El camino de retribución vengativa que abrió Charles Bronson ha sido seguido últimamente por múltiples actores como Kevin Bacon con “Death sentence”, Liam Neeson “Venganza” o recientemente Denzel Washington con su explícito “Equalizer 1 y 2”; ahora bien, en el lado femenino no teníamos muchas aproximaciones destacables en el mainstream a parte de la rotunda Jodie Foster en “La extraña que hay en ti”. Jennifer Garner irrumpe para empezar a igualar la balanza.
La primera parte del film es algo estereotipada y puede confundir al espectador al parecer otro tipo de película, más cercana al drama sensiblero y es que es en la segunda parte donde empieza la acción descarnada, precedida de una presentación de personaje auspiciada por el mismísimo FBI donde la antigua ama de casa, Riley North, tal parece haberse convertido en un “Super Vigilante” de cómic.
La falta de piedad de la que hace gala North da a la cinta una veracidad refrescante a lo que se suma el paso del tiempo, no hablamos de una venganza de días, que rozaría lo deítico, sino de un entrenamiento de 5 años y un estudio de campo y preparación de 3 meses. Además, el hecho de mostrar que siempre hay alguien peor, que todo malvado tiene debilidades completa dicha “credibilidad”. En esa línea, es de agradecer que no escondan el hecho de que lo que hace la protagonista es malo pues para poder acabar con el demonio te has de convertir en uno, y así lo dan a entender desde el principio del film.
Así pues, Garner se erige como un Ángel Caído para aquellos olvidados, parias sin recursos ni esperanzas, un angel justiciero con nada que perder y muchas ratas a exterminar, y es que la corrupción está tan extendida en todos los ámbitos, salpicando por doquier, que no sorprende la reacción “justiciera” de la protagonista. En su lucha, destaca el uso de las redes sociales no sólo como visualizadores de hechos atroces sino como arma misma, un interesante punto de vista.
Jennifer es la absoluta protagonista de “Peppermint” y ha dado lo mejor de sí misma sobretodo en el campo físico -algo de lo que nunca nos saciamos con “Alias”-, clavando movimientos y dando una lección física envidiable que se complementa con un cambio de su propia voz (a lo doblemente irónico “Batman style”) que le aporta ese lado oscuro tan difícil de ver en esta amorosa actriz.
Esperemos pacientemente una segunda entrega o por lo menos más films de este estilo, con papeles que no estén supeditados a un género para ser igualmente interpretados, disfrutados y de la misma forma aplaudidos ya que a veces hay que hacer lo necesario para hacer valer la justicia en un mundo sumido, parece que cada vez más, en la superficialidad, la vanalidad y el egocentrismo.