Que en Corea del Sur se hace buen cine dejó de ser una sorpresa desde hace años, pero sí es verdad que nos hemos acostumbrado a que nos traigan un tipo muy concreto de cine; salvo alguna excepción, el cine coreano ha destacado por ser rebuscado, crudo, algo extraño, y totalmente incapaz de ceñirse a un sólo género. Desde que Park Chan-Wook pateara la puerta con su magnífica “Old boy” (aunque el cine de Kim Ki-Duk ya llevaba un tiempo entrando por la rendija) nos ha llegado todo tipo de propuestas del país asiático, desde el excelente thriller “Memories of murder”, las inclasificables “The host” o “Save the green planet”, la cinta de acción con revestimiento social “The yellow sea” y esa, a su manera, deliciosa oldboyxplotation que fue “I saw the devil”; todas con un punto en común: seguían teniendo un extraño toque exótico para el espectador occidental.
Eso empieza a cambiar con “New World”.
Dirigida por Park Hoon-Jung (entre otras cosas, guionista de la mencionada “I saw the devil”), “New World” es una película de gangsters. Sin más. No salta del drama a la comedia, no deriva en un festín gore, no se pierde intentando buscar la mayor barrabasada. Es una película que no se avergüenza de tener la mirada puesta en la obra maestra de Coppola y que algún otro grande de Hollywood podría estar regrabando en Estados Unidos dentro de unos pocos años.
“New World” cuenta la historia de la lucha por el poder de dos capos de la organización criminal Goldmoon, tras la repentina y sospechosa muerte de su líder. Lee Ja-Sung ( interpretado por Lee Jung-Jae. “The thieves”, 2012), mano derecha y amigo de uno de los pretendientes al trono, es en realidad un policía infiltrado a las órdenes del inspector jefe Kang (Choi Min-Sik. “Old boy”, 2003), cuyo grupo pretende aprovechar el momento para dar un golpe definitivo contra la cúpula de Goldmoon. Ese golpe es la operación Nuevo Mundo.
Como decía el mismo Hoon-Jung, éste se aleja de los extremos a los que nos tienen acostumbrados sus compatriotas y nos ofrece un film de factura clásica que se sostiene en un juego de lealtades, traiciones y obligaciones dejando los estallidos de violencia para momentos puntuales todo ello con una dirección sobria y sin virguerías visuales (otra marca de la casa Coreana) a la que hay que añadir una excelente banda sonora de Jo Yeong-Wook, por momentos reconocible si recordáis la maravillosa música que acompañaba a “Old boy”. Para completar los aciertos de la película, el trío protagonista se pasea sin dificultades y ofrecen unas grandísimas interpretaciones; quedando el famosísimo Min-Sik relegado a un papel secundario, la pareja formada por Jung-Jae y Hwang Jeong-Min (“A man who was Superman”, 2008) en el papel del chino/coreano Jeong Seong, rezuma complicidad y deja algún que otro momento para el recuerdo, como el genial epílogo que cierra la cinta.
Así que, después de años dejándonos perplejos con argumentos imposibles, venganzas descabelladas y golpes de humor tan negro que hace daño, Park Hoon-Jung ha llegado para demostrar que hay otra Corea, una Corea capaz de facturar el mejor cine de género. “Sin-Se-Gae” mira a la cara a los grandes del noir, y, aunque seguramente volvamos a verla con conocidas caras americanas, hoy viene para demostrarnos que Corea del Sur es un mundo nuevo.