Toda una sorpresa esta nueva colaboración entre Francis y Jennifer Lawrence (spoiler: no son familia) tras la saga juvenil “Los Juegos Del Hambre”. Sorpresa porque esta película de espías se venía vendiendo como una cinta de acción con poco más que el tirón de su actriz principal, e incluso se estaba comparando con una hipotética película de “Black Widow” cuando la verdad es que "Gorrión Rojo" se mueve por caminos a los que una cinta de Marvel no podría ni asomarse.
Dividida en dos partes claras -no de forma tan literal como “La Chaqueta Metálica”- "Gorrión Rojo" nos narra el origen y entrenamiento de Dominika Egorova como “gorrión”, jóvenes espías adiestrados para ganarse la confianza de sus objetivos mediante la seducción, para después introducirse en una trama de espionaje en la que tendrá que encontrar al topo que está revelando secretos rusos al agente de la CIA Nate Nash, interpretado por Joel Edgerton (“The gift”, 2015).
Una vez Lawrence y Edgerton se sumergen en la trama, "Gorrión Rojo" se convierte en una cinta de espías “convencional”, muy deudora de las últimas adaptaciones de obras de John Le Carré. Francis Lawrence se muestra mucho menos Hollywoodiense de lo habitual, huyendo de la acción fácil y sin que sus tics como director de videoclips salgan a la luz en ningún momento. Pero es en su primera parte donde los Lawrence sacan músculo. El adiestramiento de Egorova bajo la mano firme de una Charlotte Rampling (“45 años”, 2015) que da escalofríos es lo que saca a esta película del cajón de los estrenos intrascendentes. Y es que nos hemos acostumbrado a la figura de la sensual espía que intenta ligarse al James Bond de turno, pero nunca lo habíamos visto así, donde jóvenes de ambos sexos deben aprender por las malas a despojarse de cualquier tipo de vergüenza e incluso orgullo para convertir sus cuerpos en meras herramientas al servicio del estado. Siendo justo, y si nos ponemos políticos, podríamos echarle en cara a la cinta cierta intencionalidad al recrearse en los horrores del entrenamiento de espías que deben tener sexo por la patria como si fuera muchísimo peor que el entrenamiento de soldados que por el mismo motivo se cuelgan un fusil y corren hacia una lluvia de plomo. Trozos de carne con dueño todos, al fin y al cabo. En cualquier caso, esta primera mitad de la cinta se desmarca de la corriente del cine comercial americano intentando ser cruda y perturbadora ofreciendo los mejores momentos del film. Esto es gracias, principalmente, a Jennifer Lawrence.
Parece que últimamente se conozca más a la actriz por lo que hace fuera de la pantalla, pero de vez en cuando vuelve a recordarnos que es la misma que ya con menos de 20 años estaba nominada a un Oscar. En la piel de Dominika, Lawrence se ensucia hasta el cuello y nos regala un par de escenas que nos deja claro que lo suyo es el “girl power” y no lo de “Wonder Woman”. Viniendo de otro papel complicado como el de “Mother!”, se deja arrastrar por la espiral de morbo malsano que reina en el primer tramo de película, para después coger las riendas y ponerse a la cabeza de la auténtica película de espías en la que se transforma "Gorrión Rojo". Edgerton ejerce muy dignamente su papel, que es poco más que el de comparsa de Lawrence. Aún así, tiene la suerte de participar en una de las mejores escenas de la cinta y lo más parecido a una set piece de acción, aunque por bien que lo haga, en todo momento queda como elemento secundario. Algo parecido a lo que hace Matthias Schoenaerts (“De óxido y hueso”, 2012 ) como el tío de Egorova, una buena actuación aún sin ser tan popular y/o carismático como Edgerton. Sí son más conocidos los rostros de Rampling, Jeremy Irons, Ciarán Hinds (cómo desaprovechan a estos dos señores últimamente) o Mary Louise Parker pero sus participaciones, exceptuando quizás a la primera, no tienen chicha como para llegar a ser recordadas durante mucho tiempo.
Tras la cámara, Francis Lawrence realiza un trabajo muy distinto al que cualquiera hubiera esperado. Con un currículum repleto de videoclips espectaculares y blockbusters, el director está bastante acostumbrado a tapar huecos con pirotecnia y montajes hiperactivos. Sin embargo, en este caso se adapta al material que tiene entre manos -el guión de Justin Haythe, que adapta un libro del ex-agente de la CIA Jason Matthews- ofreciendo una dirección fría y pausada, como una versión menos enfermiza y más efectista del Cronenberg de “Promesas del Este”, cinta de la que "Gorrión Rojo" bebe bastante. El realizador, eso sí, cojea un poco a la hora de hilar los dos segmentos que conforman la película, con alguna trama secundaria que no parece encajar del todo bien, y que empeora con el confuso diseño de producción que en más de una ocasión te lleva a preguntarte en qué año está ambientado el film (¿hay teléfonos móviles, pero la información se pasa en diskettes?¿Qué ordenador portátil lee diskettes?). Fallos perdonables en una película que intenta recuperar el género del cine de espías que no nos brinda una joya desde “El Topo” de Thomas Alfredson.
Tenía mis dudas, empero "Gorrión Rojo" ha sido una agradable sorpresa. Quizás no sea una película memorable, pero es una aproximación honesta y una revisión necesaria de un género que no está viviendo sus mejores momentos. Jennifer y Francis Lawrence, después de años llenando las salas de adolescentes, se nos han hecho mayores.