Se estrena lo último de la saga de “Depredador”. Lo que antaño iniciara el titánico Schwarzenegger vuelve evolucionado de la mano de un conocido de Netflix, actor y modelo, Robert Boyd Holbrook (“Logan”, 2017); sin duda los tiempos parecen haber cambiado, y el predador ha de evolucionar también…
Ahora bien, lo que no ha variado, y para mejor, es la esencia principal de la saga, repleta de referencias de serie B que nos llenan de recuerdos entrañables y la hace más honesta que otras cintas de similar bagaje. Actores poco conocidos o venidos a menos, trama disparatada, superhumanos de acción y malos ilógicamente malos !Qué más se puede pedir!
Shane Black, conocido por dirigir la tercera entrega de “Iron Man” o la más reciente “Dos buenos tipos” se ha echado a las espaldas un proyecto con el que cualquier amante del género soñaría, ser parte de la historia de uno de los monstruos más queridos de la gran pantalla. En esta ocasión contaremos no sólo con el predator de toda la vida sino con la aparición apabullante de un congénere de más de 3 metros (3.33m para ser exactos) capaz de destrozar sin problemas a aquel. Así pues, la peligrosidad se multiplica y las posibilidades de “éxito” de la raza terráquea disminuyen irremediablemente. Menos mal que la historia se traslada a la actualidad y parece que desde las anteriores visitas alienígenas en los ochenta y noventa nos hemos puesto las pilas.
En todo caso, la esperanza de la humanidad reside en un grupo de chiflados, nunca mejor dicho, que encarnan todos los estereotipos de los equipos que, a parte de sus representaciones demográficas, sin duda, van a ir muriendo uno a uno heroicamente. Entre ellos ya existe una camaradería como pertenecientes al Grupo 2 de terapia de grupo militar pero ésta ocurre rápida y bien desarrollada con el ajeno protagonista (y por supuesto desde que se reunen, macho alfa) del film, hasta el punto de llamarse “hermanos”. Para completar el grupo era menester tener el componente científico y fémino, así que la solución económica es unificarlos y personificarlos en la sorprendente Olivia Munn (“X-men Apocalypse”, 2016), una todoterreno en toda regla capaz de mantener el tipo ante un predador feacientemente despiadado e infalible. El remate del elenco protagonista se cierra con el hijo del personaje principal, el cual demostrará ser el más inteligente de todos.
Por lo que a las escenas de acción y gore se refiere, sello de la saga, a parte de la -personalmente- carencia de más torrentes de sangre con destripamientos realistas y demasiados gags entremedio, se puede decir que la película entretiene y da la talla respecto a sus antecesoras, es más, lejos de simplemente componer unas escenas estandarizadas y cumplir unos mínimos, hay un intento por innovar y ser creativos en múltiples secuencias lo cual es de agradecer y demuestra que hay un cariño por la historia y sus fans.
“The predator” no es el film definitivo de la saga con esta “auténtica preciosidad” de monstruo pero viene con nuevas garras y se atreve a dar un paso adelante y un reempujón de la buena serie B sin prejuicios ni pretensiones más allá del gore entretenimiento accesible al mayor número de espectadores.