La ópera prima de John Carpenter destaca en su filmografía por diversos motivos ajenos a la calidad -limitada- del film. Se trata de la única comedia pura creada por el director de Halloween (1978) o La cosa (The Thing, 1982). Su autoría es discutida por muchos, que subrayan la tremenda importancia que tuvo el guionista y coprotagonista Dan O’Bannon -el guionista de Alien- en el film, indicando incluso que pudo haber estado dirigida principalmente por este último. Y es, además, un film donde encontramos influencias inéditas en el resto de la obra de Carpenter: siendo la de Kubrick la más contradictoria con la identidad de autor que el director iría formando con los años.
Esta extraña reminiscencia señala directamente al Kubrick de los años 60, el de Teléfono Rojo (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964) y 2001 (2001: A Space Odyssey, 1968) De hecho, la influencia es tan fuerte que incluso podríamos decir que Dark Star es el resultado de mezclar ambas películas y añadirle un poquito, no demasiado, de Philip K. Dick.
La relación con 2001 es importante en la temática y en el aspecto visual, pero este parentesco va mostrándose cada vez más superficial a medida que avanza el metraje: las relaciones de la tripulación aislada en el espacio o la máquina que toma consciencia de sí misma, ambos temas muy importantes en el film de Kubrick, aquí son excusas para hacer gags: los comportamientos de los astronautas son ridículamente disfuncionales, y la máquina que cobra inteligencia es en este caso una bomba nuclear, que toma posiciones solipsistas hasta el delirio.
La influencia de Teléfono Rojo es, en cambio, la principal clave para comprender el film. Esta se extiende tanto al primer contacto con la historia -la tripulación se encarga de destruir planetas que puedan resultar peligrosos para la colonización espacial humana-, como en el desarrollo posterior, en el que la comedia surrealista e incluso el splatstick invaden el film. En esto destaca especialmente la larga persecución de la mascota de la nave, que resulta casi chapliniana; y la escena final, probablemente la mejor del film, y que nos lleva directamente al mayor King Kong cabalgando sobre la bomba nuclear.
Formalmente, el film acusa su bajo presupuesto, aunque aprovecha esto para subrayar el medio decadente en el que se mueven los protagonistas. Es interesante ver cómo los dos principales elementos formales de la película, el uso continuo de las sombras y la producción abiertamente mísera, reaparecerían de forma estelar en otras obras de Carpenter. Las sombras son buena parte de la magia de la obra maestra Asalto a la comisaría del distrito 13 (Assault on Precinct 13, 1976), la siguiente película de Carpenter; mientras que el diseño de producción aparentemente cochambroso se convertiría en una seña de identidad del director, buscándolo incluso en films de mayor presupuesto como Golpe en la pequeña China (John Carpenter's Big Trouble in Little China, 1986) o 2013: Rescate en L.A. (Escape from L.A., 1996).
Dark Star es un film meritorio, que a pesar de estar muy alejado de las mejores obras del maestro Carpenter, atesora los méritos suficientes para merecer un atento visionado. Quizás su excesiva heterogeneidad, un problema habitual en las óperas primas, y una estructura un tanto caótica le resten interés; pero, sin embargo, no se merece la reputación de film amateur que tiene en algunos círculos.