La magia de la red
Open windows (2014, Nacho Vigalondo)

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Original

 

     Internet es todo un mundo. Un mundo enorme, casi sin limitaciones, un extraño lugar donde encontrar casi de todo lo que buscas y lo que nunca buscarías, lleno de reglas no escritas a punto de ser violadas y una inagotable fuente de recursos que, usados bien, pueden llevarte a donde quieras.
Nacho Vigalondo conoce muy bien este mundo y lo que se puede hacer con él. El propio director le debe parte de su status al uso que ha sabido darle a la red y a estas alturas debe haber visto muy de cerca cómo funciona el fandom cibernético y cómo las estrellas se defienden de la peor parte de la fama 2.0. Y de estos dos elementos y otro no menos atractivo, el mundo hacker, se ha servido el cántabro para construir “Open Windows”, un thriller que se debe a las últimas tecnologías y al igual que propuestas como “Black Mirror”, el mal uso que solemos darles.

     “Open Windows” nos sienta frente a la pantalla de Nick Chambers, un joven que administra una página web de fans de la actriz Jill Goddard, conocida protagonista de una saga de blockbusters, que ha ganado un concurso para conocer a su ídolo en la presentación de su última película. Mientras sigue el evento desde su hotel, recibe una llamada que le informa de que el encuentro ha sido cancelado por la actriz y se le ofrece un plan mejor: la oportunidad de vengarse por el plantón y lanzar su página web al estrellato por medio de la mejor exclusiva posible. Sólo tendrá que seguir indicaciones y usar el equipo que alguien ha escondido en su habitación...
Famosos sometidos a un escrutinio sin fin y tratando de disimular una vida tan llena de miserias como cualquier otra, fans dispuestos a dedicar horas y horas de su vida a recopilar y publicar hasta el último detalle de éstos, gente capaz de entrar en tu ordenador o tu teléfono y espiar cada uno de tus movimientos, grupos de hackers que se mueven en la cara más oculta de la red o la mezquindad del usuario anónimo al que le puede el morbo aún sabiendo que lo que ve está mal son conceptos que hoy día no le son del todo desconocidos a nadie. Este es el
qué de “Open Windows” y todo funciona de maravilla hasta que deja de serlo. El cómo, por otra parte, se revela como el punto fuerte de la película y su auténtica seña de identidad: Habiéndose quemado tanto fórmula del found footage, Vigalondo da una vuelta de tuerca y nos planta ante la pantalla del ordenador, con varias ventanas trabajando a la vez y usando la webcam, las llamadas telefónicas y las cámaras de seguridad hackeadas para desarrollar la acción, a veces en varias direcciones a la vez, y lo hace con un pulso envidiable. Lo que vemos en la primera mitad de “Open Windows” es, sin duda, lo mejor que Nacho Vigalondo ha hecho hasta ahora. Después llegan los problemas, cuando para aumentar la intensidad se cambian las reglas del juego y que, como es tan difícil hablar de esta película sin desvelar sus trucos y secretos, podríamos resumir con el clásico “Si no está roto, no lo arregles”.

 

     Los actores cumplen todos de sobra. Y, quizás no intencionadamente, todos son personajes muy relacionados con internet. Elijah Wood es, junto a Daniel Raddclife (“Harry Potter”), de los actores favoritos entre la juventud que puebla la red. Wood ya se ha puesto ante la cámara en propuestas “diferentes” (como “Maniac” o “Grand Piano”) para contrastar sus papeles más conocidos (la sombra de Frodo Bolsón es muy alargada) y tampoco es un desconocido para los directores españoles, siendo Vigalondo el tercero con el que trabaja. Sasha Grey, por otra parte, tiene una relación mucho más carnal, siendo el porno una de las piedras angulares de internet y ella una de sus últimas grandes estrellas. No se habla tanto de eso, al menos públicamente, pero en notoriedad no se queda corta. Grey ya ha demostrado que puede defenderse fuera de género adulto y además, hace gala de un carisma muy poco frecuente entre sus excompañeras de gremio. El tercero en discordia es Neil Maskell, al que gran parte del público ha podido ver en la serie “Utopía”. Si bien ninguno tiene oportunidad de brindar una interpretación espectacular, se adaptan a su papel con naturalidad suficiente para colar como esa persona al otro lado de una webcam.

          Vigalondo ( o Ricky Gabilondo como su alter ego en la película) sí que se luce con creces, como decía antes. Las ventanas abiertas a las que hace referencia el título consiguen una tensión muy efectiva, obligándonos a estar pendientes de tres puntos a la vez en ocasiones o centrándose en alguna concreta cuando quiere resaltar un escenario. Aún en su segunda y más atropellada mitad alcanza un par de picos de genialidad que hace que se escape más de una risita nerviosa. La música de Jorge Magaz acompaña de maravilla cuando adquiere un tono de aventuras clásico y la acción se desarrolla ante nuestros ojos con una fluidez que parece que llevemos viendo películas en este formato toda la vida. El guión, aunque efectivo, está llenísimo de trampas, muchas imposibles de obviar (y menos mientras la cinta avanza) y nos obliga a suspender la incredulidad hasta el punto de parecer aquellas primeras películas de los 90 en los que internet era prácticamente un entorno mágico y cualquier cosa podía hacerse desde un ordenador. Lo cual, con la popularidad de grupos como Anonymous subiendo como la espuma y la vuelta de estos conceptos a los medios de masas (el reciente videojuego “watch dogs” sería un buen ejemplo) tampoco se ve tan descabellado. Pero como dije antes, en el momento en que la trama cambia de escenario y nuestro protagonista tiene que empezar a despuntar como héroe, todas las buenas ideas de la película empiezan a tambalearse, culminando en una pirueta final que se queda muy cerca de arruinar toda la experiencia.

    

     Concluyendo: “Open Windows” es, ante todo, una película diferente. Sé que muchos han quedado y quedarán más satifechos que yo con el resultado final y no llegaría al punto de decir que no merece una oportunidad. Pero, en mi opinión, es una oportunidad que se pierde; bien por un guión que no sabían cómo cerrar o por intentar convertirla en una película más “emocionante” de lo que ya era, de crear una historia genuinamente original y de abrir una puerta a otra forma de hacer cine. De momento, Nacho ha abierto la primera ventana.



Por Isaac Mora