Han pasado siete largos años desde que la decepción absoluta de “X-men: La decisión final” saliera a la luz. Motivados por el objetivo de que la mejor franquicia de super héroes no muriera, se afanaron en estrenar spin offs, en un intento de recuperar la fe de los espectadores, muestra de ello los dos films de su personaje más carismático: “X men orígenes: Lobezno” y “Lobezno inmortal”.
La espera ha dado sus frutos y ya tenemos de vuelta al grupo mutante liderado por Charles Xavier ante el reto de sus vidas, pasadas y futuras.
Subsanando errores pretéritos, Bryan Singer (X-men 1 y 2) vuelve a coger las riendas del proyecto con una historia capaz de hacer posible lo imposible. Fiel al espíritu del cómic mas haciendo variaciones comprensibles desde el punto de vista, digamos comercial, “X-men: días del futuro pasado” toma todo lo bueno de “X-men primera generación” para vertebrar una historia de madurez, entereza y sobretodo, evolución.
Más allá de la minoría perseguida o de humanos contra mutantes, se sientan las bases para hallar un camino hacia la luz, superando las sombras que se encuentran dentro de todos y cada uno de nosotros. En esta ocasión, los papeles parecen intercambiados. El motor del cambio y el dador de razón es el impetuoso Lobezno mientras que el desesperanzado y lleno de ira resulta ser el joven profesor Xavier. Por su parte, Magneto, otro peso pesado de la saga, es quien introduce directa o indirectamente las mejores escenas de acción haciendo gala de su gran carisma “a cualquier edad”.
Aun siendo el trio anteriormente comentado los pilares del film. Esto no significa que no se le dé el peso necesario al resto del reparto, la importancia de cada uno, nuevos y conocidos, está medida para que todo quede compensado adecuadamente y casi ningún fan quede insatisfecho. Sin ir más lejos, la elección de Peter Dinglage como “villano” interpretando al Dr. Trask, seguro que hará las delicias tanto de seguidores de su carrera como de todo aquel que guste de un trabajo bien hecho.
En definitiva, siendo lo más consecuente que se podía ser, el film crea un nuevo principio lleno de posibilidades saltándose las barbaridades y desaciertos de su anterior parte, confiriendo a la obra tanta humildad y comprensión como ella misma prodiga.