Vamos a ir al grano: hablar de "Perdida" es hablar del inconmensurable talento de David Fincher. Sin más. Al director de Denver le pasa algo con frecuencia, y es que las películas le vienen pequeñas. ¿Será que le gustan así?
Al igual que en su anterior película (“The girl with the dragon tattoo”), Fincher ha optado por adaptar lo que podríamos definir como un “bestseller de supermercado”; o sea, uno de esos libros que lee la gente que no lee. Ni más ni menos la novela que ha conseguido destronar a esa joya de la literatura que es “50 sombras de Grey”. Dicha adaptación ha sido llevada a cabo por la escritora de la novela en cuestión, y voy a resaltar lo de ESCRITORA ante las voces que se alzan llamando misógino al realizador por lo que ocurre en la película. Y entonces, ¿qué pasa con "Perdida"? Pues que no deja de ser una chorrada como una catedral. El guión podía haber dado para un telefilm de sobremesa (es más, me jugaría algo a que ya existe alguno con exactamente la misma premisa) y sin embargo la película toca techo gracias a dos personas: el ya mencionado Fincher y una espectacular Rosamund Pike, en el papel de Kevin Spac... de la asombrosa Amy, la chica "Perdida" que da título a la cinta.
Volviendo al director, porque, como ya he dicho, todo en esta película va sobre él, podemos darnos cuenta de que ya tiene un buen historial de películas llenas de giros imposibles así como tramas descabelladas (historial que va a continuar, ahora que confirman que va a dirigir la primera temporada del remake de “Utopía” al completo), y que, como un político español en un escándalo, siempre se las ha apañado para salir de ellos indemne y con el traje limpio. “Seven” en otras manos podría haberse quedado para siempre en el cajón de los thrillers genéricos, “Fight Club” en otras manos podría haber sido poco menos que ridícula y “La red social”, si lo pensamos fríamente, no deja de ser el biopic de una persona que no llegaba a los 30 años en el momento de su estreno. Tengo la impresión de que sólo “Zodiac” resultó ser un material a la altura del realizador. Sin embargo, siempre, con sus más y sus menos, ha sacado oro de los guiones gracias a su meticulosidad obsesiva, a su frialdad, a un cada vez más acentuado cinismo sobre el mundo que retrata como diciéndote a la cara: “¿veis a esos gilipollas en la pantalla? Sois vosotros” y últimamente, por qué no decirlo, también gracias a esa maravillosa arma secreta que ha resultado la asociación Reznor/Ross tomando el control de la banda sonora.
Por supuesto, de "Perdida", también saca oro.
"Perdida" empieza de forma sencilla: Nick (Ben Affleck, al que lo de poner cara de “no sé de dónde me vienen los palos” se le da bastante mejor de lo que la crítica jamás querrá admitir) vuelve a casa y descubre que Amy (Rosamund Pike -”Orgullo y prejuicio”, 2005-, repito, impresionante), su mujer, no está y que hay señales de violencia en su salón. Al empezar la búsqueda dará comienzo un circo mediático que, a medida que avanza la investigación, empezará a colocarlo en el punto de mira de la opinión pública.
Este sería el resumen apto para no quitarle la gracia a la película y si no sabes de qué va, yo te recomiendo que no sigas leyendo. No obstante, quien haya visto trailers y anuncios en la tele ya sabrá que hay más.
Paralelamente a la investigación, vamos descubriendo el diario de Amy, desde los acaramelados primeros días de la pareja, a su asentamiento, sus primeras crisis y la sombra de la duda sobre la supuesta perfección de su matrimonio.
Mientras se mueve en esta dirección, la cinta roza la perfección. No sólo por la intriga, y las dudas que constantemente se generan sobre cada personaje, Fincher realiza una disección milimétrica (aunque deliberadamente exagerada, porque todo aquí es excesivo) de los problemas de la pareja, del absurdo de la idealización al comenzar una relación, que es representada con la maravillosamente ridícula “tormenta de azúcar”, de los habituales juicios públicos y del poder de manipulación de los carroñeros mediáticos. Y también sea dicho, del día a día de una pareja de gilipollas como Nick y Amy, porque en el fondo Fincher desprecia a ese par de snobs clasistas (una constante en la relación de ambos es “no quiero que seamos como esos que...”) que matarían de diabetes a la pareja de Crepúsculo y, para que entres en su juego, necesita que tú también los desprecies o sientas su dedo señalándote.
En cierto momento, Nick, tras dar una rueda de prensa anunciando la desaparición de su esposa, posa junto a una foto de Amy. Un periodista le pide que sonría. La cara de bobalicón que consigue poner Affleck vuela por los medios de comunicación, donde tertulianos son capaces de emitir un juicio e incluso un análisis de su personalidad a partir de una estúpida foto. En ese instante no estás viendo un simple entretenimiento. Estás presenciando un juicio a la sociedad. Hasta estás siendo acusado de ser un idiota que se haría un selfie con la víctima antes de ofrecerle ayuda. Por cosas así, esta película no hubiera funcionado si tras las cámaras hubiera otra persona.
Pasando a los actores, como ya dije, Affleck no está nada mal. Tampoco está realmente bien, pero ya asumo que su interpretación va a ser machacada desde el primer minuto y quiero romper una lanza a favor del hombre. Hace de tío normal. Con sus momentos de genio y sus (muchas) miserias. Un tipo cualquiera. Y da el pego. Pike, como también he dicho, está en la estratosfera. Hablar de lo bien que lo hace Pike me obliga a entrar de nuevo en la zona en la que no debería leer nadie que no haya visto la película (o leído el libro, o mirado la wikipedia) pero puedo decir que su Amy es uno de los personajes que más me han conseguido cabrear (en el buen sentido, o sea, en el sentido en el que quiere el guión) en mucho tiempo. Incluyendo un convincente cambio de look, puede pasar de pija repelente a pérfida psicópata sin despeinarse, y su escena final con Neil Patrick Harris (conocido por “Cómo conocí a vuestra madre”) es de lo más cojonudo que vamos a ver este año en una pantalla de cine. Harris en sí no hace gran cosa, y el hecho de que interprete a un ricachón de aspecto impecable evoca demasiado a su célebre Barney Stinson, lo que juega un poco en contra de la película. Tyler Perry (“Alex Cross, 2012”) añade un poco de humor sin destacar demasiado, y dejo para el final a Carrie Coon (De la serie “Leftlovers”) y Kim Dickens (“Footloose”, 2011), en los papeles de hermana de Nick y de la inspectora que lleva el caso de Amy respectivamente, que no sólo lo hacen muy bien sino que además representan los dos únicos seres humanos en los que puedes depositar algo de esperanza en esta película.
Al final, con todo este vaivén, que al fin y al cabo son dos horas y media de “giros sorprendentes”, lo que se puede decir de "Perdida" es simple: FUNCIONA. Y mientras la ves se te pasan por la cabeza adjetivos como “tontería” o “mamarrachada”, pero al final cumple con cada maldita cosa que se propone. Porque por absurda que se vaya tornando conforme avanza el metraje, no deja de oprimirte y pegarte al asiento más y más, y aún corriendo el riesgo de que el exceso de perversidad la convierta en una comedia involuntaria, nos consigue mantener en vilo durante unos nada desdeñables 149 minutos. Al final, te guste o no, has acabado jugando a su juego.
Y todo eso es gracias al talento de David Fincher.
Ese tío sí que es asombroso.