género que se precie; la trama se enriquece con los continuos enfrentamientos del súpergrupo y la coalición de villanos, que, aunque poco verosímiles en general, tienen cierto grado de realidad, algo que se agradece en una buena comedia de acción.
Estamos ante una segunda parte que continúa con el nivel de la antecesora, un legado de buen hacer digno de una saga que está dando, y dará, mucho que hablar. Con un tema de trasfondo serio pero con mucha chispa, será del agrado de aquellos amantes de los cómics que, si ya se lo pasaron bien con la primera, disfrutaran volviéndose a meter bajo volver a meterse estas mallas verdes. Y es que ¿a qué friki no le gustaría vestirse ceñido y emular a sus héroes favoritos?