Tempus Fugit
Tiempo (2021, M. Night Shyamalan)

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Original

Con M. Night Shyamalan uno se acaba acostumbrando a la irregularidad. Y tras una 'Glass' que rompió la racha ganadora que supusieron las dos películas anteriores, el de Philadelphia regresa a nuestras pantallas con 'Tiempo', una de sus obras más intrigantes, arriesgadas y también de las más genuinamente irregulares.





Rodada en plena pandemia -con todo lo que eso conlleva- 'Tiempo', ('Old' en su título original) es una adaptación muy libre de 'Castillo de arena', una novela gráfica de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters, y su premisa no desentonaría entre cualquier otro de los guiones escritos por el director: Una matrimonio acude con sus hijos de vacaciones a un lujoso resort. Lo hacen, entre otras cosas, para dejar un buen recuerdo en los pequeños antes de abordar dos temas de vital importancia; la relación se está rompiendo en pedazos y ella está haciendo frente a un cáncer del que aún no les ha hablado. Pronto se encontrarán con un problema aún mayor cuando se vean atrapados junto a varios desconocidos en una paradisíaca cala en la que el tiempo transcurre a una velocidad muy superior a la normal, llegando a envejecer varios años cada hora. 


Con tal punto de partida, que bien podría ser el argumento de algún episodio de antología como 'The twilight zone', Shyamalan encuentra el terreno perfecto para hacer lo que mejor sabe: meternos de lleno en un misterio insondable y ofrecer una reflexión (tampoco demasiado profunda), en este caso sobre la vida, la muerte y el peso del tiempo entre ambas, mediante la representación de algo tan difícil de representar como el envejecer. Desgraciadamente, también encuentra espacio para hacer lo que peor sabe, como perderse en los recovecos de una historia casi inadaptable y dejarse llevar por el ansia de dar respuestas y cierre a una película que, en realidad, no los necesitaba.





Y entre estos altos y bajos se mueve 'Tiempo'. Shyamalan saca a relucir lo mejor de sí mismo creando situaciones incómodas y algunas de las más tensas de su filmografía, impregnando la estancia de los protagonistas en la bellísima playa de un tono ominoso y una sensación de horror casi cósmico que supera el logrado en películas a priori mucho más oscuras. Este mérito es compartido con los trabajos de Mike Gioulakis y, sobre todo, Trevor Gureckis al cargo de fotografía y banda sonora respectivamente. El score de Gureckis es sin duda uno de los mayores aciertos de 'Tiempo', y el contraste entre lo tenebroso de las partituras con la belleza del paisaje es probablemente el verdadero motor de la película.


Por otra parte, el director tropieza con las mismas piedras de siempre, y quizás esta vez la quietud del ambiente hace que resalte más; algunas conversaciones, dado el contexto, están entre las peores que ha escrito nunca, y no mejora el que los personajes tomen decisiones aún más incomprensibles que el fenómeno que los retiene en la playa. El peor Shyamalan patea la lógica interna que rige su propia película para que los arcos de sus personajes terminen justo donde él lo necesita. Cómo envejecen unos más que otros, qué pasa con los cadáveres, cómo de rápido actúan las enfermedades, o qué cojones son los “materiales especiales” son algunas de las dudas que nos dejará Shyamalan tras la masterclass de lazy screenwriting que es 'Tiempo'. A esto habrá que sumarle otro de sus problemas habituales; el de no saber cuándo concluir. Partiendo de un primer “final” abierto y sugerente que podría haber sumado un último punto para la cinta, 'Tiempo' empieza a encadenar giros (el primero aún tiene cierta gracia) y conclusiones para acabar mareando y cansando al espectador que, probablemente, no esperaba ninguna explicación de una película que en todo momento se ha movido en el terreno de lo inexplicable. El esfuerzo por empujarla hacia un final feliz se hace realmente tedioso.




Y entre los aciertos y los fallos de 'Tiempo', se encuentra el reparto, que irremediablemente queda supeditado a lo que Shyamalan haya escrito para ellos. Así, la familia titular, encabezada por Gael García Bernal y Vicky Krieps tienen la suerte de contar con un desarrollo más trabajado que da pie a ambos intérpretes a ofrecer mucho más que sus compañeros. Krieps especialmente conduce la trama entre lo dramático y lo terrorífico y se revela como un personaje tridimensional y creíble, y no tanto como un muñeco que espera a que le pase lo que el guionista haya decidido. Mejor trabajo aún hacen los “niños”, pero es un punto en el que no ahondaré por mantener el elemento sorpresa. Eso sí, mención especial a Douglas Aibel por el tremendo trabajo de casting. A partir de ahí, tenemos a Rufus Sewell y Abbey Lee con los papeles menos afortunados de la cinta y gente como Ken Leung o Nikki Amuka-Bird defendiendo dignamente su papeles como pequeñas piezas en el gran tablero en el que Shyamalan ha puesto a sus protagonistas.

 

A medio camino entre las antologías de misterio, las series como 'Perdidos' y la propia filmografía de su director, 'Tiempo' es posiblemente la película más irregular de Shyamalan, donde lo mejor del director brilla como nunca y sus defectos saltan más a la vista. Con todo, ya sea por lo intrigante de su planteamiento o por la más que acreditada pericia tras la cámara de su realizador, es una cinta que merece la oportunidad de un visionado en pantalla grande, y que cada uno le siga el juego hasta donde quiera o pueda. Si os dejáis llevar por las olas de esta playa, tardaréis en olvidarla.



Por Isaac Mora