Empezamos el segundo día del festival con esta joyita que sacia en todos los sentidos. Historia de venganzas paralelas dividida en dos partes complementarias bien diferenciadas no sólo por narración sino también por ritmo.
La primera parte del film se presenta como un drama del que surge una historia de amor entre dos personas cuyas vidas están rotas; una chica contagiada de sida que se dedica a acostarse con todo aquel que se presta prescindiendo del condón y un misterioso ex agente de la CIA que se auto adjudica el papel de caballero andante para ella. La segunda parte la protagoniza un grupo de rock a punto de saltar a la fama cuyo líder vive una delicada situación con una madre con cáncer. Cuando todo parece ir sobre ruedas para todos los protagonistas, el único punto de unión entre las dos partes provoca un efecto dominó en sus vidas de lo más demoledor.
Las actuaciones son excepcionales. Entre ellas destaca la del personaje sórdido del ex de la CIA, interpretado por Noah Taylor, el cual se convierte en un papel tan seductor como lo fue en su momento el de Hanibal el caníbal, un asesino sin contemplaciones que enfoca su capacidad para anular vidas dependiendo de un esquema mental propio inquebrantable.
La muerte, pues, impregna todo el film, los temas del cáncer, el sida y las ejecuciones y torturas de las que somos espectadores no dejan de volver al tema de la inmortalidad y de cómo puede llegarte en cualquier momento por cualquier mala decisión que tomes.
Red, white and blue es una gran película a la que a la buena actuación se le une un montaje intimista y una dirección inteligente.