No sería la primera vez que se alabara en esta página la habilidad de los realizadores asiáticos para el thriller. Nadie como ellos a la hora de combinar un hermoso lirismo gráfico con la mugre y la oscuridad de los bajos fondos y aderezarlo con descomunales explosiones de violencia. “El Lago del Ganso Salvaje”, cuarta película de Diao Yinan, viene a formar parte de este grupo, avalada por la reputación de su director, que ya despuntó en el género con su anterior obra, “Black Coal”, y por su reciente triunfo en Cannes, que aparentemente tuvo como guinda el apasionado aplauso en pie de Quentin Tarantino.
En el caso que nos ocupa, Yinan nos cuenta la historia de Zhou Zenong, un gangster en busca y captura por la muerte de un policía que se alía con una prostituta para que la recompensa por su cabeza acabe en manos de su familia. Ambos buscarán refugio en el lago que da nombre al film para esconderse de la policía, los pandilleros rivales y algunos amigos traidores hasta poder llevar su plan a cabo. La odisea de Zenong es un viaje visualmente apabullante, bañado en sombras, lluvia y neones y repleto de estampas que no sabes si son de un extraño costumbrismo o directamente surrealistas (como la coreografía y posterior persecución con zapatos luminosos, o la cabeza cantante) pero que, por desgracia, queda lejos de mostrar el nervio, la tensión o la sensación de peligro que cabría esperar de una cinta de cine negro. Ni el viaje de expiación de sus protagonistas, que podría mover toda la película, termina de calarnos tan hondo como sí lo hacen sus imágenes.
Y es que “El Lago del Ganso Salvaje” es una absoluta preciosidad, que puede dejar al espectador absorto en una sucesión imágenes hipnóticas, pero es posiblemente el thriller con menos sangre (en el sentido figurado) que he podido ver en mucho tiempo. No es que adolezca de secuencias de acción – que las tiene, con una tendencia a exagerar la violencia que no termina de casar con el tono contemplativo de la película – o que incluya la escena de sexo más desangelada de la historia; es que parece que Yinan está más interesado en mostrarnos estilizadas estampas sobre ese lado oscuro de la China moderna que en darle cuerpo y fuerza a la historia de Zenong.
Una pena, porque sumar una trama más interesante al despliegue de talento del director, al estupendo trabajo de la pareja protagonista, y al áspero retrato de ese mundo que aún nos queda tan lejos, nos hubiera dejado con una obra totalmente imprescindible. Pese a todo, “El Lago del Ganso Salvaje” no deja de ser una interesantísima propuesta que, si bien acaba teniendo un tomo más íntimo y relajado de lo que cabría esperar de un thriller asiático, nos da una buena muestra de los diferentes puntos de vista con los que se puede entender un género tan manido. El noir oriental sigue en forma y seguirá dando que hablar, y aunque “Nan Fang Che Zhan De Ju Hui” sea uno de sus representantes más descafeinados, en esta casa se seguirá celebrando. Aunque, por esta vez, con menos ímpetu que Tarantino.