La nueva Nueva Carne
Titane (2021, Julia Ducournau)

Starsmall Starsmall Starsmall Starsmall Halfstarsmall

Original

'Titane', la segunda película de Julia Ducournau, ha venido para dar que hablar. Aunque corría el riesgo de quedar relegada a cinta de culto-la-gente-se-desmayaba-en-la-sala del año, su sorpresivo triunfo en Cannes ha puesto a Ducournau y su criatura en boca de todos. Y si hay algo que la francesa ha demostrado que sabe hacer, es hacer correr los ríos de tinta.
'Titane' (como si hiciera falta decirlo) es una película difícil. A ratos delirante, a ratos repugnante, y por momentos tan confusa que hasta la sinopsis oficial se lía a la hora de resumirla. No obstante, uno no puede apartar la vista de lo que pasa en pantalla. Porque 'Titane', te guste o no, no te permite salir de ella.




Lo que nos cuenta Ducournau es la historia de Alexia, una joven ¿bailarina? con una placa de titanio en la cabeza, recuerdo de un accidente automovilístico de su infancia. Alexia baila encima de un coche en un extraño ¿club nocturno de tuning?, lo que la convierte en una especie de celebridad dentro de ese mundillo, sea el que sea. También tiene sexo con un coche. Y además mata gente. Al principio parece que tiene un motivo, pero luego ves que no. Hay mucho de ésto en 'Titane', y ya está bien así.


Cuando teme haber entrado en un callejón sin salida, Alexia cambiará su identidad para hacerse pasar por un niño desaparecido durante años, yéndose a vivir con el padre de éste, un trastornado jefe de bomberos hasta arriba de esteroides al que la pérdida había destrozado emocionalmente y que hará lo que sea para recuperar el amor de su hijo, sea quien sea. 





Si el resumen parece raro, les aviso de que esto no es nada. 'Titane' se entrega por completo al despropósito, con tal convicción que el espectador no puede hacer más que comérselo con patatas o abandonar la sala. Ducournau prepara un cóctel en el que se mezclan el histerismo estético de Gaspar Noé, la búsqueda de la brutalidad definitiva del nuevo extremismo francés, y un inesperado humanismo que aparece cuando el drama paternal toma el control de la cinta. Y sobre todo, la sombra constante de David Cronenberg en prácticamente todas sus etapas planeando sobre lo asqueroso, lo perturbador, y la belleza que hay en medio. La directora de 'Crudo' recoge el manto del canadiense y le da a sus ideas una nueva perspectiva que les sientan de maravilla.


Pero si hay algo de lo que hay que hablar en 'Titane', aparte del disparate que es, es sobre sus interpretaciones. Agatha Rouselle y Vincent Lindon están, sencillamente, descomunales. Rouselle crea a un personaje aterrador, de esos con los que es imposible empatizar pero del que no puedes despegarte. Alexia traspasa su propio género así como 'Titane' traspasa los géneros cinematográficos, y en su transformación física en Adrien, tan gráfica que duele, nos lleva del miedo al asco pasando por la risa nerviosa con una naturalidad que  parece que protagonizara películas como ésta todos los días. Lindon, que para empezar, se ha convertido en una masa de músculos, coge el timón de la cinta cuando ésta cambia de rumbo. Él es el corazón de una película que, hasta su aparición, no tenía. Frente a una Alexia que después del brutal primer tercio no puede evitar provocarnos repulsión, Vincent se nos muestra como un hombre roto, sumido en una espiral de masculinidad tóxica a la que no sabe hacer frente – pinchándose esteroides en un intento inútil de mantener su estado físico, y con éste la capacidad de liderazgo sobre los jóvenes bomberos y con la esperanza de recuperar a su hijo como último clavo ardiendo al que agarrarse en la vida. Dos personajes diametralmente opuestos pero igual de perdidos, y una relación paternofilial que casi nos hará olvidarnos de las barrabasadas de la primera media hora de cinta. Hasta que éstas vuelvan.





Hay que resumir porque hay mucho, muchísimo de lo que hablar sobre 'Titane'. Para bien y para mal. Hay quien encontrará una insoportable suma de tonterías y quien se devana los sesos desgranando el discurso sobre la identidad que, en el fondo, es una parte más de las muchas que forman esta máquina. No podría discutirle a ninguno. En 'Titane' convive el drama sobre un hijo perdido con el sexo con coches, y así es como tiene que ser. Julia Ducournau mete sus manos en los géneros y saca de ellos lo que necesita para montar una película que necesita ser vista, no explicada. Con todas sus virtudes, y también con sus muchos defectos. 'Titane' nos suena a ratos, pero es algo nuevo. La nueva nueva carne. Larga vida.



Por Isaac Mora