De la mano del director Stephen Frears (La Reina, 2006) nos llega este drama basado en el libro “The lost child of Philomena Lee” de Martin Sixsmith, obra que narra la verdadera historia de una mujer y la búsqueda incesante, durante más de medio siglo, de su arrebatado hijo.
Judi Dench (Golden Eye, 1995), y Steve Coogan (24h of the party people, 2002) -quien también produce el film y ha adaptado el guión junto a Jeff Pope (The last Hangman, 2005)- protagonizan este film encarnando a los dos personajes que llevan el peso de la trama, formando un tándem actoral excepcional que aumenta la calidad de la película minuto a minuto.
Martin Sixmith (Steve Coogan) es un periodista que, a causa de una salida de tono, pierde su trabajo como asesor del Partido laborista de Reino Unido. Por azar, acaba conociendo a Philomena Lee (Judi Dench) interesándose por su historia. Ésta, tras un silencio de 50 años, decide sacar a la luz cómo le fue arrebatado un hijo en el convento para mujeres solteras embarazadas en el que dio a luz. A partir de este momento se propone, con la ayuda del reportero, continuar con la búsqueda de su primogénito para desvelar todas las atrocidades cometidas en el pasado en esta casa de monjas, donde daban en adopción, sin consentimiento, a los niños cuando alcanzaban la edad de tres años, vendiéndolos mayormente a familias norteamericanas.
La película nos cuenta una historia de interés humano, con el mensaje claro del perdón, a través de dos personas con carácter y creencias diferentes que se embarcan en un viaje, en la búsqueda de una verdad, que cambiará el resto de sus vidas. De cómo dos personas, salvando sus diferencias éticas y religiosas, pueden llegar a entenderse y formar un vinculo inquebrantable, algo que consigue plasmar muy bien el guión, en muchos aspectos, gracias a la intervención de los protagonistas en la vida real. “Philomena” es más que una simple película, es una llamada de esperanza y de atención hacia las injusticias que existen y perduran en esta vida.
El director consigue crear una atmósfera que, al centrarse en la relación entre estas dos personas e introducir puntualmente escenas cómicas, algo frívolas en ocasiones, dota al film de un aire melancólico fácil de digerir y con un ritmo ligero.
Un trabajo sublime de todas las partes que han intervenido en la producción de este largometraje, que mas allá de una obra del séptimo arte, es un llamamiento al entendimiento de la vida, de cómo el dinero no es lo mas importante en ella y la diferencia de religiones no es motivo de intolerancia alguna. Y así lo demuestra la repercusión que ha tenido en la sociedad, llegando incluso a ayudar a la causa de Philomena Lee, quien ha puesto en marcha una organización de ayuda a las madres en la misma situación que ella.
Para terminar quisiera citar a T.S Elliot: “No Debemos dejar de explorar. Y al final de nuestras exploraciones llegaremos al lugar del que partimos, y lo conoceremos por primera vez”, frase que define con gran claridad el viaje al que nos quiere llevar el film y el mensaje intrínseco del mismo.