Este inusual film dirigido y guionizado a cuatro manos por Xesc Cabot y Pep Garrido viene a mostrarnos la vida en las calles caminando junto a uno de sus moradores en su día a día.
Desde el primer al último fotograma acompañamos a una de tantas personas que han optado por las aceras para hacerlas su hogar, por elección propia o ajena, y que lejos de la sociedad, de la normalidad, sobreviven día a día en la intemperie y la inseguridad de la noche.
El film es tan explícito como le ha sido posible, cámara en mano, persigue implacablemente a Juan, el protagonista absoluto de la historia que se expone a la mirada de un espectador que verá sus faltas, sus humores, su vida íntima… Y aquí no hay intención de buscar lástima o empatía tampoco la pide. Ahí radica el acierto de “Sense sostre”, en su no posicionamiento paternalista carente del punto de vista prejuicioso , con ningún afán de manipulamiento aun tratándose de una ficción.
Los actores reproducen una vida que algunos aun transitan y que el personaje principal vivió en sus carnes. Estamos pues ante una cruda realidad en la que la soledad es casi la única compañera y en la que la humanidad se muestra en su forma más oscura, en el fondo de un abismo en el que algunos se sienten cómodos por mucho que miren hacia arriba de vez en cuando.
La película no crea malestar por el qué y el cómo, las cosas son así y en la mirada de cada uno reside la aceptación o el rechazo, no en las imágenes. El porqué carece de importancia, este es un trabajo de observación, de escucha y de asimilación más allá de cualquier análisis social. Sabed que existimos, que somos y que formamos parte de vosotros.
“Sense sostre” ofrece una ventana por la que normalmente no queremos mirar, en donde el humanismo es la única forma de acercamiento, lejos de la exhibición con distancia, acercándonos al respeto por otra forma de vida.