“Algo de esto ocurrió de verdad”. Este rótulo es lo primero que uno ve en la pantalla, segundos antes de un fofo Christian Bale colocándose un peluquín con precisión milimétrica. Con esto, David O. Russell nos acaba de avisar sobre lo que nos espera en “la gran estafa americana"; una historia más o menos real y toneladas de horterismo estético y cutrerio moral.
El director americano parece haber aprendido de sus dos últimas galas de los Oscars, y se presenta con casi todo el reparto de sus últimas películas para esta "american hustle” que suena como gran favorita, y que, si por algo puede quedarse atrás frente a sus competidoras, es por su falta de épica.
“La gran estafa americana" cuenta la historia de Irving Fiosenfeld y Sidney Prosser (Bale y Amy Adams), una pareja de estafadores que se ven obligados a elegir entre la cárcel o colaborar con el agente del FBI Richie Dimasso (Bradley Cooper) para destapar unos casos de corrupción que pronto se les acaban yendo de las manos; una ficción basada, en parte, en el caso Abscam (Abdul scam, Ia estafa de Abdul). Lo que sigue es un festival de dos horas y cuarto de pelucones, lentejuelas, escotes imposibles, y borracheras de alcohol y poder, para el que David O. Russell se ha disfrazado de Martin Scorsese y, a la sombra de su lobo en Wall Street, se presenta como un digno heredero del maestro de Queens.
Porque hay mucho Marty en “American hustle", que resuena en mi cabeza como una hermanita light de “Casino”. La dirección es ágil y la película funciona a la perfección como entretenimiento, sin aburrir ni un segundo ni mareando con tramas rocambolescas. El ya conocido buen gusto del director a la hora de elegir la música refuerza esos parecidos, y complementa a la banda sonora original de un irreconocible Danny Elfman. Y con una historia atractiva pero sencilla y muy bien llevada, Russell prepara la pista para la llegada del plato fuerte: los actores.
Si de algo puede presumir “La gran estafa americana” es de reparto. Aunque al que más y al que menos lo hemos visto hace nada en alguna película de superhéroes (menos a Cooper, que tiene que dar el salto este año poniéndole voz A UN MAPACHE) aquí se encuentran en estado de gracia. El sector masculino parece más orientado a provocar la comedia mediante su propio aspecto. El peluquín y el barrigón de Bale (“Batman Begins”, 2005), que nos ofrece de nuevo sus marcas de la casa: cambio físico espectacular (algún día le pasará factura) y un nuevo acento inventado para su colección. Bradley Cooper (“El equipo A”, 2010) aprovecha su imagen de pícaro para interpretar a ese trepa que es DiMasso, también con su punto de ridículo. Jeremy Renner (“Thor”, 2011) interpreta al alcalde Cannine Polito, un personaje carismático pero con muy poco que hacer frente a los otros dos y, de nuevo, un look que da la risa, con una peluca a lo Kennedy bastante exagerada. Como secundarios tenemos a Shea Whigham y Jack Huston (úItimamente parece haber un par de actores de “Boardwalk empire" en todas las películas), al cómico Louis C.K. y una aparición estelar que no voy a desvelar y que a más de uno le va a sacar una sonrisa de oreja a oreja. En el lado femenino, Ia película toca el cielo. Tanto Amy Adams (“El hombre de acero”, 2013) como Jennifer Lawrence (“X-Men: primera generación”, 2011), que interpreta a la desequilibrada esposa de Rosenfeld están sencillamente espectaculares. Adams saca su lado más explosivo, y sorprende haciendo de mujer fatal despampanante, decidida y más inteligente que sus compañeros; durante Ia primera hora prácticamente lleva de la oreja a Bale y Cooper. Entonces aparece Jennifer Lawrence y se lleva la película de calle. Decidida a pasar a la historia como la mejor actriz de su generación, Lawrence apaga el piloto automático que suele llevar en superproducciones como “Los juegos del hambre” (Gary Ross, 2011) y se tira a la piscina de cabeza. Su Rosalyn Rosenfeld es un torbellino, una completa Iunática que, con total seguridad, le va a valer a la joven actriz su segundo Oscar.
Decía anteriormente que esta podría parecer la hermana light de “Casino”. Y es en ese "light" donde le pondría pegas a esta película. Pero no solo a nivel de violencia -poquísima, comparada con cualquier obra del mismo género- sino de épica, de fuerza. Si algo le falta a “American hustle" es un crescendo, una gran resolución. Si bien no hay caídas de ritmo, tampoco hay subida cuando debería haberla, y eso puede dar cierta sensación de que falta algo. Curiosamente, este problema es algo que también comparte con “El lobo de Wall Street", aunque la odisea de DiCaprio tiene un cierre genial para compensarlo.
Sin embargo, aunque corra riesgo de no pasar a la historia, a menos que den el bombazo en los Oscars, “La gran estafa americana" es una muy buena película, divertida, entretenida, y muy bien realizada que, además, funciona perfectamente compartiendo cartelera con “El lobo de Wall Street”. Y es que el cine refleja lo que ya vemos en el día a día: Son buenos tiempos para los ladrones.