Vaya por delante algo muy sencillo: “Parque Jurásico” es única. No hay secuela, ni remake, ni reboot ni homenaje de ningún modo que pueda ni acercarse a la obra maestra filmada por Spielberg en 1993, una mastodóntica combinación de aciertos en manos del mismísimo Rey Midas en estado de gracia que sigue funcionando tan bien como el primer día. Cualquier otra aportación a la saga o al mundo creado por Michael Crichton se queda en un simple complemento.
Y tales complementos ya lo han intentado casi todo. Spielberg se hizo un James Cameron a sí mismo e intentó subirlo todo al 11 en “El Mundo Perdido”, Joe Johnston intentó recuperar el carisma de los protagonistas principales en “Parque Jurásico 3”, y Colin Trevorrow se marcó un remake de manual, contando casi lo mismo de forma efectiva pero falta de encanto en la primera “Jurassic World”. Juan Antonio Bayona se lo juega todo a dos cartas mezclando todo lo anterior en media película y cambiando de tercio en la otra mitad. Y, sorprendentemente, le funciona.
Porque “El Reino Caído” es una de esas cintas divididas en dos partes claramente diferenciadas. Y casi parece que a Bayona le hubieran dado la mitad del guión escrito para que hiciera lo suyo en el espacio restante. Con la trama del volcán que se nos ha anticipado en los trailers -una erupción pone en peligro a los dinosaurios que se han quedado en la isla de la anterior entrega- arranca una película que se da prisa por recolocar a los personajes (y casi ni presentar a los nuevos, que acaban importándonos un rábano) y meterlos de nuevo en la acción. Acción que, llegado el clímax de este segmento, se exagera casi hasta la caricatura y deja un buen marrón en manos de un director que, gracias a su gusto por (y talento para) el dramatismo -lo de “J. A. Bajona” no viene de la nada- construye algunos de los momentos más visualmente impactantes y bellos de la saga y acaba salvando la papeleta.
Pasado el primer tramo, el Bayona más reconocible toma el control de la cinta, que cambia radicalmente de escenario pasando de la isla a una mansión gótica que parece más propia de una película de fantasmas y más del gusto del director catalán. Algunos personajes nuevos, un tono distinto y nuevos conceptos científicos añadidos a la ficción (quizás los más relevantes merecían que se ahondara más en ellos antes de empezar la traca) aparecen en “El Reino Caído” para demostrar lo que muchos ya sospechábamos: la fórmula Jurassic ya estaba agotada y, si la saga quiere sobrevivir, tiene que dar un giro y ofrecer algo distinto. En este caso, una trama mucho más pausada que lo visto anteriormente, donde el hombre y su avaricia vuelve a situarse como villano absoluto, la tecnología planteada por Crichton sirve para algo más que resucitar reptiles extintos y los héroes deben debatirse si vale la pena salvar la vida de unos bichos que pueden tragárseles de un bocado. Nada especialmente novedoso, pero al menos huye de la repetición y culmina en un final que, si Trevorrow (confirmado ya para cerrar la trilogía) y la productora son suficientemente valientes, puede ser lo mejor que haya dado toda esta colección de secuelas.
En lo formal, no se pueden poner pegas pero tampoco elogiar especialmente a “Jurassic World, El Reino Caído”. Chris Pratt (“Guardianes de la galaxia”, 2014), quien fuera la gran promesa para los papeles heroicos, y Bryce Dallas Howard (“Gold”, 2016) no tienen nada nuevo que aportar a sus personajes pero saben dejarse llevar por un guión de Trevorrow y Derek Conolly que les ha arrebatado parte de su protagonismo a cambio de hacerlos un poco más tridimensionales. Rafe Spall (“Arma fatal”, 2007) no sorprende haciendo de cretino (otra vez) y siempre se agradece ver a Toby Jones (“The mist”, 2007) en un papel como éste, encabezando a un grupo de tipos a los que estás deseando ver convertidos en merienda de dinosaurio. Por otra parte, si te ha emocionado ver a Jeff Goldblum (“The Goldblum”) en el anuncio, no te hagas ilusiones, sólo hace lo que ya has visto.
Tampoco la banda sonora de Michael Giaccino es particularmente remarcable, salvo cuando recupera la creación de John Williams y la nostalgia hace el trabajo sucio. “El Reino Caído” parece formada por un montón de piezas que no tienen nada de especial por sí solas, unidas por unas criaturas que recuperan importancia por encima de todo lo demás (algo inteligente, pues es nuestra eterna fascinación por los dinosaurios lo que nos arrastra a la sala una y otra vez) bajo el control de Juan Antonio Bayona que, por improbable que pareciera, ha sabido llevar sus filias y fobias al corazón de la gran franquicia -pese a ese arranque en el que no se le reconoce- y ha conseguido configurar algo diferente con las mismas piezas de siempre. El realizador consigue, al final, crear una película suya con dinosaurios y superestrellas de Hollywood y consolida su buen ojo creando algunas escenas, ya sea en el volcán o momentos posteriores como la subasta, que deberían ser consideradas como de las más icónicas de la saga. Y el final. Un final que, ahora sí, avanza hacia alguna parte.
Probablemente lo mejor de “El Reino Caído” es que da un paso adelante y no un giro de 360º para que la siguiente película nos tenga que contar lo mismo. Sin caer en el sinsentido de compararla con la joya que dio inicio a la saga, lo que se puede afirmar es que coge lo que nos contó Spielberg y lo lleva a alguna parte. Quizás no sea la gran película que muchos aún esperaban encontrar, pero es muy probable que “Jurassic World, El Reino Caído” salve a la saga de la repetición, del agotamiento y sobretodo... De la extinción.