Justamente 3 años después del estreno de “Kingsman: The Secret Service”, llega de nuevo de la mano de Matthew Vaughn (“Kick-Ass”, 2010), la segunda entrega de los espías más elegantes del Reino Unido: “Kingsman: The Golden Circle”. Vuelven a tomar protagonismo Eggsy (Taron Egerton), Merlin (Mark Strong) y Galahad (Colin Firth), aunque éste último no está tan promocionado como en la primera parte.
Echando un ojo al tráiler ya se puede ver un poco de qué pié calzará el film, sabiendo eso, un servidor ya no iba con grandes expectativas y para mi sorpresa, la cosa no empezaba mal. Y es que el comienzo de la cinta es dinámico, una sucesión de momentos que, si fuera un partido (ex: Baloncesto), te hacen levantar de la silla y aplaudir eufórico. Solo que eso era todo, un comienzo fulgurante que tras 15 minutos baja el ritmo, pierde chispa y se convierte en un obra mediocre y ruidosa.
Ruidosa porque la banda sonora es infame, en desacorde con cada escena y momento con la trama y, aunque no importe mucho por la calidad del guión, no dejándote entrar en la historia y poniéndote de los nervios con su continua estridencia. El guión que hace aguas por todas partes; chistes malos, estereotipados, en gran parte creados para las comparaciones absurdas entre Cowboys y los refinados agentes Ingleses para ver, y cito textualmente, “quien la tiene más grande” y en dónde los mejores momentos -eufemismo- de acción transcurren, qué curioso, cuando Colin Firth está en escena.
De hecho vale la pena comentar el gran trabajo de dos actores que nunca defraudan por muy mala que sea la película, en este caso antagonistas, Mr. Firth (“El discurso del rey”, 2010) y Mrs. Moore (“Hannibal”, 2001), prácticamente ella es el personaje más atractivo del film, encarnando a la malvada Poppy Adams. Es una pena que sólo dos se salven de la pira cuando se cuentan con actores de fama como Jeff Bridges (“Tron”, 1982), Halle Berry (“X-Men”, 2000) o el aclamado Oberyn Martell de Juego de Tronos: Pedro Pascal participando en este churro cinéfilo. Un fiasco que, pensándolo fríamente, debería ser delito y estar penado con la obligatoriedad de que devolvieran a todos y cada uno de los espectadores su bien ganado dinero.
Obras como ésta no deberían pasar los filtros de una sala de cine, solo por el afán de aumentar taquilla se nutren de los amantes del género y/o del cómic sin tan siquiera un ápice de dignidad por lo que están mostrando. ¿A esto es a lo que llaman “el poder del dinero”? Lo siento, yo no lo compro, prefiero quedarme con el buen gusto de la primera entrega.