¿Alguna vez habeis oído hablar del Bayhem? Sencillo, un estilo de crear películas basado enla importancia de lo visual, movimientos épicos durante todo el metraje y las explosiones. Patentado por quien le da nombre, Michael Bay.
En esta cuarta entrega de la saga, Bay intenta rizar el rizo en su propio estilo y añade más cantidad, si cabe, de su propia receta de ingredientes: transformaciones, power-ups, planos imposibles, tiroteos, persecuciones, trepidantes batallas a vida o muerte; pero esta vez con un guión más insulso que en las anteriores entregas.
La historia comienza varios años después del fin de su predecesora; tras lo sucedido en Chicago, la sociedad norteamericana vive un cambio de mentalidad en lo relacionado con los Transformers, cunde el pánico entre los gobiernos ante algo que no pueden controlar y la CIA crea un departamento encargado de encontrar a los autobots restantes y eliminarlos. Simultáneamente, nuestro protagonista, Cade Yeager (Mark Wahlberg. "Ted", 2012), encuentra por casualidad uno de estos robots gigantes convertido en camioneta y decide repararlo. Cuando los agentes de la CIA aparecen en su propiedad buscando el autobot -que resulta ser Optimus Prime- él se niega y tras un tiroteo se dan a la fuga, Cade, su joven hija y el novio de ella. A partir de ese momento, la historia pasa a ser una continua persecución a escala mundial.
El film tiene gran cantidad de puntos objetables, de entrada la poca eficacia de sus diálogos, que nos llevan de una situación a otra sin ningún tipo de evolución aparente en sus personajes, de por sí son insulsos y cuyas vidas se ven asoladas por dramas y metas totalmente masticadas y estereotipadas. Desde el padre soltero que aprende a marchas forzadas a cuidar de su hija adolescente, al científico geek, el ejecutivo agresivo megalómano o la rubia tonta. Todos ellos son previsibles y obviables.
No hay crecimiento, no hay catarsis, es más, podemos hablar incluso de una involución, el protagonista que empieza siendo un genio incomprendido de la mecánica, al final de la película se convierte en un completo analfabeto que sólo es capaz de correr, trepar y disparar un arma alienígena que no sabe ni cómo funciona. Hay un incomprensible cambio de discurso: el hombre que desea ser un genio de la robótica acaba renegando de la evolución tecnológica que en su día veneró.
El film tan sólo se sustenta, sin lugar a dudas, por el apartado visual. El nivel de detalle y complejidad de los efectos creados por ordenador es absolutamente fascinante y debería ser estudiado en cualquier escuela de diseño 3D del mundo. Pero ya está, ni siquiera la música acompaña a una estética tan ambiciosa pecando de pobre y modesta, aunque las grandes producciones de Hollywood nos tengan acostumbrados a excelentes bandas sonoras. Se podría destacar, pese a ser un estereotipo, los cambios de iluminación según en qué parte del globo suceda la acción. Pero, para más inri, abunda el product-placement, nos vamos a cansar de ver situaciones más propias de un anuncio que de una película de acción; muchas de las premisas que pueden hacer atractiva la película a priori (¡¡¿¿Dinosaurios Robot Gigantes??!!) no dejan de ser meras excusas sin ningún tipo de peso narrativo; y una vez más nos encontramos con una ausencia de personajes femeninos de calidad, la mayoría de ellos dan muestras continuas de inseguridad y estupidez y la única mujer que parece resolutiva acaba siendo objeto de mofa y de comentarios poco apropiados por parte de su jefe, lamentablemente, otro cliché.
En resumidas cuentas, con la gran cantidad de blockbusters potentes en los últimos años, “Transformers: Age Of Extinction” se queda a medio gas. Ni como producto de masas resulta ser de primera división.