Teniendo en cuenta que las comedias con otro tipo de cine como base están siendo mejor recibidas en las últimas décadas, está más que claro que la clave de una buena parodia está en saber cómo reírse de manera inteligente de lo que se mofa y, sobre todo, de ella misma. Por añadidura, si durante dos horas se tiene la oportunidad de hacer una película de género mientras se ridiculiza, con respeto, dicho género, hay que saber aprovechar la ocasión con humildad. Aunque “Spy” tiene la apariencia externa de una comedia del montón, consigue abrirse paso entre la mayoría de cintas de humor burdo al combinarlo con los ingredientes básicos del cine de espías más típico.
Paul Feig, responsable de parte de las series de televisión “Freaks and geeks” y “The office” así como director de comedias con mujeres como verdaderas protagonistas como “Bridesmaids”, “The Heat” o la venidera “Ghostbusters III”, recupera a una de sus actrices fetiche para generar un contraste cada vez más común. Por un lado está Melissa McCarthy (“Por la cara”, 2013), una mujer con un físico que se aleja del canon de belleza contemporáneo y cuya actitud en pantalla refleja las costumbres reales de la mayoría de personas ante situaciones inesperadas u ofensivas. Alrededor de ella van apareciendo intérpretes como Jude Law (“My Blueberry nights”, 2007), Jason Statham (“Los mercenarios 2”, 2012), Rose Byrne (“Insidius 2”, 2013 ), Morena Baccarin (“Serenity”, 2005) o Bobby Cannavale (“Blue Jasmine”, 2013), caras bonitas de la gran y pequeña pantalla, mucho más acostumbradas a lucir bien entre saltos, puñetazos y disparos. Gracias a la primera y al resto del reparto se logra una combinación que, pese a resultar un poco forzada en un principio, termina siendo divertida a la par que verosímil y hace avanzar a la cinta despertando simpatía.
Además del reparto, el otro acierto de “Spy” es la combinación de chistes, combates, torpezas y tiroteos bien dirigidos. Cada elemento encaja con el otro y ninguno desentona. Aunque quede por ahí algún que otro chiste fuera de lugar, las gracietas a intervalos funcionan y las coreografías de cada pelea están a la altura de las cintas de tiroteos actuales. Para colmo, sin ambiciones de narrar una gran trama de espías ni de hacer reír al espectador con una tontería por minuto, la trama principal va avanzando e incluso sorprendiendo con algunos giros de guión peculiares y divertidos (eso sí, previsibles si se conoce al dedillo el género de espías).
Pese a carecer del estilo y las altas dosis de violencia de “Kingsman”, película estrenada con pocos meses de diferencia y que también parodia y homenajea a los espías más clásicos, “Spy” funciona por ser honesta y por saber con qué y a qué está jugando.