Lo mejor y lo peor
Interstellar (2014, Christopher Nolan)

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Original

     Como es habitual desde “El caballero oscuro”, Christopher Nolan llega a nuestras pantallas surfeando sobre un tsunami de hype. Y no es para menos, siendo Interstellar su proyecto más ambicioso, su película más grande (en una carrera de películas que pretenden ser cada vez más grandes) y, a juzgar por las reacciones de parte del público, la respuesta a uno de los mayores enigmas a los que se enfrentaba la humanidad.
     Porque en realidad, lo que Nolan se trae entre manos, es, ni más ni menos, una épica epopeya espacial sobre el fin de la humanidad, el viaje a través de agujeros de gusano, la voluntad humana, y, en última instancia, el amor ¿Suena raro? Ya.
Aún reciente en nuestras retinas esa otra gran aventura espacial que fue “Gravity”, lo primero que puedes pensar de “Interstellar” es que ha sido concebida para ser todo lo contrario. Porque, si bien la obra de Cuarón, en su núcleo, era simplemente una honesta película de aventuras, el film de Nolan quiere ir más allá y convertirse en un “bigger than life” mediante la fusión de ciencia ficción, aventura, una descomunal carga emocional, un descarado toque de filosofía new age y el pico de incongruencias que solemos encontrar siempre que Jonathan y Christopher escriben un guión juntos.

 

     “Interstellar” cuenta la historia de Cooper, un ex-piloto de pruebas de la NASA e ingeniero reconvertido forzosamente en granjero, en un mundo moribundo en el que la producción de alimento supone la única esperanza de la raza humana a corto plazo. Siguiendo las pistas que un extraño suceso en casa parece ofrecerles (¿¿¿??? Pues sí), Cooper y su hija Murph encuentran las instalaciones de la NASA, donde el piloto será reclutado por su antiguo mentor para una nueva misión: atravesar un agujero de gusano y encontrar un nuevo planeta en el que alojar a la raza humana antes de que sea demasiado tarde.
Este es el resumen más corto posible, sin mencionar muchas de las múltiples capas que conforman la película. La base del argumento. Dada la manía de los hermanos Nolan de empezar las películas en una dirección y acabar dando vueltas de campana en la rotonda, voy a saltarme los tejemanejes argumentales y voy a hablar de lo que me parece realmente resaltable:

     Interstellar es UN ESPECTÁCULO.

 

    Durante al menos dos horas de las casi tres que dura, lo que tenemos ante nuestros ojos es simple y llanamente una obra de arte. Nolan encuentra la comunión perfecta entre imagen, sonido, música, y cuando es necesario, silencio, y triunfa a la hora maravillar al espectador. Aquí el colaborador habitual Hans Zimmer a la batuta (como siempre, subiendo los graves) y el director de fotografía Hoyte Van Hoytema ponen toda la carne en el asador y hacen que el film consiga lo que también conseguía “Origen”, crear una buena colección de momentos memorables que sobrevivirán independientemente de lo que acabes opinando sobre la película. Si “Gravity” te dejó con la boca abierta, en ese aspecto, con “Interstellar” la barbilla te llegará al suelo.

     Todo esto gana puntos gracias al acertadísimo reparto. Matthew McConaughey (“Mud”, 2012) ofrece todo un recital en las múltiples etapas por las que pasa su personaje. Cooper tiene que dejar algo atrás a cada paso que avanza y McConaughey refleja esa carga a la perfección además de añadir su toque, mezcla de sureño carismático/listillo/rarito que tan bien le está funcionando últimamente. Anne Hathaway (“Los miserables”, 2012) y Michael Caine (“Mi amigo Mr. Morgan”, 2013) lo tienen más difícil, porque aunque cumplen con su trabajo (¿acaso Caine no ha cumplido alguna vez?) sus personajes portan la raíz de los problemas de la película. La interpretación de Hathaway es buena, pero en cierto momento nos recita un pesado monólogo -marca de la casa Nolan- sobre la transcendencia del amor por encima de las leyes de la física cuando tú lo que quieres ver son planetas y agujeros negros...y ahí cada espectador tendrá que decidir si la sigue tragando. Matt Damon (“Elysium”, 2013), Jessica Chastain (“Mamá”, 2012) y Casey Affleck (“En un lugar sin ley”, 2013) -uno de los actores más desaprovechados del momento- tienen que conformarse con papeles pequeños, pero al menos a Chastain le da tiempo a lucirse con un personaje significante y junto a McConaughey forma con éxito la verdadera fuerza emocional de Interstellar. Siendo ésta la primera película del director en la que las emociones se presentan como una fuerza real y no como un complemento a sus personajes, se puede decir que ambos intérpretes cumplen de sobra como equipo.

