Moralidad barata
En solitaire (2013, Christophe Offenstein)

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Original

      El cine realizado en Francia ha conseguido abrirse paso entre blockbusters estadounidenses y cada vez tiene más adeptos, al parecer independientemente de su calidad o género. El amor, el body horror y la moral son los temas que más llaman la atención, se traten correctamente o no. En el debut en la dirección del cinematógrafo Christophe Offenstein predomina éste último tema, además de tener como actor principal a François Cluzet, intérprete más conocido internacionalmente por su personaje principal en Intouchables (Olivier Nakache y Eric Toledano, 2011), otra cinta con intención de dar lecciones que batió récords de recaudación.


        Cogiendo un tema bastante interesante como es la regata Vendée Globe (vuelta al mundo en vela en solitario, sin asistencia ni escalas durante aproximadamente cien días), se empieza a narrar una historia sobre deporte y la superación personal cuyo primer giro de guión, estropeado una vez más gracias a tráilers y spots de televisión, deja a un lado esto, sin olvidarlo, pero para centrarse en los valores personales y la amistad al introducir un co-protagonista. A partir de ahí, En solitaire pasa a ser una sucesión de escenas repetitivas en la que la evolución del protagonista tiene lugar en cuatro o cinco escenas y cuya conclusión es excesivamente previsible.

 

        Es una verdadera lástima que el guión, tópico y poco original, eche a perder el esfuerzo técnico y artístico que se puede apreciar durante toda la película. El aliciente de haber sido rodada en alta mar con un equipo reducido (pese a que se intuye algo digital cuando hay alto oleaje) y aun así, haber obtenido un buen resultado, se olvida, para bien o para mal, durante los dos últimos tercios de la cinta debido a la historia principal así como a sus diálogos. Dicha historia está aderezada de clichés como minutos pesimistas que preceden el final optimista, que absolutamente todo sale bien para todos o la presencia de montajes en los cuales avanza el tiempo y la relación entre personajes a ritmo de canción alegre.

 

        En solitaire no es, ni mucho menos, una mala película, pues tiene numerosos aspectos que hacen que su visionado merezca la pena. Su lastre es que no innove ni indague en un tema que puede dar para mucho y se termine simplificando demasiado, aparte de insistir en lo genial, bueno, amable y generoso que pueden ser todos los seres humanos.

 



Por Iban Granero