Aire fresco
La cueva (2014, Alfredo Montero)

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Original

La premisa es sencilla: cinco jóvenes en busca de fiesta y aventuras se adentran demasiado en una cueva ubicada en las costas de Formentera. El formato es detestado: Uno de ellos tiene un blog y pretende grabar todo el viaje, incluyendo el problema de no encontrar ninguna salida de dicha cueva, de modo que sólo vemos lo que ve su cámara. Pese a ello, "La cueva" consigue abrirse paso entre tanta cinta de terror filmada bajo el formato de metraje encontrado además de obtener una repercusión casi similar a la que antaño consiguió "REC" (Jaume Balagueró, Paco Plaza; 2007).

 

    Es evidente que poco a poco está siendo más difícil transmitir determinadas sensaciones a través del cine, ya sea por todo lo visto anteriormente o por la falta de empatía o inocencia por parte del público. En los últimos años, además de la producción que transcurría en la escalera de Barcelona, "The descent" (Neil Marshall, 2005) y "Buried" (Rodrigo Cortés, 2012) consiguieron que el espectador sintiera lo mismo que los protagonistas: angustia, nervios, miedo y claustrofobia. "La cueva" aprovecha su inverosímil formato para obtener el mismo resultado, pero posee un aliciente que merece ser tenido en cuenta: la localización es completamente real.

    Equipo técnico, artístico e interpretativo se desplazan por una baja pero casi eterna cueva natural. Por lo tanto, lo visto en pantalla resulta más chocante cuando se puede ver a los protagonistas atascados entre rocas, a punto de ahogarse e incluso mareándose de verdad. Sin ánimo de que esto sea el principal atractivo (pues no se informa ni se hace alarde de ello en ningún momento del metraje), el film  tiene un guión que, gracias a dos giros cuando la trama comienza a ser monótona y aburrida, levanta el conjunto hasta su conclusión.

 

    Existe una curiosidad, cada vez más presente en el actual cine de terror, que puede haber tanto mejorado como perjudicado la cinta: hay dos versiones. La primera se proyectó en Sitges 2012, contenía más gore y su conclusión era realista. La segunda, proyectada en recientes festivales y cines, que une cuarenta minutos de la original junto con nuevo material rodado, parece ser menos violenta y contener una conclusión más optimista. Obviamente, la mayoría de espectadores podrán visionar ésta última versión, pero es posible que los ojos más avispados noten pequeños detalles que desentonen.

    La cueva es un soplo de aire fresco (pese a lo ironico) tanto en el género de terror como en el ámbito nacional. Sólo por su realización merece ser vista, pese a que cumple numerosos tópicos y a ratos resulte inverosímil. Por otro lado, es imprescindible verla proyectada para aquellas personas que busquen sensaciones y emociones en lugar de saciar una mera curiosidad morbosa.



Por Iban Granero