Llegó, vio y venció. "Pantera Negra" ha arrasado la taquilla y se ha ganado a la crítica como prácticamente ninguna película de superhéroes antes. Para muchos ya es la mejor cinta de Marvel, si no del género, aparte de tener el gran mérito que es haber representado a todo un sector de la población que no se terminaba de ver reflejada en una de las corrientes cinematográficas más multitudinarias y lucrativas del momento.
Pero, ¿es para tanto?
Para el que suscribe, no. Como película de superhéroes, no llega a la épica del celebrado “Caballero Oscuro” de Nolan, ni satisface como el festín que es “Civil War”, ni ofrece la diversión pura y dura de las dos entregas de “Guardianes de la Galaxia”. Eso no significa que la cinta de Ryan Coogler no tenga una buena suma de puntos a favor. Uno de estos puntos es la creación de un escenario propio con una mitología aún sin explorar, como es Wakanda. La unión de alta tecnología con el etnicismo, los conflictos tribales, la relación de este país ficticio con la realidad exterior y toda la trama sobre el trono, convierten a "Pantera Negra", más que otra cosa, en la versión bien realizada de lo que debería haber sido el primer “Thor”. Lo que Kenneth Brannagh no supo encontrar en Asgard, Coogler lo explota en este lugar imaginario donde los campos de fuerza y las aeronaves conviven con las lanzas, los escudos, y los rinocerontes de guerra.
Porque "Black Panther" es Wakanda. Ya vimos a T'Challa en acción en “Civil War”, demostrando el potencial superheroico de un personaje que para muchos no iniciados parecía salido de la nada, pero Coogler lo lleva a jugar en casa y se lleva la película a su terreno. Así, el director de “Creed” puede introducir algunas (sin pasarse) pinceladas de un interesante contexto socio-político tomando como base un país extremadamente rico y avanzado que se esconde del resto del mundo y se niega a ayudar a sus vecinos por no complicarse la vida. En un género que suele huir de las temáticas delicadas, se agradece que deje algo que pensar entre tanta pirotecnia. Cuando llega la hora de los mamporros, Coogler no se sabe hacer notar tanto tras las cámaras; excepto en la batalla final donde gana el diseño de producción (de nuevo la influencia de Jack Kirby hace la mitad del trabajo), el resto de secuencias de acción son, como poco, genéricas, incluyendo las obligatorias persecuciones tanto de coches como de vehículos voladores de las que no hay manera de librarse. Mucho más personales y efectivos son los combates por el trono, donde de nuevo es el toque africano lo que coloca a "Black Panther" en un escalón diferente a sus hermanas.
La otra diferencia de la película, es también la más obvia: el reparto. Si bien no deja de ser una cinta de Marvel y no un tipo de ensayo racial, Coogler hace bien reuniendo un casting muy potente con el que no sólo ofrece un héroe con el que identificarse a los espectadores de color, también unos personajes femeninos fuertes y suficientemente relevantes como para no poder ser acusados de estar “cubriendo un cupo”. Chadwick Boseman (“Marshall”, 2017) porta la máscara y la corona con la misma soltura, y le aporta a T'Challa una presencia que hace que todos los demás giren a su alrededor. Lupita Nyong'o (“The jungle book”, 2016), Letitia Wright (“The commuter”, 2018) y Danai Gurira (“Almas condenadas”, 2010) cubren las espaldas a Boseman, ofreciendo todos los tipos de apoyo que el personaje necesita: La fuerza bruta, la inteligencia, y el alivio cómico -ojo con esto, porque nos encontramos ante la película de Marvel con menos chistes hasta la fecha- para un protagonista que no tiene un sidekick, pero sí todo un mundo nuevo que presentarnos y una película de más de dos horas en la que hay tiempo para un montón de secundarios.Tenemos desde veteranos como Forest Whitaker (“Repo men”, 2010), menos testimonial que en Rogue One pero lejos de protagonizar un papel importante, o Angela Bassett (“Innocent blood”, 1992 ), a los dos únicos actores blancos que quedan encargados de enlazar "Black Panther" con el resto del MCU, Andy Serkis (“Inkheart”, 2008 ) y Martin Freeman (con más tiempo en pantalla que en “Civil War”, pero igualmente desaprovechado), el protagonista de la sorpresa del año pasado, “Get Out”, Daniel Kaluuya y a Michael B. Jordan (“Fantastic Four”, 2015), que repite con Coogler, en el papel del villano Killmonger, un personaje que ha ganado muchos adeptos por un discurso parecido al del principal enemigo de “X-Men”, Magneto y en cuya piel Jordan se mete sin demasiadas complicaciones, creando un antagonista que funciona bien en la trama pero que queda lejos de ser tan memorable como muchos claman.
El trabajo de Ryan Coogler tras la cámara, como decimos, resulta ser el más parco en humor fácil de todo el universo cinematográfico Marvel. Esto no quiere decir que no haya humor, pero si bien directores como James Gunn o Taika Waititi han sabido llevarse sus películas al terreno de la comedia, Coogler ha decidido tomar otro camino donde ha querido que prime la presentación de este nuevo escenario (que, por lo que vemos en los trailers de “Infinity Wars”, va a seguir siendo importante) y un velado discurso social. Sin embargo, se muestra mucho más convencional en las escenas de acción, especialmente las primeras de la cinta, mucho más frenéticas y coloridas que las de los hermanos Russo, y que dan la impresión de contrastar demasiado con la que parece ser la intención del director. También se alimenta de contrastes la banda sonora, que alterna entre el score de Ludwig Göransson en el que predominan los ritmos africanos y la selección producida por Kendrick Lamar, una recopilación de rap futurista donde la carga política es mucho más pronunciada que en la cinta.
"Black Panther" no es la mejor película de Marvel. Tampoco la mejor película de superhéroes, ni la mejor película del año. Pero ha sido un hito. Porque, aunque la realidad estaba ahí, aún no habíamos podido ver una película de este género con un reparto mayoritariamente negro y un héroe tan ligado a su cultura e historia. Y, vistos los resultados, queda claro que la demanda existía, y que la idea era buena. Y ser “la mejor película de” tampoco importa tanto cuando has podido abrir una puerta que nadie había abierto antes. Marvel ha vuelto a demostrar que dejar a los directores poner de su parte en cada proyecto es la clave para que un universo que ya va por 16 películas siga funcionando y contentando al público. Aún faltan meses para que Joe y Anthony Russo nos traigan “Avengers: Infinity Wars” y nos vuelvan a demostrar que nadie ha entendido el cine de superhéroes como ellos. Hasta entonces, T'Challa y Ryan Coogler se merecen disfrutar del trono.