 

 

     Del trabajo de Nolan tras la cámara poco hace falta decir ya. Sus aciertos habituales quedan potenciados por la naturaleza de la película. La grandilocuencia que siempre ha buscado en su cine encuentra su hábitat perfecto entre galaxias, agujeros negros, acoples espaciales, planetas inundados (la mejor parte de la película, y de lo mejor que el cine nos ha regalado este año) o congelados... Incluso la Tierra, que entre granjas y camionetas nos evoca a los escenarios y la estética del cine que crecimos viendo, es retratada con magnificencia. El diseño de producción es casi perfecto en los distintos y diferenciados escenarios, y aquí habría que darles una mención especial a los robots, primero porque de absurdos que son, son geniales y segundo por ser los personajes menos pedantes de la película.
Y ahora es cuando toca mojarse, ¿qué se puede criticar negativamente de “Interstellar”? Pues eso depende, directamente, de lo que opines sobre Christopher Nolan. Para muchos ahí fuera, el londinense es lo más parecido a un nuevo dios del cine y ha quedado claro que hay quien se va a tragar lo que sea que les ofrezca. Si eres de los que piensa que el principio de “El caballero oscuro” puede compararse en planificación al atraco de “Heat”, o simplemente no crees que los guiones de sus películas acaben funcionando siempre a base de trampas, vamos a discrepar. Si eres de los que sabe de qué pie cojea Christopher Nolan, poco hace falta decir ya. Sus defectos habituales quedan potenciados por la naturaleza de la película. La confusión que siempre ha buscado en su cine encuentra su hábitat perfecto entre fenómenos atmosféricos, científicos tarados, planes descabellados y dimensiones desconocidas.

 

 

Nolan lanza toneladas de información científica mezclando astutamente la que es factible (o lo parece) y colándote por lo bajinis la que le conviene inventarse para que la historia avance. La sobreexplicación de TODO LO QUE ESTÉ PASANDO A CADA MOMENTO, otra marca de la casa, llega tan lejos que acabas preguntándote si no estás viendo un especial de Halloween de Dora la exploradora. También tenemos la frase “escríbetela en tu cuaderno” que es recitada hasta la saciedad, en esta ocasión por Michael Caine -que le va cogiendo el gustillo al tema-. Y bueno, este señor tuvo que recurrir a tal cantidad de casualidades y trucos de guión que rozaron la ciencia ficción para narrar un atraco a un banco...imaginároslo haciendo ciencia ficción de verdad. Aquí entra en juego el problema de siempre: mientras más seria es una película, más en serio me la tomo (obvio, creo yo). No le buscas la lógica científica (ni la lógica, a secas) a, por ejemplo: “Guardianes de la galaxia”. Pero si una película, a ratos, parece estar escrita por Carl Sagan, lo más probable es que en algún momento levantes un dedo y preguntes “¿pero por qué...?”. Entonces Matthew McConaughey y Anne Hathaway miran a pantalla y te gritan: “CÁLLATE!!!! ESTAMOS DICIENDO COSAS IMPORTANTES!!!!” Esto ha sido siempre una constante en el cine de Nolan y aquí ha crecido a niveles interestelares. Y todo ésto nos lleva a unos últimos 45 minutos de película que, naturalmente no voy a describir, pero que en mi opinión sobran completamente y suponen toda una prueba de fe al espectador: El director quiere saber si estás con él hasta el final y, si abrazas su propuesta, probablemente “Interstellar” te parezca la película más importante de tu vida... hasta que estrenen “50 sombras de Grey” al menos. El caso es que es una propuesta realmente difícil de abrazar, fuera de lugar e innecesaria tras pasar ante tus ojos el que podría haber sido un cierre perfecto para la película. Aquí es donde la búsqueda de comparaciones con otras películas del mismo género se disparan, pero si algo puedo decir a favor del director es que, en este caso, ha sido personalísimo y que, aunque el cierre en general pueda pecar de meloso, ha corrido un riesgo en su planteamiento y ha apostado duro por hacer lo que le ha dado la gana.

 

     Concluyendo: Interstellar recoge lo mejor y lo peor de Christopher Nolan. Y ahí entra en juego la opinión de cada espectador sobre el director. Su apabullante sentido del espectáculo se dispara y, aunque el guión pueda (o no, si eres muy fan) arruinar parte de la experiencia, al menos quedarán un buen puñado de escenas para la memoria y, probablemente, para la historia del cine. Sólo queda esperar que algún día pueda ofrecernos el 100% bueno. A mí me encantaría verlo.



Por Isaac Mora