Llega de nuevo a la gran pantalla una historia en la que el juego, la perversión y el poder son la baza para alcanzar el sueño americano. Brad Furman (El Inocente, 2011) es el encargado de dirigir Runner Runner, creada a partir del guión escrito por dos versados en este tipo de genero, Brian Koppelman y David Levien (Oceans Thirteen). Con un reparto muy llamativo: Ben Affleck (Paycheck, 2003), Gemma Arterton (Byzantium, 2012) y Justin Timberlake (In Time, 2011) protagonizan este thriller de acción cargado de adrenalina.
Richie Furst (Timberlake) es un estudiante universitario que para pagarse la carrera decide apostar todos sus ahorros en una partida de Póker por internet; después de perderlo todo se verá envuelto en un viaje para buscar respuestas de lo que parece un timo a gran escala, esto le conducirá a Ivan Block (Affleck), el magnate de la red de Póker mundial para intentar recuperar su maltrecha inversión.
La película sigue una línea argumental plana, todo tiene sentido pero no sorprende al espectador, esto es debido a que el guión no plantea ningún reto. Aunque predecible y algo aburrida, el mensaje intrínseco es muy claro, cargando contra la sociedad adinerada y corrupta en tiempos modernos, ya sean políticos o policías.
El director resuelve bien su trabajo y, gracias a un gran montaje, consigue noventa minutos de metraje ágiles que, unido a unas escenas de acción bien coreografiadas compensa las faltas de su guión evitando que se convierta en un film tedioso y lento. En cuanto a los actores, vale mencionar el gran trabajo de Justin Timberlake que va ganando experiencia como actor y cada vez hace mas creíble sus intervenciones, en este caso, dejando incluso en segundo plano a un Ben Affleck que, como ya ha demostrado en múltiples ocasiones, se le da mejor dirigir que actuar.
Runner Runner no es mas que una producción con el claro objetivo de hacer caja, valiéndose de un argumento más que recurrente de los últimos años en el panorama Hollywoodiense, un reparto estelar y una dosis de adrenalina suficientes para encandilar a aquellos que buscan un entretenimiento vacío.