La Madrina española
Carmina y Amén (2014, Paco León)
Dos años después de presentar su opera prima, el actor y director Paco León (Carmina o Revienta, 2012) nos trae la segunda parte de esta historia en la que la fuerza de una madre es un arma de doble filo, una mujer capaz de cualquier cosa por el futuro de sus hijos.
En “Carmina y Amén”, también escrita por el director, podemos ver una nueva aventura en la vida de Carmina (Carmina Barrios, Carmina o revienta, 2012) que, tras el repentino fallecimiento de su marido, decide, convenciendo a su hija (María León, La voz dormida, 2011), ocultar el suceso durante dos días con la finalidad de poder cobrar la paga extra en la cuenta de su marido.
Con un guión mucho mas mordaz que la anterior, en que se critican temas de actualidad política, como el caso Bárcenas, la incompetencia de la Policía frente a las “ocupaciones” ilegales de viviendas o la legalización de la marihuana, el film consigue, transformando estos hechos en simples gags, una frescura que, aparte de generar carcajadas, ameniza una historia que de ser de otra manera habría acabado siendo un aburrimiento.
Otra vez vuelve a hacerse patente el gran trabajo de Carmina Barrios, que se come la pantalla con su gran actuación (no se sabe si está actuando o es ella misma), aunque esta vez no está muy lejos su hija, quien podríamos decir que, tanto con el personaje como con la interpretación del mismo, acaba tomando el relevo de su madre convirtiéndose en la “Madrina” de esta familia tan peculiar.
Cabe destacar la banda sonora pues, aunque parezca que carece de importancia en este tipo de historias, es un elemento muy importante y merecen especial mención esos pequeños toques del “oeste” tan bien elegidos en cierto momentos del film, que descargan la tensión de la escena para convertirla en otro momento cómico, algo que recuerda, salvando las distancias, a momentos vividos en películas de Tarantino.
Merece la pena darle una oportunidad a este producto nacional y pasar un rato agradable acompañado de esta peculiar mujer y sus vivencias.
Por Santiago Maroto
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