Tenía que pasar. En plena era Trump, alguien como Spike Lee no podía quedarse callado sin más, y si llevaba un tiempo sin decir nada es porque andaba tramando algo. Ese algo es "Infiltrado en el KKKlan", film basado en hechos reales y en el libro escrito por su protagonista, Ron Stallworth.
El agente Stallworth tuvo una brillante idea en la época de los 70: contactar por correo (teléfono en la película) con la célula del Ku Klux Klan local haciéndose pasar por un hombre blanco interesado en unirse, para luego mandar a un compañero blanco a hacerse pasar por él en las reuniones con el objetivo de desarticularla. Este descabellado planteamiento le sirve a Lee para manufacturar un thriller salpicado de comedia y a la vez para señalar los no pocos paralelismos entre los caballeros blancos y los seguidores del señor naranja que ahora gobierna Estados Unidos.
Con John David Washington (“Malcolm X”, 1992) y Adam Driver (“El hombre que mató a Don Quijote”, 2018) a la cabeza, "BlackKklansman" es un film policíaco divertido y combativo, que contiene alguno de los momentos más inspirados del Lee de los últimos años, como los contactos telefónicos entre Washington y Topher Grace (“Under the Silver Lake”, 2018), que está estupendo en el papel del cretino mayor David Duke. Una historia tan delirante no podía ser tratada sin un poco de cachondeo, así pues, Washington, Driver y Grace se sueltan el pelo y se ríen sin complejos de unos antagonistas retratados con brocha gorda por un director que, eso sí, se queda lamentablemente muy corto de mala leche -aquí podría haber aprendido algo de Tarantino, a quien tanto ha criticado- a cambio de una cantidad de moralina capaz de frenar la película.
Porque, aunque Lee nunca ha sido un tipo sutil, se le ve el plumero doblemente en este último trabajo, tanto a la hora de tratar a los paletos racistas de la “organización” como a la hora de retratar el movimiento negro, aquí personificado en Laura Harrier (“Spider-Man: Homecoming”, 2017) y su Patrice, donde al director le pueden los principios adornando algunas escenas hasta rozar el ridículo (esa interminable sucesión de rostros en la reunión de estudiantes negros) e incluyendo un par decisiones creativas que no terminan de encajar debidamente en la cinta, como son el prólogo (protagonizado por Alec Baldwin, que gracias a sus imitaciones se ha convertido por pleno derecho en el archienemigo mediático de Trump) y el epílogo, que nos manda de una patada en el culo al siglo XXI y, si bien funciona para reforzar el mensaje de Lee, también empaña lo que podría haber sido un cierre cinematográficamente perfecto.
Con todo, "Infiltrado en el KKKlan" no deja de ser una película interesante, una de esas historias que, de rocambolescas, merecían ser contadas, y un revulsivo por parte de un director que lleva toda una vida posicionándose. Un cóctel de denuncia, thriller y humor con regusto a blaxplotation, cierto exceso de moralina y la firma inconfundible de un creador que nunca ha sabido quedarse callado. Esperemos que siga así, ahora más que nunca.